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Además, ellos tenían una hija juntos, los niños nunca toman bien los divorcios, ¡Cielo santo!, ¿Podría sentirse peor?

-Marcos, por favor.

-Eres MI esposa, y nada ni NADIE lo cambiará – Se acerco a ella y la abrazo, Sergio había notado como el había saboreado cada palabra, y restregándole en la cara que Raquel era suya.

Pero, ¿Cómo podía Raquel ser suya, si se había entregado tanto a él? Pensó Sergio.

Él tenía ganas de gritarle a Marcos -¡Raquel siente cosas por mi!-, pero no lo hizo, puesto que en realidad le estaría mintiendo, ¿O no?

-Raquel, ¿Podrías dejarme hablar con Sergio? – Ella lo miro desconcertada, y negó con la cabeza, pero conocía a Marcos, así que no le quedo más opción que irse, no sin antes mirarlo desafiantemente, ante esto, Marcos rió levemente.

Una vez que Raquel los dejo solos, Sergio hablo sin dejarle oportunidad a Marcos de comenzar la conversación.

-¿No estabas descansando con tu hija?

-¿Interrumpí algo? –El sarcasmo era evidente en su voz. Esto no estaba conduciendo a nada bueno.

-¿Cómo es posible que no estés molesto? Ni siquiera le reclamaste a Raquel... -- Sergio no estaba seguro si estaba bien decirle aquello, pero se había desconcertado ante el comportamiento tan tranquilo de Marcos.

-Confío ciegamente en Raquel, al final, todos cometemos errores.

¿Ese beso había sido solo un error? No, no podía serlo, además eso Marcos no podía saberlo.

Sin embargo se le oía tan seguro de lo que decía

-Dudo que ese beso fuese un error. -- ¿Estaba seguro de lo que acababa de decir? Para él no había sido un error, pero no sabía si para Raquel si había sido solo un error, algo que paso y que no tenía importancia.

-¿Qué pretendes, Sergio? – Hizo una pausa, Sergio iba a responderle cuando Marcos prosiguió – Raquel solo está aquí para ayudarte a recuperar la memoria, para que recuperes a tu familia, luego ambos seguirán sus vidas, por separado.

*

Sergio se fue, dejando a Marcos solo y esperando que el dijese algo. Pero decidió que no tenía nada más para decir. ¿Qué podía decírsele a alguien que tenía toda la razón?

Raquel estaba en su habitación junto a Gabriela, hablando sobre lo que había hecho en este tiempo... A pesar de ser poco, Raquel lo sintió como una eternidad.

-Entonces fuimos al circo mami – Raquel escuchaba atentamente a su hija contándole con lujo de detalle cada salida – Y habían muchos animales, y payasos, no me gustan mucho los payasos. Me divertí mucho, pero te extrañaba.

-Yo también princesa – Abrazo a su hija, ¿Cómo podría pasar solo tres días con ella y luego no verla por quien sabe cuánto tiempo más?

-¿Por qué no vamos a casa, como siempre?

-¿Olvidas lo que te explique?, pero pronto volveremos a estar juntas, te quiero mucho, no lo olvides.

En ese momento Marcos entro en la habitación y le pidió a Gabriela que fuese a la suya, o bueno, a la que sería suya por tres días.

-¿Para qué querías hablar con Sergio? – ¿Qué podía esperar de Marcos?

-Nada que no fuese correcto. – Se acerco a ella y la abrazo -- ¿Sabes que eres muy importante en mi vida, cierto?

-Y tú en la mía, eres lo mejor que me ha pasado.

Sergio oía todo al otro lado de la puerta, no era correcto, pero no resistió.

Aunque hubiese preferido no haber escuchado nada, ahora se sentía... ¿Cómo se sentía? No tenía palabras.

Al escuchar aquella conversación supo que tenía que esforzarse al máximo para recobrar su memoria, y así no tener que seguir viviendo bajo el mismo techo que Raquel. ¿Y si le pedía que hablara con su esposa, para buscar a otra persona que lo ayudase?

Sergio sintió como alguien lo observaba, volteo y se encontró con Gabriela mirándolo fijamente con un gesto desaprobatorio.

-Yo... ¿Podríamos mantener esto en secreto, pequeña?

Gabriela solo se encogió de hombros y camino hasta la cocina, Sergio la siguió. Ahora que la detallaba, era idéntica a Raquel, todos sus rasgos eran los mismos, era una niña preciosa.

Luego de tomar algo de jugo, se quedo mirando a Sergio. A el de pronto se le ocurrió algo; Si Raquel era amiga de su esposa, Gabriela debía ser amiga de Ana.

-¿Tú conoces a mi hija, Ana?

La nena negó con la cabeza.

¿Cómo? ¡Debía conocerla!, pero él no podía hacerle un interrogatorio a una niña que no parecía siquiera querer hablarle.

-¿Gabriela? – Raquel entro en la cocina y se sorprendió al ver a Sergio con Gabriela. -- ¿Estaban hablando?

-No, ella no parece tener interés en hablar conmigo.

-Es tímida, solo eso. Ahora ven Gabriela, tu papa quiere que salgan a pasear un poco.

La niña se fue con su mamá, y Sergio decidió ir a darse una ducha, y luego dormiría un poco, de pronto se sentía muy cansado, seguro habían sido las emociones del día las que lo habían agotado.

*

Sergio despertó, ya entrada la noche. Se levanto y fue a la habitación de Raquel, abrió la puerta sin siquiera tocar, debió ser el efecto de recién levantado que hizo que se le olvidase la presencia de Marcos en la casa.

Pero si aun estaba adormilado, se le paso al ver a Raquel ya dormida... En brazos de su esposo. Estaban abrazados, y Sergio sintió algo dentro de sí, decidió no negarlo, estaba muriendo de celos.

Cerró la puerta fuertemente, haciendo que Raquel se despertara.

Enseguida se levanto y se encontró a Sergio sentado en el suelo, justo a un lado de la puerta.

-Raquel, quiero que te vayas.

La Memoria Perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora