Capitulo 18

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P.O.V. Ludmila:


Caminaba tranquilamente en dirección al Studio. ¡Al fin era viernes! Un poco de descanso, de dejar de ver a ciertas personas este fin de semana no me vendría nada mal... 

Me faltaban unas cuadras para llegar al Studio, cuando siento que me toman del brazo y me voltean.

—Ludmila, por favor necesito que me escuches.

—¡Rodrigo ya te he dicho que no quiero hablar con vos!— Grité, intentando liberarme de su agarre.

—Ludmila, por favor, no contestas mis llamadas, no respondes mis mensajes, ¡me ignoras todo el tiempo! Tengo algo muy importante para decirte, y necesito que me escuches— soltó desesperado, pero yo no quería hacerlo, no quería escucharlo.

—Rodrigo yo... Es mejor que lo dejemos así, que nos distanciemos un poco. Yo no quiero que te confundas más conmigo, lo nuestro ya pasó y no va a volver a pasar y...— no pude seguir, ya que me interrumpió.

—Necesito que me escuches.

—Voy tarde al Studio, después hablamos— me soltó, ya rendido, y salí caminando rápido en dirección al Studio. 

Llegué muy agitada, porque prácticamente había corrido para llegar a tiempo, y me dirigí al salón de música. Tenía que practicar con Federico la coreografía que bailaríamos en el show final. Bah, "practicar"... En realidad lo que teníamos que hacer era preparar la coreografía, no teníamos nada. 

Entré al salón de música y ahí estaba, donde se suponía que nos íbamos a juntar. Sonrió al verme, yo solo me acerqué a él. 

—Ludmila, estoy aquí hace rato y, esperando a que llegaras, me puse a pensar en algunos pasos, ¿querés que te los muestre?— dijo con esa típica sonrisa suya que derrite a cualquiera. Yo solo asentí y él me tomó de la mano, ayudándome a subir al escenario.—Sería algo así.

Puso la canción y entrelazó nuestras manos. Me hizo dar una vuelta, quedando muy juntos los dos. Puso sus manos en mi cuntura, y yo instintivamente las entrelacé en su cuello. Comenzó a bailar así, en esa posición, mientras cantaba su parte. Yo solo lo seguía, mientras me perdía en sus hermosos ojos y en su sonrisa que... 

No, no podía con esto, era demasiada tentación para mi. Federico es un maldito, aprovecha cualquier situación para acercarse a mi y para que vuelva a caer en sus pies. Y lo pero es que lo está logrando. 

Sin darme cuenta, dejó de cantar y cerró sus ojos, acercándose a mi, para besarme. Saqué fuerzas de no sé donde y me separé de él.

—No, Federico, ¿vos estás loco? No nos vamos a besar. A parte, estábamos en la mitad de la canción, no nos podemos besar en la mitad— dije rápido, tartamudeando un poco.

—Bueno, entonces eso lo pordríamos hacer al final— dijo nervioso, rascándose la nuca.

—Eh, no porque...

—Ludmila— me interrumpió—No negues más lo que sentís por mi— tomó un mechón de mi cabello y lo acomodó detrás de mi oreja—Yo sé que vos me queres, Ludmila. Cuando cantamos, cuando bailamos juntos y hasta cuando peleamos, el brillo de tus ojos me dice lo que vos realmente sentis.— Me dijo y colocó sus manos detrás mío, haciéndolas descansar en mi espalda baja. Yo no podía hablar, simplemente las palabras no me salían. Mi corazón latía tan rápido y tan fuerte, que estaba segura de que Federico lo podía escuchar.—Yo ya te he dicho toda la verdad, por favor necesito que confies en mi.— No podía con Federico, todo en él me derretía.—Me volves loco, Ludmila.— Dijo en un susurro casi inaudible, pero yo pude oírlo. No aguanté más y tomé su cara entre mis manos. Éramos sólo nosotros dos, no se sentía ningun ruido, salvo el de nuestras respiraciones que se mezclaban al estar tan cerca. Cerré los ojos y nos acercamos lentamente, hasta que alguien nos interrumpió.

Una Dulce Apuesta (Fedemila)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora