P.O.V. Federico:
—¿Qué? ¡No! ¿De donde sacaste eso?— Dije muy nervioso, mirando hacia otro lado, tratando de evadirlo.
—Es mas que obvio, Federico. ¿Hasta cuándo vas a seguir mintiéndote así?
—Es por la apuesta, León, ya te lo dije— repetí una vez más, algo inseguro, pero sin poder convencerlo.
—No te creo nada— dijo cruzándose de brazos.
—Ah, ya se lo que queres vos— dije y él me miró confundido—¡Vos queres que yo admita que estoy enamorado de Ludmila para que vos ganes la apuesta!— Dije señalándolo con el dedo, haciéndome la víctima. Aunque sabía muy bien que esa no era su intención.
—No, Federico, mira las pavadas que decis— dijo ofendido—Yo soy tu amigo, y lo único que quiero es que vos estes bien, sacando de lado la apuesta o cualquier otro estúpido juego, y vos lo sabes muy bien. Decime la verdad— agregó mirándome fijamente—¿Vos qué sentis por Ludmila?
—Nada— mentí. León bufó. Esperé unos segundos, y luego volví a hablarle—León, vos sos mi mejor amigo, y vos más que nadie sabes lo mucho que sufrí por amor. Después de eso prometí no volver a enamorarme, y por eso me convertí en la basura que soy ahora, pero no pienso pasar por lo mismo que pasé años atrás. Y si tengo que romperle el corazón a Ludmila en frente de todo el Studio para que veas que sigo siendo el mismo de siempre y que no cambié, bueno pues lo voy a hacer— dije y León me miró decepcionado.
—Justamente porque soy tu mejor amigo y te conozco más que nadie, y porque sé cuanto sufriste por Chiara, es que quiero que esta vez hagas las cosas bien, para que no vuelvas a sufrir por amor.
—Vos no me entendes...—dije ya harto de todo esto.
—Si te entiendo, Federico— me interrumpió.—Te entiendo más que vos mismo, y es eso lo que te molesta tanto. A ver, mirame a los ojos y jurame que no sentis nada por Ludmila— me desafió, acercándose a mi. Yo lo miré mal y me paré, dispuesto a irme de ahí—¿Ves? No lo queres hacer porque sabes que si la queres y...
—Dejame en paz— lo interrumpí y me fui de su casa.
Caminé lo más rápido que pude hasta la plaza más cercana. Estaba enojado, muy enojado. En parte, lo que dijo León era cierto. En gran parte. Y es por eso que estaba tan enojado. Es que yo estaba bien siendo el chico mujeriego que tenía a sus pies a todas la chicas del Studio, y que se podía acostar con alguien diferente cada día, total no le importaba ni sentía nada. Pero no, tenía que llegar el maldito día en que León me propuso esa maldita apuesta y cambiar mi vida para siempre. ¿Cómo era posible que me vuelva a enamorar después de todo lo que sufrí? ¿O tal vez es pena lo que sentía por Ludmila? No, esa podía ser una opción, pero no es el caso. Lo que siento cuando la veo, cuando pasamos tiempo juntos, cuando la veo sonreír y cuando la beso es mucho más que solo pena por su vida.
No sé bien que es lo que me pasa, pero si de algo estoy seguro, es de que no me puedo dejar llevar por este estúpido sentimiento. No voy a dejar que el amor me destruya de nuevo, no otra vez. Caminaba en círculos en medio de la plaza, nervioso, pasándome las manos por la cabeza rápidamente, y la gente tan solo me miraba, me miraba como si estuviera loco. De repente, una sucia idea se atravesó por mi mente.
—Bárbara— susurré para mi mismo y saqué rápidamente el celular de mi bolsillo del pantalón. Marqué ese número que me sabía de memoria, y después de unos tres pitidos, me contestó.
—Vaya, vaya, ¿Federico Pasquarelli? Pensé que no volverías a llamarme— dijo seductora desde el otro lado de la línea.
—¿Estás libre ahora?— Dije sin más preámbulo.
