Las paredes estaban sucias y el colchón era tan fino que sentía las tablas de madera en mi espalda.
Era un cuatro pequeño, reducido a dos literas y una pequeña mesa cuadrada bajo la diminuta ventana pegada al techo. Solo nos separaba del resto de las celdas una pesada puerta blanca a base de verjas.
Me empezaba a aburrir de mirar el techo con la mente en blanco y al mismo tiempo en todo.
-Tú eres nuevo, ¿No? -habló una voz ronca.
Levanté la cabeza incorporándome hasta ver a una mujer de pelo oscuro y rapado, sentada en la cama de enfrente con las piernas colgando.
No había nadie más así que supuse que se dirigía a mí.
-Desde hace unas horas.
Imité su postura.
-¿Habías estado en prisión antes? No te meten directamente solo con un cargo y sin antecedentes -parecía tener experiencia.
-Me la he pasado entre juicios toda mi vida. Fui a un centro de menores en su momento y luego entré un par de meses a la cárcel de aquí al lado, ¿Y tú?
-Salí del centro de menores después de tres años y me metieron aquí. Llevo tanto tiempo que me sé cada rincón del lugar y conozco a cada empleado.
-Bueno, al menos ya conozco a alguien con conocimiento -reí por la nariz buscándole algo de positivismo al asunto.
-Aaa... Soy Marcel -me sonrió enseñándole su falta de colmillo derecho.
«Marcel»
Me resultaba familiar y aquella sonrisa...
-¿Nos conocemos de antes? -acabé preguntando.
-A no ser que fueses al mismo centro de menores que yo, no lo sé. Aunque... Tú también me pareces conocido -entrecerró los ojos analizándome.
-Pues no lo sé, me llamo Joaquín.
-Un momento... ¿Cuánto tiempo estuviste en el centro?
-Un año y medio.
-¿En la habitación quince?
-¡Sí! -me comencé a emocionar al igual que sus ojos- Con un tal Ardam y otro que me caía muy mal llamado David.
-¡No jodas! ¡Ya sé quién eres! Te metías en todas las peleas -sonrió- y siempre había discusiones con David. Pues adivina qué, yo creo que se ha hecho a consciencia o algo.
Le miré sin entender.
-Volvemos a estar los cuatro juntos -se mordió el labio inferior sonriente.
Solté un pequeño grito.
-Menos mal, ya no tengo que presentarme -comenté haciéndole reír.
[...]
El día se pasó rápido, poniéndome al día con todos los allí presentes. Fuimos a comer. Estaba todo tan malo que había gente que vomitaba, pero ahí me di cuenta que Marcel era una de las que mandaban en prisión, bueno, también mandaba en el centro de menores.
La noche llegó pronto. Ardam me dijo en el momento de recreo que se apagaban las luces a media noche y se volvían a encender a las siete de la mañana, por lo que aún teníamos dos horas hasta dormir, sin embargo, Marcel y Ardam se durmieron nada más tirarse a la cama; delante y debajo mía.
-¿Tienes a alguien fuera? -preguntó el que menos me esperaba.
David seguía despierto, sentado en el lateral de la cama y apoyado en sus rodillas, mirándome.
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Mi perdición [EMILIACO]
FanfictionJoaquín Marconi, hijo del jefe de la mafia más poderosa de México, es solo un chico de veintitrés años, pero ya ha visto y cometido más de uno y de dos delitos graves. Su padre tiene algunas cosas sin resolver con los Gressorio, por lo que su mayor...