-¿Me lo puedo llevar arriba, señorito? -preguntó aún sobre mi hombro.
-¿Para qué? Si se puede saber -evité una sonrisa.
-Pues para lo que quieras -noté sus labios rozando mi cuello.
-Pues arriba pienso lo que quiero.
Rió levantando la cabeza y acercando nuestros torsos. Aferrando a sus hombros, pasó sus manos hasta la parte superior de mis piernas y elevó mi cuerpo sin dificultad alguna.
Se puso en pie, comenzando a caminar hacia las escaleras, las cuales fui viendo alejarse conforme sus pies avanzaban.
Mientras sus pasos se acercaban a la cama, mi mente rondaba en otra cosa hasta que, de un modo espontáneo, me acordé de algo.
-Oye, oye -llamé su atención dando pequeños golpes en su hombro.
Hizo un sonido de afirmación dando a entender que me escuchaba.
-No sé dónde dejé el móvil y lo necesito -observé a mi alrededor.
-Está en tu mesita -rió por la nariz.
De un momento a otro, sentí mi espalda ser rozada contra las suaves sábanas. Terminé tumbado sobre la cama al mismo tiempo que veía a Emilio apoyar su pecho contra el mío.
Estiró un brazo para después volverlo a encoger con el teléfono en la mano. Me lo tendió.
-Toma -cogió la sudadera tirada en la cama y me la dio.
-¿Y esto por qué? -observé la prenda y después a él mientras se subía por las piernas un grisáceo pantalón.
-Te va a dar frío -dijo apoyando la espalda en el cabecero.
Sonreí por dentro, metiendo la cabeza por el cuello de la sudadera. Imité su gesto poniéndome a su altura.
Encendí el móvil y busqué un contacto en específico.
-No lo encuentro... -murmuré frustrándome.
-¿El qué?
-El contacto de Diego.
Lo observé de reojo, viendo una de sus cejas alzarse.
-Era cercano a mi hermana -expliqué riendo por dentro- o al menos, lo intentó.
-¿Por qué lo dices así?
-Porque nunca me gustó -me encogí de hombros.
-Eso suena a conversación larga -sonrió de lado.
-Pues, sin entrar en detalles, estuvo mucho tiempo intentando acercarse a Ren -seguí buscando en el móvil.
-¿Y lo logró?
-Por suerte para él y por desgracia para mí.
-¿Y entonces por qué lo vas a llamar?
-¡Aquí! -celebré omitiendo su comentario por un momento.
Marqué el número y lo coloqué en altavoz.
Miré a Emilio sonriendo a sabiendas de lo que podría pasar.
-Seguro que sabrá cosas -dije con soberbia.
La llamada se descolgó y, al otro lado, sonó lo que yo ya conocía como Diego.
-¿Sí?
-Hola, Diego -saqué mi faceta más falsa.
-Aaa, ¿Joaquín? ¡Cuánto tiempo!
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Mi perdición [EMILIACO]
FanfictionJoaquín Marconi, hijo del jefe de la mafia más poderosa de México, es solo un chico de veintitrés años, pero ya ha visto y cometido más de uno y de dos delitos graves. Su padre tiene algunas cosas sin resolver con los Gressorio, por lo que su mayor...