—Siempre estoy libre para vos.
—Voy para tu casa— dije y colgué.
Comencé a correr prácticamnete hacia su casa. Bárbara... Bárabara Robins, una vieja amiga que conocí apenas llegué a Argentina. Me había acostado un par de veces con ella. Mba, un montón de veces. Es la única chica que me hizo sentir realmente placer en la cama, y fue ella quien me sacó de mi gran depresión cuando mi relación con Chiara terminó. Todo lo que sabía en la cama se lo debía a ella.
Me sabía la dirección como la palma de mi mano, por lo que en cinco minutos me encontraba en frente de la puerta principal. Toqué repetidas veces el timbre, bastante impaciente, y en menos de diez segundos me abrió la puerta. Y ahí estaba la rubia, en frente mío, apoyada en el costado de la puerta. Se veía sexy, muy sexy, más de lo que la recordaba. Metí un pie en su casa y, sin decir absolutamente nada, la tomé de la cintura y le planté un beso en los labios. No era tierno y romántico como los que le daba a Ludmila, era salvaje y desesperado. Yo tenía el control del beso, metía y sacaba la lengua bruscamente en su boca, y ella solo gemía en respuesta. Todo era igual que hace algunos años atrás, cuando la vi por última vez, excepto por algo...
No sentía nada. ¿Cómo era posible que esta sexy rubia ya no me hiciera sentir nada? Algunas imágenes de Ludmila aparecieron en mi mente, y no pude evitar sentirme culpable al respecto. Bárbara me mordía el lóbulo de la oreja, me daba besos húmedos en mi cuello y hasta recorría con su lengua todo mi torso desnudo, pero no sentía nada. Por más que lo intente, ya no era como antes, ya no provocaba nada en mi.
Bárabara se tiró en el sillón, ella arriba mío, sacándose su remera. Yo solamente la seguía. Comenzó a repartir besos en todo mi cuerpo, y de repente las imágenes de Ludmila se hicieron más presentes en mi mente, recordando sus besos, sus caricias, sus sonrisas... Y deseando con todas mis fuerzas que fuera ella la chica con la que estaba a punto de tener sexo. Una oleada de calor recorrió todo mi cuerpo al pensar en eso.
—Ay, si, Ludmila, te amo...— Aquellas palabras salieron de mi boca sin siquiera pensarlas, y por supuesto que Bárbara las oyó. Abrió sus ojos como plato y se salió de encima de mi.
—¡¿VOS SOS TARADO FEDERICO?!— Me gritó en la cara por lo que acababa de hacer—¡¿Cómo se te ocurre gritar el nombre de otra chica cuando estamos a punto de tener sexo, y encima decir que la amas?! ¡ANDATE DE MI CASA Y NO ME BUSQUES MÁS!— Dijo tirándome mi remera al pecho y echándome de su casa, para después cerrarme la puerta en la cara.
¡¿Qué mierda me está pasando?!
*******____*******Holi, como andan? Espero que muy bieeeeen :)
Bueno, capitulo perver, espero que no les moleste
Uh, Fede, las que te mandas chabon... ¡Dijo que amaba a Ludmila! *-* Inconsciente, pero lo dijo...
Espero que les haya gustado, a mi me gusto escribirlo asique espero que sea de su agrado tambien
Bueno, de a poquito van a ir saliendo todaaas las cosas a la luz y se va a ir poniendo mas interesante...
¡Gracias por sus votos, sus comentarios y sus mensajes! Gracias por el apoyo que me dan, las adoro ♥
Bueno, eso nada mas, voy a intentar subir cuano antes, un beso enorme!
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Una Dulce Apuesta (Fedemila)
Fanfiction—Gánate a la rubia— Sonrió mi amigo, desafiante. —¿Cómo?— dije sorprendido, esperando a que me cuente más. —Gánatela. Haz que Ludmila se enamore de ti, y luego rómpele el corazón en frente de todos, ¿que te parece? Extendió su mano hacia mi, mirá...