Me dolían las costillas como si me las hubieran pateado. Tenía ganas de vomitar y la respiración tan jadeante y acelerada que me ahogaba yo sola entre las bocanadas.
Sentí unas manos grandes sobre mis hombros, sacudiéndome para que me moviera.
-¡Vamos Ara! No puedes parar ahora.
Fulminé con la mirada a mi entrenador, agarrándome las rodillas temblorosas para no echar el modesto desayuno sobre mis zapatillas.
-Te odio-Escupí entre jadeos de pura rabia-¡¿Cómo me haces algo así, Guille?! ¿Quieres matarme y perder tu puto trabajo?
Guille se río a carcajadas, deteniendo su trote para inclinarse hasta poner su rostro a mi altura.
-Ambos sabemos que no me vas a despedir por machacarte un poco para que sigas estando así de buena-Se burló.
Empujé su cara lejos de la mía, irguiéndome con la respiración un poco más controlada.
-No eres un cirujano plástico. Estoy buena porque tengo buenos genes.
Guille volvió a reírse y me dio un pellizco amistoso en la mejilla, que me hizo protestar y volver a empujarle.
-Estás buena porque te entreno yo. Los genes sólo te han dado la belleza-Me corrigió con tono de sabiondo.
Puse los ojos en blanco. Apoyé mi trasero en el banco más cercano, suplicando en silencio porque los músculos me dejaran de chillar por el sobre esfuerzo.
-¿Tan mal estaba antes de conocerte?
Se apoyó a mi lado, cruzando sus tonificados brazos para darme un pequeño empujón con ellos.
-No, pero yo te he mejorado.
Guille era uno de mis mejores amigos, a pesar de que trabajaba para mi.
Lo conocí en el gimnasio hace siete años y desde que me vio sobre la primera cinta de correr, se ofreció a ayudarme y orientarme para hacer bien los ejercicios. Trabajaba a media jornada antes de que decidiera contratarle como entrenador personal. Perdía todo su potencial en ese gimnasio y no lo valoraban como se merecía. Ahora me mantenía en forma a mí, se encargaba de las clases en la oficina y del hotel.
-Mi madre puso el molde-Bromeé estirando mis piernas para que volviera a responderme como debían.
Que no os engañen diciéndoos que los modelos, los actores o famosos tienen esos cuerpos por genética. Puedes tener un cuerpo bonito de nacimiento, si. Pero la gran mayoría de la gente se machaca en un gimnasio o tiene un mínimo de disciplina para estar en forma.
Antes de empezar a hacer deporte, mi cuerpo no tenía una forma tan definida o femenina. No estaba tonificada o con el culo duro. Guille se había asegurado que hacía ejercicio dos veces entre semana y otro día en fin de semana alterno, para sentirme a gusto con mi cuerpo.
-¡Bah! Solo te concederé eso-Continuó guiñándome un ojo, consiguiendo que mi enfado con él se disipara.
Mi interés en Guille fue inmediato cuando le conocí. Piel bronceada natural, con el pelo castaño oscuro recogido en un moño alto. Ojos grandes de color marrón y sonrisa perfecta. No llegaba a metro ochenta, pero lo que no tenía de alto, lo tenía de fuerte. Así que nadie se atrevía a toser en su dirección.
Mi yo de dieciocho estaba que no se lo creía porque un chico así se ofreciera a ayudarme, a pesar de todas las tías buenas que entrenaban a mi al rededor, con mucha menos ropa.
Tardé aproximadamente diez minutos de cachondeo en darme cuenta de que éramos personas muy parecidas. Sarcásticas, bromistas y despreocupadas.
Fuera del trabajo, no soy una arpía fría y calculadora que solo piensa en los beneficios de la empresa.
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Alcanzando el cielo #1 [Terminada]
RomanceAra López es una mujer fuerte, independiente y trabajadora. Una empresaria de éxito que ha evitado las relaciones estables como la peste. Su único interés ha sido siempre el placer y evitar los dramas sentimentales. Como suele pasar, llega un punto...