Capítulo Cinco

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     El camino a la tribu Jabari fue tranquilo, Azari observaba con asombro cómo a medida que se acercaban la nieve blanca y fría cubría todo, no había entendido porque le habían dado unas pieles para que llevara pero ahora lo agradecia. Vio al rey y a sus guardias también ataviados en pieles para protegerse del frío y luego miró a Bucky, al que el rey llamaba James y se había olvidado de preguntar el por qué.

     Caminaba a su lado solo con una remera larga negra de cuello alto y una chaqueta no muy gruesa como si la temperatura no le afectará. Pero se veía diferente entre el pálido de su piel y ligero vaho de vapor que se escapaba entre sus labios parecía libre, incluso su aroma a menta y fresia parecía encajar entre la nieve que les rodeaba.

     -Por Bast ponte algo más omega- le recrimino una de las Dora, alfa, la única que parecía no quererlo.

     -Por qué habría de hacerlo si el clima es perfecto- le respondió sin interés real.

     -Cuando te enfermes y estés a punto de morir no desestimaras mis palabras- respondió con desagrado. Al ver la expresión preocupada del menor Bucky le aclaró al menor.

     -Debes estar tranquilo, el frío es parte de mí*- le tranquilizó.

     El palacio de M'Baku siempre era fresco y bien iluminado, cálido y fresco a la vez como si todo allí tuviera un equilibrio etéreo e irreal, diferente a la calidez y gran cantidad de color en el palacio de la ciudad de oro. Mientras que los adultos fueron invitados en la sala del trono a Azari por otro lado le habían introducido a Dakari, un hermano menor del jefe de la tribu, un hijo que su padre había tenido con otra mujer y había sido aceptado.

     El joven era unos cuatro años mayor y alfa, era más grande físicamente y tenía un rostro que se debatía en seguir como el de un niño o volverse el de un hombre. Era muy hablador, a medida que pasaban por los pasillos escoltados por una Dora y un Gorila le contaba de dónde se había obtenido cada adorno o material.

     El más pequeño escuchaba atento, algo atemorizado al principio pero si su Bucky había considerado seguro que anduviera por ahí es porque así lo era. El mayor sonría mucho igual que gesticulaba demasiado con la vivacidad de alguien que no había visto la verdadera crueldad. De pronto le llamó la atención una estatuilla de un gorila, era distinta a las demás, sus ojos eran claros pero no conocía que piedra era, los dibujos en su cuerpo eran similar a los tatuajes que había visto este nuevo rey Gorila.

     -Es Ngi, el dios gorila, le veneramos aquí-

     -Creí que los Wakandiano veneran a Bast- le respondió el pequeño.

     -Si puedes hablar... digo supuse que lo hacías, pero como no habías dicho nada...- ser rio el mayor bajo la mirada de sus escoltas- Bueno hay distintos cultos en Wakanda...

     -Lo sé, Pantera, Gorila Blanco, Leon y Cocodrilo, dentro de ellos los dioses Tot, Ptah, Mujaji, Kokuo, pero tenía entendido que la principal es Bast- esperaba una respuesta.

     -Bueno, cada culto tiene su dios principal, las creencias y esencias del mismo. Para nosotros el Gorila Blanco es nuestro guía-

     -¿Crees que los dioses realmente intervienen en la vida humana?-

     -Bueno los dioses obran de forma misteriosa...- comentó pensativo, la conversación al fin era en los dos sentidos y quería aprovechar.

     -El dios de mi aldea nos abandonó, casi muero ese día- miró al menor con espanto, al igual que los adulto- Bucky dice que los dioses se olvidan de sus súbditos cuando se aburren de ellos, ¿crees que tal vez no rezamos lo suficiente?

Wakanda ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora