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Raquel volvió a su habitación, Sergio continuaba durmiendo, pero parecía algo inquieto. Se recostó una vez más en su pecho, y el enseguida se calmo.

Sonrió ante aquello, y luego lentamente se durmió.

Mi amor, por favor, despierta.

Ana, este bebe que está creciendo dentro de mí, y yo te necesitamos.

No nos abandones, te lo suplico.

Ya no soporto verte así, te amo.

Sergio se despertó ante las voces que acababa de soñar. Se había sentido tan real. Un escalofrío lo recorrió, ¿Y si era una mala señal?

Vio a Raquel durmiendo pacíficamente sobre su pecho, y decidió hacer a un lado aquel sueño.

Se quedo observándola, era perfecto poder verla de nuevo con esa magia, y esa luz que la caracterizaba. Aun dormida, iluminaba todo, y quizá estuviese sonando algo muy hermoso, puesto que sonrió ampliamente.

Esa sonrisa nunca debía volver a borrarse de su rostro, era luz tan propia de ella debía permanecer siempre en su rostro.

Sergio sabía que ahora más que nunca, debía encontrar pruebas para demostrarle a Raquel que él nunca la había engañado. Ella no merecía vivir con el recuerdo de una infidelidad, no se lo merecía.

Además, gracias a eso existía una gran desconfianza hacia él, y no podía culparla, pero debía cambiar eso y volver a ser la pareja que eran antes, volver a ser felices y poder olvidar el pasado tan escabroso que tenían.

Sabía que no sería nada fácil probar que todo fue una trampa de Daniela y Marcos, sobre todo porque Raquel confiaba ciegamente en él, al fin y al cabo, era su mejor amigo.

Pero debía encontrar la forma de hacerlos confesar, aunque sería muy complicado. Seguramente Marcos estaba enamorado de Raquel, era la única explicación que Sergio encontraba para que él hubiese hecho hasta lo imposible para separarlo de Raquel.

-Te amo. –Le susurró a Raquel. –Te juro que nunca te he engañado, y que jamás lo hare. ¿Para qué? Si contigo tengo todo lo que deseo, eres tan perfecta. –Le acaricio suavemente la mejilla, con mucho cuidado para no despertarla. –Junto a Ana, y este nuevo bebe seremos muy felices. Me encargare de curar todas tus heridas, y que esa sonrisa tan hermosa nunca se borre de tu rostro.

Raquel sonrió, Sergio pensó que seguía soñando, pero en realidad estaba despierta y sonreía por lo que él acababa de decirle.

Él no la había engañado, no tendría razón para decirle aquello cuando pensaba que ella aun dormía. Ahora su felicidad se había elevado a niveles inimaginables.

Entonces Marcos si la había engañado, él era el culpable de todas las heridas que había en su corazón, y en su alma.

Saber eso le dolió mucho, ella confiaba ciegamente en su mejor amigo, y él le había fallado de la peor forma.

Entre tantos pensamientos se quedo profundamente dormida una vez más, y Sergio hizo lo mismo.

Durmieron placenteramente, uno en los brazos del otro.

Al despertar, Raquel se encontró sola en la habitación, y eso le desagrado un poco. Vio una carta y una cajita sobre la almohada que uso Sergio.

Antes de abrir la caja, leyó la carta:

Me hubiese gustado quedarme para verte despertar, pero debía cambiarme para ir a trabajar. Espérame lista, yo llevare a Ana a la escuela, y te llevare a ti a la empresa.

La Memoria Perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora