P.O.V. LUDMILA:
Mi cuerpo caminaba solo. Así es, mi cuerpo caminaba solo, como si estuviera configurado para eso, pero mi mente pensaba en las mil y una excusas para no ingresar a ese maldito edificio. Mi hijo me hablaba, pero yo no podía enfocar mi atención en él.
Y no, la verdad era que, desde esa maldita cena, no había podido enfocar mi atención en nada más que Federico. En Federico y en nuestro reencuentro.
No había vuelto a hablar con la pareja desde entonces, y era a eso a lo que me dirigía en ese preciso momento.
-¡Mamá! No vayas tan rápido que no puedo- la voz de mi hijo quejándose se adentró en mi oídos, por lo que tuve que bajar la velocidad de mi caminar.
Llegamos al instituto y mi hijo corrió con su grupo de amigos luego de despedirse de mí. Yo me dirigí a la oficina de Micaela para hablar con ella. Para mi sorpresa no estaba, por lo que decidí salir y esperarla en el pasillo.
Sonreí al ver a los niños y jóvenes cantar y bailar por los pasillos, y por un momento me dejé llevar, recordando mi adolescencia en el Studio. Risas, gritos, retos, bailes, lágrimas... Todo volvió a mi mente, reproduciéndose como una mini película.
-¿A quién busca, señorita?- Una de las profesoras me sacó de mi pequeño trance, haciéndome sobresaltar.
-Eh, estoy esperando a Micaela- dije luego de unos segundos.- Pero no la he visto, ¿Sabe dónde la puedo encontrar?
-La señorita Micaela ha salido por un asunto importante, y me ha dejado en claro que no volverá en toda la mañana. Pero si quiere llamo al señor Federico- dijo con un elevado tono de voz.
-No no, no hace falta- me apresuré a decir. Lo que menos quería en ese momento era encontrarme con él.
Sin embargo, una voz resonando en todo el pasillo me hizo dar cuenta que era un poco tarde.
-¿Quién me llama, Carmen?- Maldita sea.
-Mire que casualidad, justo ahí viene. Bueno, los dejo así hablan tranquilos- dijo con una amable sonrisa y se retiró de allí.
-Gracias- dije falsamente para mi misma, ya que sabía que ella no lo iba a captar de ese modo.
Como la inmadura que soy, intente escapar, pero su voz llamándome interrumpió mi "huida".
-¡Ludmila!- me llamó y aceleró su paso, llegando a mi lado. Yo me di vuelta lentamente.
"Lo odio, lo odio, lo odio" repetía en mi mente.
"Sí, odias las ganas que le tenes" me contestaba otra parte de mi mente.
Ah bien, ahora resulta que me estoy volviendo loca.
-Hola- dije bastante seca.
La verdad era que no me iba a esforzar en hacerle creer que todo estaba bien entre nosotros, porque hace mucho que no lo estaba, así que no pensaba tratarlo de una mejor manera.
-Em, ¿qué necesitas?- dijo rascándose la nuca.
Me quedé observando ese sencillo movimiento. Recordé que Federico siempre hacía eso cuando estaba nervioso. Solía amar que él hiciera eso. Esa acción tan simple fue suficiente para transportarme a viejos tiempos.
-Ludmila- su voz volvió a sacarme de mis pensamientos.
-Eh, perdón, me quedé pensando- dije mirando a cualquier otro lado.
Él rió, y era una risa sincera. Rió porque al conocerme tan bien como yo a él, sabía que yo hacía eso para demostrar mi nerviosismo. Yo no le seguí la risa, tan solo miré al piso, algo avergonzada.
-¿Para qué necesitas a Mica?- Mierda, odiaba como sonaba el nombre de la chica en sus labios.
-Quería aclarar unas cosas acerca del vestido, y quedar en un horarios para reunirnos- dije quitándole importancia- Pero como no está, mejor me retiro- hice ademán en irme, pero su brazo me sostuvo para que no me moviera de su lugar.
Dirigí mi mirada a la zona en la que su mano se encontraba reposada en mi brazo. Casi podía ver las miles de corrientes eléctricas que nacían de ese lugar, dirigiéndose a cada centímetro de mi cuerpo.
Él, al darse cuenta de su acción, retiró rápidamente su mano.
-Ludmila, puedo preguntarte una cosa- dijo luego de unos segundos en silencio, bastante nervioso.- Sin que te molestes- agregó.
-Sí, supongo- dije algo confundida.
-Benja... ¿Cuántos años tiene?- soltó algo tímido.
No me tomó por sorpresa esa pregunta, sabía que tarde o temprano iba a llegar.
-Cuatro- tenía bastante ensayada esa respuesta. Por supuesto que sabía que no estaba bien, pero no iba a cambiar de opinión ahora, tan solo no podía.
-Ludmila, los dos sabemos lo que pasó entre nosotros, y...- comenzó a hablar bajito, acercándose a mi, pero inmediatamente yo lo interrumpí. No le iba a dar la posibilidad de la duda, de eso estaba segura.
-No Federico, no me vengas con estas pelotudeces- comencé a prácticamente gritar, muy histérica.- No me podes venir con eso, no después de todo lo que ha pasado entre nosotros. Si yo te digo no es no- dije aumentando todavía más el volumen de mi voz.
-Sí, tenes razón. Perdoname- dijo tranquilo, un poco arrepentido por lo que había dicho.- Por todo- agregó.
Era bastante obvio que ese "perdoname" no era solo por lo que acababa de decir, pero no se la iba a dejar tan fácil.
Asentí, no tan segura. Pasaron unos segundos, unos largos segundos en los que lo único que hacíamos era esquivarnos las miradas. Fue muy incómodo, hasta que decidir cortar el silencio.
-Bueno, yo me voy porque vine a, Mica y...- callé al darme cuenta que no podía formular nada coherente.- Nos vemos- agregué sin mirarlo a los ojos, dándome vuelta para retirarme del edificio.
No logré dar más de dos pasos, hasta que su voz volvió a interrumpirme.
-Ludmila- me llamó.
Quería ignorarlo, seguir caminando y hacer como si nada hubiera pasado. Pero no pude, tan solo no pude.
Lo miré para que hablara, dándole a entender que me quería ir de allí lo antes posible. Al parecer, tardó unos segundos en formular lo que me quería decir, hasta que finalmente lo soltó.
-Yo nunca te pude olvidar.
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Realmente no alcanzan las palabras para expresar lo mucho que me animaron sus palabras, en serio. Gracias por cada comentario, en serio les agradezco mucho el apoyo. Gracias por no molestarse y seguir aquí. Gracias.
Espero que les haya gustado el capítulo, se los dedico a todas ustedes. Las quiero, un beso grande.
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Una Dulce Apuesta (Fedemila)
Fiksi Penggemar—Gánate a la rubia— Sonrió mi amigo, desafiante. —¿Cómo?— dije sorprendido, esperando a que me cuente más. —Gánatela. Haz que Ludmila se enamore de ti, y luego rómpele el corazón en frente de todos, ¿que te parece? Extendió su mano hacia mi, mirá...