P.O.V. Ludmila:
—Alejate de Federico porque el nunca te va a querer— dije amenazadoramente—¡Entendelo de una vez!— Ella se rió, sarcástica.
—A vos nunca te va a querer, rubia malteñida.
Y esa fue la gota que colmó el vaso. A mi nadie me dice así, y menos esta estúpida. Me tiré encima de ella y comencé a tirarle el pelo. Ella no hacía nada, tan solo chillaba e intentaba separarse de mi. Y después el debilucho era Rodrigo...
Hubiera estado así todo el día, toda la semana, todo el tiempo necesario para arrancarle todo su cabello, pelo por pelo, hasta que se arrepintiera por lo que me dijo, pero no pude ya que alguien me tomó de la cintura y me alejó de ella. No lo había visto, pero sabía que era Federico. Podía reconocer su tacto, sus manos y su perfume en donde fuera.
—Mi amor, no vale la pena.— Me susurró Federico en el oído para que me tranquilizara.
—¡ME LAS VAS A PAGAR IMBECIL!— Chilló la pelirroja y salió corriendo de allí, con lágrimas en los ojos.
Giré para mirar a Federico, quien todavía me abrazaba de la cintura.
—No me gustó como reaccionaste con Rodrigo— dije haciéndome la enojada, aunque sabía que era muy caradura reprocharle algo después de lo que yo había hecho con Camila.
—¿Qué? Si vos acabas de hacer lo mismo— dijo sorprendido.—Bueno, a tu manera, pero es lo mismo en fin.
—Pero yo...— dije y me interrumpió.
—No digas nada— murmuró y me acorraló contra el locker, con una mano a cada lado mio. Comenzó a darme besos húmedos en el cuello, y luego igual en el resto de la cara.
—No, Federico acá no...— dije y me plantó un dulce beso en los labios. Al principio era solo eso, un simple beso, pero luego empezó a tocar mis labios con su lengua, para que lo dejara pasar. Yo accedí gustosa. Recorrió cada rincón de mi boca con su lengua. Ya no era un beso dulce y tierno, era salvaje y desesperado. El maldito no podía besar más delicioso. Entrelacé mis manos detrás de su cuello y lo acerqué más a mí, profundizando el beso. Nuestros cuerpos encajaban a la perfección, como dos piezas de rompecabezas. No podíamos estar más juntos, ni una gota de aire pasaba entre nosotros. Podía pasarme horas besando a Federico, pero la necesidad de respirar hizo que me separe de él. Los dos comenzamos a respirar agitadamentre. Miré hacia un costado y vi a León, quien nos observaba con una sonrisa divertida en su rostro. Se acercó a nosotros.
—Wow, si queres ponela entre dos panes y cométela entera amigo— le dijo a Federico palmeando su hombro. Yo me sonrojé.—¡Eso fue mejor que una película porno!— Agregó y me puse mucho más roja aún. Federico le pegó en el pecho, haciéndose el enojado.
León empezó a hablarnos sobre algo, pero yo no lo escuchaba. Federico me tenía abrazada de la cinutra y no dejaba de besarme el cuello. Al parecer él tampoco estaba prestándole atención a su amigo.
—Ludmila— reaccioné cuando León me llamó—¿Podrías dejarme un rato a Federico?— Fede lo miró mal, como si no quisiera que me fuera.
—Sí, yo igual ya me iba— le respondí e intenté librarme del abrazo, pero no pude.
—No te vayas— resongó Fede, lo que me mató de ternura. Le di un beso corto en los labios y me separé de él.
—Después nos vemos, tenemos que hablar— el asintió. Me despedí de los dos y me dirigí con una gran sonrisa a mi primer clase del día.
**
Sonó el timbre, lo que indicaba que las clases habían terminaron por hoy. Caminaba sola hacia la casa de mi abuela, ya que Fede tenía que quedarse un rato más en el Studio practicando con la Boyband. De todas formas habíamos quedado en que iría a la casa de mi abuela para cenar con nosotras, y así tendrámos tiempo de hablar.
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Una Dulce Apuesta (Fedemila)
Fiksi Penggemar—Gánate a la rubia— Sonrió mi amigo, desafiante. —¿Cómo?— dije sorprendido, esperando a que me cuente más. —Gánatela. Haz que Ludmila se enamore de ti, y luego rómpele el corazón en frente de todos, ¿que te parece? Extendió su mano hacia mi, mirá...