Capítulo Cuarenta y Nueve

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     Bucky miró preocupado a T'Challa, el alfa se despertó descompuesto y había vaciado su estómago en el inodoro, le acaricio la espalda y le alcanzó una toalla para limpiarse el rostro, luego la lavaría.

     -Tal vez deberían hacerte otro chequeo, es la segunda vez que te levantas a vomitar-

     -Comienzo a pensar que no solo es estrés- se había levantado dos veces, su cabeza lo estaba matando y solo quería volver a dormir.

     -Tal vez comiste algo extraño- Bucky sonaba angustiado, lo que provocaba que T'Challa solo sintiera más culpa por agregarle más problemas a su pareja.

     -Tal vez, debo hablar con Okoye-

     -No, vas a volver a dormir ahora, yo me encargare de ayudarla con el asunto Harley- sentenció ayudándolo a pararse.

     -Va a cumplirse una semana, no puedo quedarme en cama James-

     -Yo soy tu rey y, tu, T'Challa Udaku harás lo que te ordene- el alfa hubiese discutido, pero no se sentía lo suficientemente bien.

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     Dakari se detuvo abruptamente en el pasillo, sus manos comenzaron a sudar y sintió su sangre arder, estaba enojado, pero sabía que este enojo no era suyo. Podía identificar las emociones de Harley a la perfección luego de una semana de pasar por todo el espectro de emociones podía entender, casi, a la perfección que el alfa luchaba contra sus emociones, eran tan contradictorias esas emociones de enojo, miedo, tristeza y cariño con una pequeña pizca que él identificó como control, siempre en control era francamente admirable en su opinión.

     Había pensado en la mordida, la forma cruel en que sucedió, lo perdido que se encontraba en su mente y como silencio que abarcaba todo menos, la voz de Harley. El mayor lo llamó, pidió por él, le rogó pero él no podía responderle, era como ver todo en una película, recordaba el deseo por protegerlo pero su cuerpo se movía solo, violento y sin control terminando por provocar heridas en el otro. Pero el grito de la mordida fue lo peor, el grito que lo trajo de regreso, fue desgarrador, sus tímpanos vibraron y fue como le helaran la sangre.

     Su hermano le dijo que cuando Harley estuviera bien y a salvo hablaría con él, pero Dakari no estaba seguro de eso. Él entendía que era menor que Harley, todavía era un niño, lo cual era irónico porque tenía una marca en su piel que había dolido mil rayos que disque lo hacía un hombre; lo que su hermano quería era pedirle al mayor que deje estar la mordida y de esa forma terminar el vínculo pero él no estaba seguro de querer eso, Harley era inteligente había reconocido en él un igual y eso lo había hecho sentir bien, quería ser su amigo tan desesperadamente que ahora temía que si la mordida desaparecía no habría razones para que el mayor lo quisiera.

     Dakari no sabía si prefería las chicas o los chicos, nunca lo había pensado, tampoco había pensado en qué casta lo atraía más, sus pensamientos siempre habían sido más científicos. Sus amigos hablaban de la suavidad de los omegas o la templanza de los betas, algunos solo hablaban de pechos turgentes, cinturas pequeñas o espaldas anchas y piernas torneadas, pero que le atraía a él.

     Todos decían que Diara era la más bella de todas, una beta con ojos preciosos y sonrisa radiante con el cuerpo de una guerrera, pero cuando Dakaria hablaba con ella era difícil, como si fueran diferentes idiomas. Jasir era el mejor prospecto entre los alfas , era bueno con los animales y los niños lo adoraban, pero era tosco y algo bruto como los alfas gorilas, no entendía la ciencia. Ismat era el omega con más prospectos, todos querían una cita con él pero Dakari lo encontraba frágil y absurdo, él era enorme y el omega parecía un pinta a su lado, aunque la mayoría lo hacía, eso siempre lo cohibía y hacía sentir tímido a pesar de que nadie se metía con él.

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