-Deberías de fijarte en esos números -me sobresaltó su voz tras mi espalda.
-¿Estás leyendo? -pregunté mirándole de reojo y cerrando el diario, dejando un dedo pillado en la hoja donde me había quedado.
-Deberías de fijarte en los números -repitió respondiendo a su vez a mi estúpida cuestión.
-¿Qué pasa con...? -me callé al ver unos pequeños círculos arriba de cada par de números- mierda... -murmuré corriendo al cuarto de arriba.
Levanté el colchón por la esquina superior y saqué una libreta que llevaba usando desde que conseguí aquel diario. Bajé al salón de nuevo y me senté en el sofá, dejando el cuaderno sobre la mesa de centro.
-El niño rico resultó ser observador -comenté por lo bajo, mirándole de soslayo, a sabiendas de que me había oído.
-¿Niño rico? Que emoción, un apodo -sacó burla, bebiendo del café de su taza en mano.
-Mira esto -le enseñé la foto pegada en una de las hojas del diario, omitiendo su sarcasmo.
Era la imagen de un paisaje verdoso y vivo, con una casa de madera en el centro. Fuimos allí de vacaciones cuando Ren tenía tan solo dos años.
-Le acababan de regalar la cámara... -recordé acongojado.
Carraspeé al sentir la mirada inquisitiva de Emilio.
-La cuestión es, que ahí arriba pone algo -apunté a la esquina de la fotografía, donde se podía ver un pequeño garabato.
-Está doblada -indicó señalando la fina línea que dejaba en evidencia lo que Emilio acababa de ver- se volvió a pegar tras levantarlo.
Está claro, el chico es bastante observador.
Lo observé, notando como ese inocente comentario golpeaba mi ego de la manera más cruel. Yo no había conseguido ver eso en años y el en cinco jodidos minutos ya lo tenía. La rabia me carcomía.
-¿Y eso? -pregunté ingenuo, a ver si también me podía decir que era el borrón de tinta.
-A tanto no llego, chiki -se encogió de hombros devolviéndome el diario.
He de admitir que sentí como todo mi ser se frenaba por un milisegundo, nadie a excepción de las dos únicas mujeres que han habido y habrán en mi vida se dirigían a mí con un apodo, lo que hizo que al oír aquello salir de sus labios, un nudo se me formase en el pecho. Lo expulsé de la peor forma, la frialdad.
-No me llames "chiki" -reproché haciendo acopio de la poca estabilidad que me quedaba en la voz.
-Lo que tú digas -se levantó del sofá y se dirigió a la cocina con taza aún en mano- chiki -dijo a medio camino.
Sonreí, consciente de que no podía verme.
Este hombre es un caso perdido...
Me iba a centrar de nuevo en el diario cuando me llegó un mensaje al móvil. Justamente estaba en la cocina.
-Tírame el teléfono -le indiqué.
-¿Y si se cae? No gracias, sin discusiones -dio una gran zancada y me lanzó el móvil desde una llamativamente corta distancia.
Esta vez no supe reprimir una sutil risa, pero, en ese momento, puse los ojos en blanco al mismo tiempo que le daba la espalda.
Era Matías.
Van para allá.
Os han encontrado.
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Mi perdición [EMILIACO]
FanficJoaquín Marconi, hijo del jefe de la mafia más poderosa de México, es solo un chico de veintitrés años, pero ya ha visto y cometido más de uno y de dos delitos graves. Su padre tiene algunas cosas sin resolver con los Gressorio, por lo que su mayor...