Capítulo Cuarenta y Cuatro

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     Harley despertó aturdido, reconoció su habitación, su cama, el sol del mediodía, pero no reconoció el desorden en la misma y le costó reconocer a su acompañante, Emily, la hija de la amiga se su madre, el cabello castaño largo cubría su rostro de forma de corazón, la piel trigueña y sus uñas perfectamente arregladas.

    Resultó que él y Emily se entendieron bien, como amigos claro, en un primer momento pusieron las cartas sobre la mesa y la omega dejó en claro que no buscaba nada y solo estaba allí por su madre, al parecer la mujer al igual que la madre de Harley esperaba que su hija sentara cabeza, una pareja para ella. Se juntaron varias veces luego de eso claro sin ningunas intenciones, rápidamente la madre del alfa noto que eso no pasaría de amistad y lejos de sentirse frustrada acepto que sin importar cuantas chicas le presentará su hijo tenía la última palabra.

     Harley le dijo a Emily que su celo se acercaba en una ocasión durante una charla casual y ella se ofreció a acompañarlo, luego de una charla en el que se acordó los pros y contras ella tomó los aceleradores de celo y eso fue todo.

     Harley sabía que no la había marcado, pero solo por precaución corrió el cabello para descubrir que el collar anti marca seguía allí, excelente, el perfecto maquillaje de Emily era ausente en ese momento y permitía resaltar sus pómulos altos y boca pequeña. Terminó por levantarse e ir a preparar un desayuno contundente, esos tres días fueron una locura de sexo el único lugar donde no lo hicieron fue en su escritorio de trabajo, abrió todas las ventanas para ventilar, limpio rápido por encima y cocino.

     Los ligeros pasos de la mujer le llamaron la atención, estaba vestida a medias y le sonrió y luego su sonrisa creció al ver la comida.

     -Muero de hambre- sentenció la omega- Harley debiste advertir que tu celo es tan intenso- bromeo ella satisfecha pero sin coquetería, como si hablara del clima.

     Pero Harley jamás habida pasado un celo tan intenso, y no había tenido problemas en desear realmente a su compañera de cama, porque sin importar cuán atractiva era Emily con esas piernas firmes y ese busto tupido su deseo sexual no fue satisfecho del todo, aunque nunca lo diría en voz alta; se dijo mentalmente que debería llamar al Dr.Murphy.

     -Lo lamento, se pasó- le sonrió- Adelante come, luego puedo acompañarte a la estación.

     -Soy una niña grade puedo ir sola a la estación- comentó devorando tostadas con manteca.

     -Si tú lo dices- Harley por su parte se atragantaba con huevos revueltos y pan, solía tener mejore modales pero la falta de alimento en esos días había dejado su marca.

     -Solo para aclarar- dijo ella llevándose tocino a la boca- Seguimos igual cierto, esto es solo sexo...- Harley tomó un trago de jugo antes de responder.

     -Totalmente- levantó el vaso a modo de brindis, chocó contra la tasa de café de la omega.

     -Excelente-

     Luego ambos limpiaron bien el departamento y ella se marchó, como ese día lo tenía libre Harley decidió salir a pasear por la tarde pero antes de eso corroboró la mordida en sus costillas frente al gran espejo del baño, de todas sus heridas era la única que le preocupaba, no se veía infectada y ya la habían revisado pero seguía pulsando, tuvo incluso un momento de pánico cuando Emily la rozo, ella pasó sus manos por la cicatriz de su brazo roto y la de su tobillo, pero cuando posó su mano sobre la mordida su cuerpo se tensó y rechazó todo el contacto de la hermosa mujer, terminó por taparlo con un parche durante los tres días del celo.

     Su piel blanca tenía marcas de mordidas, chupetones y uñas, nada extraño, el sexo fue increíble se recordó, incluso anudo varias veces, cuando destapó su costilla no vio nada fuera de lo normal, trago duro al pensar que la fuerza de la mandíbula de un alfa era de casi de cien kilogramos por centímetro cuadrado, betas y omegas rondaban entre 77 y 80, pero los Jabari demostraron ser más grandes y más fuertes, genética o algo así, entonces cuánta presión uso Dakari, se puso verde de pensar que podría haberle arrancado esa porción de carne.

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