Capitulo 17

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P.O.V. Ludmila:

No lo puedo creer... ¡¿Rodrigo me estaba besando?! Me separé bruscamente y me levanté de la cama, para alejarme aún más de él.

—Ludmila, yo...— empezó a decir pero lo interrumpí.

—Vos nada, Rodrigo. Yo te cuento que me siento mal por lo que me hizo Federico, que todavía lo quiero y que no puedo dejar de pensar en él, ¿y vos venis y me besas?— Casi que grité, indignada.

—Es que justamente yo quiero que te olvides de él— dijo acercándose a mí.

—Ah no, ¡vos sos todo un desubicado! Vos y yo ya no somos nada, y nunca más vamos a volver a serlo. Así que si todavía queres tener algún tipo de contacto conmigo, no volvas a hacer esas cosas, porque tambien me vas a perder como amiga.

Caminé hasta la puerta y la abrí, indicando que se vaya. Y así lo hizo, sin decir absolutamente nada.

¿Por qué todos los hombres tenían que ser iguales? Sólo se preocupan por ellos mismos. Lo único que logró Rodrigo es que ahora me sienta peor que antes. Me recosté en la cama, intentando descansar y olvidarme un poco de todo.

**

Me levanté temprano al otro día. Había podido descansar bastante, y me sentía mucho mejor. Me cambié rápido y salí de mi habitación. Desayuné con mi abuela, y ella no tocó el tema de los chicos en toda la comida. Terminé de desayunar, me despedí de ella y salí de la casa.

Caminé tranquila al Studio, mientras escuchaba música. Me sentía bastante mejor, y así quería verme. Quería que Federico piense que ya no me importaba, aunque en realidad no era así.

Llegué al Studio y entré. Comencé a buscar a Pablo, necesitaba hablar con él, hasta que vi a Federico acercarse a mí. Toda la tranquilidad que sentía cinco minutos antes, desapareció cuando lo tuve delante mío. Las piernas me tamblaban, me sentía débil. Estaba como en shock, sin poder reaccionar.

—Ludmila, ¿estás bien?— dijo tomándome entre sus brazos, algo preocupado.

Y sentir su tacto era todavía peor. Me hacía perder todos los sentidos. Que difícil va a ser olvidarme de él...

—Eh, Federico— dije por fin reaccionando. Él me sonrió, pero yo no lo hice. No iba a volver a caer en sus encantos. Sus malditos y sexys encantos italianos...

—Ludmila— me llamó de nuevo, esta vez riendo. De nuevo me había quedado en shock, pensando en él. Cambié mi mirada a una más dura.

—¿Has visto a Pablo? Necesito hablar con él sobre nuestro tema en dúo— dije seca.

—¿De qué vas a hablar con él?

—Ah, mirá, justo ahí viene— dije ignorándolo y caminando hacia Pablo. Federico me siguió.—Pablo— lo llamé y él se dio vuelta a verme—Quiero hablarte sobre el tema en dúo que tengo con Federico.

—Si decime, ¿qué pasa?

—No quiero cantar con él— dije señalándolo.

—¿Cómo que no queres cantar conmigo?— Se metió Federico.

—Eso va a ser imposible, Ludmila. Faltan tres semanas para el show final, no podemos cambiar todo ahora— dijo Pablo un poco preocupado.—A parte a ustedes les sale muy bien el tema, tienen una conección muy linda para mostarle al público— dijo con una sonrisa, intentando convencerme.

—Si, pero lo que pasa es que con Federico está todo mal y...— Pablo me interrumpió.

—Miren chicos, si tienen problemas personales soluciónenlos entre ustedes, pero no me metan a mí. Y si no pueden hacerlo, por favor les pido que sean profesionales y que los dejen de lado a la hora de cantar, ¿puede ser?— dijo ahora molesto. Yo asentí y Pablo se fue de allí.

Una Dulce Apuesta (Fedemila)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora