5

369 24 14
                                    

-Es el único motivo que se me ocurre, a menos que --Se detuvo, como recapacitando lo que pensaba decir, fueron apenas unos segundos, que a Raquel le parecieron horas - A menos que yo te confunda, y quieras alejarte por ello. -Dijo sin más

¿Cómo podía el ser tan directo? ¿Cómo podía ser tan sincero?

Pero ante todo, ¿Cómo se atrevía a insinuar, o siquiera pensar que eso fuese posible?

Más que no tener memoria, no tiene sentido de la razón, pensó Raquel.

-¿Disculpa? Por si lo olvidaste, ¡Yo estoy casada!, no pienso irme a ningún lado hasta que recuperes la memoria, luego, seguiré con mi vida. - Sergio sintió la ira en su voz, y supo que se había pasado de la raya.

-Lo siento, yo...

-¿Piensas que siento cosas por ti? - Raquel se arrepintió casi instantáneamente de haber hecho esa pregunta.

-No, solo fue una suposición, ahora ven.

Se acerco ella, tomo su mano y fueron hasta la sala, donde se sentaron uno junto al otro.

¿Cómo podía ser así entre ellos?

Un segundo estaba discutiendo, y al siguiente instante estaban sentados juntos en un sofá.

Sergio decidió romper el silencio, y no se le ocurrió mejor manera, que contarle lo que había recordado.

-Encontré una casita de juegos mientras caminaba, recordé la voz de mi hija mientras estuve ahí.

-¡Oh!, había olvidado por completo ese lugar, lo siento - El le sonrió, dándole a entender que no estaba molesto por su olvido, al final el mismo había encontrado el lugar. -- ¿No recordaste nada respecto a tu esposa?

La expresión feliz de él, enseguida se desvaneció, y Raquel se sintió como una completa estúpida por haberle hecho esa pregunta, deseaba que la tierra se la tragara en ese instante.

-No respondas, ya conozco la respuesta.

-Ayúdame Raquel... ¿Puedes decirme algo de mi esposa? Sé que lo tienes prohibido - Le tomo las manos y se las apretó afectuosamente - Pero, por favor

-Lo siento.

*

Transcurrieron varios días, no demasiado rápidos y no muy lentos. Sergio había recordado varios momentos que vivió junto a su hija, aunque seguían siendo solo voces en su cabeza, le daba alegría cada vez que ocurría.

Sobre su esposa seguía sin recordar nada, y eso lo frustraba.

Raquel trataba de mantenerlo tranquilo, pero no era nada fácil.

Un lunes por la mañana tocaron a la puerta y Raquel abrió, Sergio observaba a unos cuantos pasos, y lo que vio no le agrado en absoluto.

Raquel abrazaba afectuosamente a un hombre y luego le dio un beso ligero, puesto que apareció una niña a la que le dio un abrazo que se sintió eterno.

Se dispusieron a entrar y Sergio se sintió muy incomodo, como si estorbara, a pesar de estar en su propia casa.

-Sergio, el es mi esposo, Marcos. - Se saludaron y Raquel vio la incomodidad de Sergio, decidió no dejar que el silencio los envolviese y el momento fuese más incomodo. - Y ella es mi hija, Gabriela.

¿Hija? ¡Raquel tenía una hija!

Sergio se sorprendió. Raquel tenía una familia, ¿Tendría un perro también? Así ya serian la familia perfecta.

Sergio se agacho para saludar a la pequeña pero esta se escondió tras las piernas de su mama.

-Es algo tímida... -- Explico Marcos, Sergio solo asintió forzadamente.

La Memoria Perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora