Capitulo 23

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P.O.V. Ludmila:


Sábado en la tarde, y yo llevaba unas dos horas frente al armario sin saber qué ponerme. Federico había quedado en pasarme a buscar a las nueve, y debo admitir que estaba muy ansiosa por su sorpresa.

Esta semana ha sido bastante difícil. He ido a visitar a mi mamá a un centro de rehabilitación, donde la trasladaron hace unos días, y la verdad es que me partió el alma verla ahí. Y lo peor es que no me habla, me ignora. Está furiosa conmigo, y yo no puedo evitar sentirme terriblemente mal. Federico intenta consolarme, diciéndome que es lo mejor para ambas, que allí la ayudarán y que pronto se le pasara. Yo solo intento mantenerme fuerte delante de él, pero la verdad es que cuando estoy sola no puedo evitar derrumbarme.

Sonó el timbre de la casa, lo que interrumpió mis pensamientos. Bufé y corrí escaleras abajo para abrir la puerta, ya que mi abuela había salido y me encontraba sola en la casa. Abrí y me encontré con Fede, quien me plantó un beso en la frente y entró a la casa.

—Federico, ¿qué haces acá?— Pregunté muy confunida—Son las siete de la tarde, y quedaste en venir a las nueve.— Él asintió divertido.

—Es que estaba aburrido solo en mi departamento, y como ya estaba listo decidí venir a esperarte acá— dijo y se sentó en el sillón, sin ningun problema. Había pasado bastante tiempo acá, por lo que ya ni tenía vergüenza de actuar como si estuviera en su propia casa.

Me detuve a verlo, y la verdad es que estaba extremadamente guapo. Llevaba una camisa blanca con los primeros botones sin abrochar, un pantalón de jean bastante ajustado que dejaba una buena vista de su trasero tonificado, y unos zapatos de salir. 

—¿Te gusta lo que ves?— Preguntó divertido al notar que no le apartaba la mirada. Yo me sonrojé y le pegué suavemnete en el pecho.

—Me voy a bañar, vos quedate acá haciendo lo que quieras— solté y me di vuelta camino a mi habitación, pero a los segundos me detuvo y me giró para quedáramos frente a frente.

—Si queres podemos bañarnos juntos— susurró en mi oído seductor, después de haber estado unos treinta segundos mirándonos fijamente a los ojos. Largué una carcajada y él me miró mal.

—Vos ya estás listo, Federico, asi que me baño sola— le respondí dando suaves palmaditas en su hombro, en forma de consolación, y volví a girar en camino a mi habitación.

—¡Eso no es justo!— Lo escuché gritar mientras subía las escaleras y no pude evitar reírme. Lo ignoré y continué caminando hacia el baño de mi habitación.

Me tomé una ducha rápida y, diez minutos después, me encontraba frente al armario sin saber que ponerme, otra vez. Desesperada, comencé a sacar toda la ropa del armario, hasta que al fin encontre algo decente: un vestido verde agua, de corte corazón, que em quedaba unos dedos arriba de la rodilla. Apretado arriba y suelto abajo, lo que resaltaba un poco mi figura. Me lo probé y quedé satisfecha. Lo combiné con unos zapatos de tacón dorados y una cartera del mismo color. 

Al terminar de cambiarme me dirigí al baño para maquillarme un poco. Me puse un poco de rubor y lapiz labial, lo que me pareció suficiente. Me miré al espejo y me gustó lo que había logrado, por lo que bajé las escaleras para encontrarme con Fede. 

—Wow, te ves hermosa— dijo haciendo que diera una vuelta para verme—Aunque vos siempre te ves hermosa— me dijo y me sonrojé.—¿Nos vamos?— Asentí con la cabeza y él me dio un dulce beso en la mejilla. 

Cerré la puerta de la casa y  caminamos hasta el auto de Fede. Me estaba por subir, pero él me detuvo.

—¿Qué pasa?— Le pregunté algo extrañada.

Una Dulce Apuesta (Fedemila)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora