Capitulo 8

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P.O.V. Federico:

Llegué a mi departamento y me bajé del auto. Abrí la puerta de atrás para bajar a Ludmila y noté que estaba completamente dormida, por lo que la cargué en mis brazos con cuidado de no despertarla. Entramos al departamento y dejé a Ludmila en un sillón de la sala con cuidado. Fui a la cocina a buscar una pastilla para que tome, porque sino mañana no aguantará el dolor de cabeza. No quiería despertarla, pero tenía que hacerlo, asi que lo hice despacio para que no se asustara.

—Ludmila, Ludmila despertate— dije suavemente en su oído. Pero al parecer mi plan no funcionó, ya que apenas la hablé dio un salto en el sillón por el susto.

—¿Qué? ¿Dónde estoy?— gritó algo asustada.

—Shh, vas a despertar a todos mis vecinos— reí y ella me miró extrañada—Estás borracha Ludmila. Tomate esto— le dije mientras le entregaba la pastilla y el vaso de agua— Te encontré en la fiesta de Naty y me dijiste que te sentías mal. Te ofrecí llevarte, pero me dijiste que no querías ir a tu casa, y no iba a dejarte sola en estas condiciones, así que te traje a mi departamento— dije mientras ella se tomaba la pastilla.

—Me siento mal— dijo mientras se recostaba en el sillón.

—Vamos, te llevo a mi habitación— le dije y la cargué hasta arriba. 

Abrí la puerta de mi habitación y entramos. Dejé a Ludmila en el piso y me di vuelta para cerrar la puerta. Cuando volví  a girar, sentí que entralazó sus manos detrás de mi cuello, acercándome a ella, y comenzó a besarme. Y maldita sea, que bien que besaba. Me tiró hasta mi cama y nos acostamos en ella. No podía apartarme de ella, o más bien no quería hacerlo, pero sabía que no era lo correcto.

¿Qué estaba pasando? ¿Cuánto había tomado Ludmila para hacer esto? Me separé de Ludmila, no podía aprovecharme de ella sabiendo que estaba borracha.

—Ludmila, pará por favor— dije entre besos pero ella no me escuchaba— Ludmila— saqué fuerzas de no se donde y me aparte de ella lo más delicadamente posible. 

—Fede, por favor yo...

—Shh— no la dejé terminar—. Mañana no te vas a acordar de nada, preciosa. No me lo hagas más difícil. 

La tapé con las sabanas de mi cama, le di un beso en la frente y salí de mi habitación. No aguantaría estar en la misma cama que ella durante toda una noche sin poder besarla ni tocarla. Caminé hasta la pieza de huespedes y me tiré en la cama. Suspiré. Estaba realmente impresionado de la fuerza de voluntad que llegué a tener.

Una, dos, tres horas... Y yo todavía no me podía dormir. No paraba de dar vueltas en la cama pensando en lo sucedido y en lo que pudo suceder. Y pensar que podría haber logrado la apuesta en ese momento... ¿Qué me pasó? No suelo sentir piedad por las chicas en la cama. Pero con Ludmila fue diferente... Sentí la necesidad de protegerla y no hacerle daño, ¿qué me está pasando?

**

Me desperté tarde al otro día, había podido dormir bastante. Apenas abrí los ojos recordé a Ludmila, y decidí ir a verla. Toqué la puerta de mi habitación y, como nadie me respondía, decidí entrar, ya que a lo mejor seguía durmiendo. Pero al hacerlo, note que no había nadie. Tan solo estaba la cama bien tendida y las ventanas abiertas, refrescando la habitación. Me extrañó mucho, por lo que bajé a ver si estaba en la cocina o en la sala. Tampoco la encontré. En cambio, noté que había un papel con una nota escrita sobre la mesa de la sala.

"Perdón Fede pero tuve que irme temprano. Gracias por cuidarme y recibirme en tu casa anoche. Nos vemos luego. Ludmila Xx"

Suspiré frustado y tiré la nota. Necesitaba verla y hablar con ella. Tomé un abrigo y salí de mi casa. Necesitaba despejar un poco mi mente.

Una Dulce Apuesta (Fedemila)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora