Capítulo 1

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Odio que me hagan esperar.

No es una revelación extraordinaria en esta sociedad acelerada sentirse así. Pero es que me sacaba de quicio por completo que la gente llegue tarde cuando se ha quedado a una hora.

Para mi, llegar diez minutos antes es llegar puntual. Llegar a la hora a la que se ha quedado, es llegar tarde.

-Vas a picar la mesa, Ara.

Volví mi barbilla hacia mi padre con gesto impaciente y los labios apretados. Sus ojos ambarinos estaban serenos y calmados, como todo lo que envuelve a Nicolás López. Detuve el tamborileo de mis uñas sobre la mesa de nogal oscuro de inmediato.

-Llegan tarde-Murmuré mirando el reloj de mi muñeca para confirmarlo.

Dio un pequeño suspiro, intentando que me pasara desapercibido. No lo consiguió.

-Faltan cinco minutos, hija. No seas tan quisquillosa-Me pidió amablemente.

Las comisuras de sus labios se elevaron ligeramente al decirlo. No hace mucho, esa palabra estaba totalmente desligada de mi.

Quisquillosa. ¡Ja!

Aún así, fui incapaz de no sonreír un poco ante su comentario.

Nicolás se relajó al ver que bajaba la guardia, recostándose en la silla con los ojos clavados en la puerta del comedor. Observé su calma con cierta envidia, al igual que ese porte elegante y sofisticado. Un comportamiento desarrollado después de muchos años yendo a un colegio privado y moviéndose en situaciones similares a estas desde que tenía uso de razón.

Sentados uno al lado del otro, no hacíamos más que desentonar como padre e hija. Aunque para mi fuera el único padre que tenía y llevara su apellido con un orgullo intachable, el hombre a mi lado no era mi padre biológico. Su cabello anaranjado estaba peinado hacia atrás, destacando sobre su piel lechosa y pecosa. De hombros estrechos, no mucho más alto que yo, pasándole por un par de centímetros con los tacones puestos. Nariz con puente prominente y frente amplia.

Mamá decía que era el hombre más guapo que jamás había visto. Exótico, llamativo y atractivo. En mi opinión, para gustos colores. Guapo o no, agradecería cada día que ese hombre hubiera aparecido en la vida de mi madre diez años atrás. Le debía todo lo que tenía, todo lo que había logrado y en definitiva, era uno de los pocos hombres que seguía valiendo la pena. Si no fuera por él, es posible que estuviera muerta o metida en algún lío muy gordo.

-Estás muy guapa esta noche, por cierto.

Chasqueé la lengua rondando los ojos en su dirección.

-No vas a lograr distraerme mientras nos hacen esperar, padre. Este contrato no es solo cosa nuestra-Le recordé con impaciencia.

Nicolás sabía que mi paciencia era escasa. Nula sería una palabra más exacta.

Se apoyó en la mesa con los codos para enfrentarse a mi. Sus ojos no flaquearon al mirar directamente a los míos. Era uno de los pocos capaces de mantenerme todavía la mirada sin inmutarse.

-Procura ser amable con ellos. Vienen de un viaje muy largo.

¡Como si vienen de la Patagonia!

-Que hubieran concretado otro día. Tenemos muchas cosas que hacer. ¡Como para perder el tiempo en una maldita reunión un viernes por la noche!-Protesté en un murmullo.

Las cejas naranjas de Nicolás se alzaron con cierto interés.

-¿Tenías planes?-Preguntó con curiosidad.

La verdad es que no. Pero que de un día para otro me rompieran mis planes de palomitas, vino y Netflix después de una semana eterna... Me ponía de un humor de perros. ¡Y encima llegaban tarde!

Alcanzando el cielo #1 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora