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Pov Christian.

Miro la argolla que adorna mi dedo anular y me la quito con frustración.

Llevo dos años casado, casi tres, tengo 24, muy apurado como me dijo mi hermano, pero en fin, a los veintiuno ya era considerado el empresario más rico y joven de Seattle, tenía todo lo que un hombre podría soñar, el trabajo y reconocimiento por el que trabajó tantos años, una familia incondicional que siempre me apoyó y acogió a pesar de no tener la misma sangre.

Pero aun así me sentía vacío, sentía y siento que algo me falta para que mi vida esté completa y feliz, me falta...

Una familia propia.

Esposa, hijos, muchos hijos a los cuales cuidar, educar, mimar. Solo tengo una parte de la ecuación y siento que no tengo nada.

Leila William se convirtió en mi novia en el primer año que entre a la universidad, me encanto su simpatía y amabilidad que siempre demostraba, cuando deje la universidad en tercer año me apoyo sin dudar, ella y Elena fueron las que nunca dudaron.

Mi padre duro como un mes sin hablar conmigo por dejar la universidad, pero mi madres nos obligó a ambos a hablar y llegamos a un acuerdo. Tendría un año para poner en marcha mi idea de lo contrario terminaría mi carrera. Nueve meses después gana mi primer millón.

Todo fue para mejor desde ese entonces y como tenía una economía muy estable, le pedí a Leila que se casara conmigo, ella ya sabía mis deseos de tener una gran familia.

Ambos acordamos, por petición de ella, el primer año no tener bebes, que disfrutaramos nuestra vida de casados ese tiempo, después tendríamos todos los niños que quisiéramos.

El primer año todo iba muy bien, no puedo negarlo, cuando estaba llegando el aniversario de nuestro primer mes de casados hable con Leila para que dejara de cuidarse, estaba planeando unas vacaciones románticas, así también íbamos planear la llegada de nuestro primer hijo.

Su respuesta, negarse, diciendo que estábamos bien así y que lo disfrutaramos un poco más, debí darme cuenta en ese momento.

Elena me lo advirtió, muchas veces que su actitud era solo una fachada de niña buena que aceptaba todo para conseguir el anillo en su dedo.

Pasamos varias semanas peleados por ello, mi madre se puso de su parte. Grace la adora y Mia y mi esposa son las mejores amigas que solo se la pasan de compras, las únicas que no lo soportan son mi abuela y Elena, en fin mi madre me dijo que le diera tiempo, que estaba apresurando lo todo, que somos jóvenes y tenemos mucho tiempo para tener hijos.

Leila a perdido dos embarazos este año, no es por culparla de los abortos, pero parece que lo hace aproposito, no sigue ninguna de las indicaciones de los médicos, solo le importa sir en revista posando como la esposo del gran millonario.

En los últimos meses solo discutimos, cada vez que nos vemos, no puedo evitar dejar salir todo lo que pienso de su poco cuidado por nuestros hijos perdido y ni siquiera le importo perderlos.

-señor, debe colocarse el cinturón, vamos a aterrizar- me dice la azafata con voz melosa, solo asiento sin mirarla.

Estoy en mi jet, que adquiri hace un año, estamos por aterrizar en Savannah, Alaska. Hay unos proyectos que pueden tener futuro y vine personalmente para revisarlo, necesito espacio.

Los encargados bajan mi equipaje y subo al auto que alquile para el viaje. Tengo escolta personal, pero le di vacaciones junto a su esposa ambos trabajan para mi, son muy buenas personas y además de empleados son mis amigos. Tampoco debo preocuparme mucho por estar sin seguridad, fuera de Seattle no soy muy reconocido, aun, asi que estos bien y tambien me da oportunidad para relajarme y olvidarme un poco de todo.

Sigo las indicaciones del GPS para llegar a un pequeño hotel llamado "Rose", no hay muchas opciones por aquí y ese hotel fue de lo más recomendado.

Estacionó frente aun edificio de al menos diez pisos, no está mal, los encargados sacan mi equipaje y me da el boleto para el auto, la recepción tiene un diseño un poco rústico pero hogareño y cálido que te da una cálida bienvenida.

Un joven me atiende y pido la mejor habitación, mientras espero que me den mi llave, veo a felices parejas entrar y salir del hotel.

Ojala y esa fuera mi vida también.

-ya dije que no, no entiendo nada de ello- veo como un hombre castaño con una postura militar sale de una puerta detrás de recepción.

-pero yo si, vamos papá- detrás de él sale una chica de quizás unos 15 o menos, ambos tienen el mismo cabello castaño- con ese sistema sera mas facil llevar las cuentas del hotel, deben modernizarse un poco no te hará daño- le dice ella.

-me estas diciendo viejo jovencita?- le pregunta él con algo de gracia.

-no, pero si al sistema que usas- contesta ella- me dijiste que este verano te podía ayudar, además de escuchar más mis ideas, ya que hasta ahora todos fueron acertadas, vamos de que si- le pide con voz dulce mientras lo abraza y en mi crecen unos celos.

Pero que mierda, no la conozco y solo esta con su padre.

-está bien- acepta rendido y la chica saltaba feliz en su lugar.

-aqui esta su llave señor- el chico me entrega la llave, su suite esta en el décimo piso.

Voy al elevador y me recuesto en la pared, necesito descansar un rato, antes de cerrar las puertas alguien las detiene.

-ai mi papá dijo que si, ya lo terminaste?- la chica que antes estaba hablando con su padre entra, ahora que la miro bien es muy bonita, con unas lindas piernas y estrecha cintura.

Quieto Grey, es una niña.

-genial!, ahora debo empezar a organizar todos libro contables de mi padre para ponerlos en el sistema, tráelo lo más pronto que puedas por favor, tengo que subir la información de cinco años...bien gracias- dice y cuelga.

-solo enfócate en la del último año- le digo sin pensar, aunque es lo que debería hacer.

-disculpe?- me mira sin entender.

Que perfectos ojos.

-los libros contables, dele más importancia a los del último año y los meses consiguientes hasta ahora, tera un estado actual de las ganancias y debilidades de la empresa- le digo mirando otra cosa que no sean sus hipnotizantes ojos. Siento que el calor aumenta en el reducido espacio y sus lindas mejillas se sonrojan.

Maldita sea, es una niña, es una niña, puedes ir a la jodida cárcel.

Las puertas del ascensor se abren y dejó salir un pesado suspiro, debo controlarme, llevo mucho tiempo sin sexo, Leila y yo no lo hacemos desde hace como dos meses y la infidelidad no va conmigo para nada.

-gracias por el consejo- dice con voz dulce y una encantadora sonrisa y se dispone a salir del ascensor- disfrute su estadía en el Rose- dice antes de desaparecer por el pasillo.

No soy un infiel y ella es una niña.

No soy un infiel y ella es una niña.

No soy un maldito infiel y ella es una NIÑA.

Una dulce, encantadora, hermosa y condenadamente sexi.

Estoy jodido.


Quiero Un HerederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora