Después de volver a la celda con David, este se mantuvo en su cama. En ningún momento se levantó.
Llegó un punto de la mañana en el que ya no lo pude sosportar más y me senté a su lado.
-¿Nervioso? -dije haciendo golpear mi rodilla con la suya.
-Tú deberías de estarlo. Eres tú el que va a salir. -respondió secamente, sin parecer querer hablar.
-Vas a salir. Deja ya de negarlo.
-He ido hoy con Maite.
-¿¡Qué!? ¿Por qué? -giré un poco el torso para poder verle mejor la expresión fría y excasa de emociones con la que llevaba desde lo de esa misma mañana.
-Calla y escucha. -me regaló una rápida mirada que luego devolvió a su regazo- Me ha mostrado todas y cada una de las pruebas de mi cáracter aquí dentro. Lo tiene todo planeado. No saldré de aquí ni hoy ni nunca.
Me quedé pensando en qué podría responderle, pero antes de darle un mensaje acogedor, le expliqué aquello que quería contarle a Ivar y Emilio.
Tras aquello, la hora de dormir llegó y nos tuvimos que acostar para dejar el día siguiente que iba a estar lleno de emociones llegar.
Serían las seis de la mañana cuando tuve que salir corriendo a por el guardia que me ayudaba con David cuando este se escapaba. Lo conduje rápidamente de vuelta a la celda mientras que le iba explicando lo que había pasado y le pedía que no contase nada ni pidiese ayuda para que no se formasen rumores.
[...]
El guardia llevaba tanto tiempo con David en enfermería que todas y cada una de las personas del lugar se habían esparcido por la planta alta.
El murmullo a mi alrededor cesó cuando la puerta frente a mí fue abriéndose lentamente, dejando ver solo al hombre de placa brillante con el rostro serio.
-Sobredosis. Lo siento mucho... -murmuró lo suficiente alto para que todos los presentes le escuchasen.
Me desplomé en el suelo con la mirada perdida y las lágrima luchando por caer. Mis hombros comenzaron a temblar y mis manos se deslizaron a mi rostro.
Escuché lamentos y sollozos de fondo, pero no presté demasiada atención porque salí disparado a mi celda.
Me tumbé hecho un ovillo en la litera de David, oliendo su almohada.
Enseguida mandaron a todo el mundo tras sus respectivas rejas y el guardia que se había encargado de David apareció a mi lado. Al tenerlo tan cerca, pude ver que en su placa ponía "Albert"; al fin sabía su nombre.
-Sería preferible que tú le dieses la noticia a su hermano. Llegará con el mismo acompañante de siempre en unos minutos.
Asentí con la cabeza y me senté con los pies tocando el suelo. Ahora me tocaba pensar cómo le contaría aquello a Ivar. Se destrozará.
Fui yendo a la sala de visitas antes de que me avisaran y, para mi sorpresa, ya estaban los dos allí. Emilio de espaldas a la puerta e Ivar con el nerviosismo en el rostro.
Respiré profundamente y entré sin poder fingir una mísera sonrisa.
Me senté con ellos y les saludé sin mirarles a la cara.
-Joaquín, me estás asustando -comentó Ivar.
-¿Qué pasó? -dijo Emilio poniendo una mano en mi pierna.
-David se ha... él ha... -titubeé.
-¿¡El qué!? -acabó exigiendo Ivar.
-¡Una sobredosis! -exclamé agobiado con la situación mientras dejaba caer algunas lágrimas.
Ambos se quedaron de piedra por unos segundos, aunque después, Ivar comenzó a llorar con más rabia que tristeza al mismo tiempo que se ponía en pie y golpeaba la pared. Por otro lado, Emilio pasó un brazo por mis hombros arrimándome a él.
-Fue esta madrugada... -seguí explicando para que entendiesen la situación mientras dejaba que el llanto se apoderase de mí.
Me escondí en el cuello de Emilio y ahí pude notar como no dejaba de tragar saliva para no llorar.
-No pude hacer nada... -susurré casi sin fuerzas.
-Shh, no tienes ninguna culpa -decía Emilio abrazándome como si le fuese la vida en ello.
-Se merecía más; mucho más. -comentó firmemente Ivar, ahora sentado con la espalda en la pared anteriormente golpeada.
Limpiaba sus mejillas coloradas cada dos por tres, pero estas no dejaban de empaparse.
-Fue culpa de Maite. -me atreví a decir al final, ansioso de que se hiciese justicia.
Me separé de Emilio y me puse de frente a la mesa, viendo cómo Ivar se ponía en pie con dificultad.
-Ella... -tragué saliva sin ganas de querer decir aquella desagradable palabra- Ella abusaba de David continuamente amenazándole con unas pruebas de su mal comportamiento, lo que no le permitiría salir ni con amnistía ni con nada.
-¿Todo eso te lo ha contado él? -insistía su hermano.
-Todo. Horas antes de esto. -me puse en pie con la mandíbula apretada- Quiero que esa hija de perra entre a este sitio y le hagan la vida tan imposible que se acabe colgando de las escaleras -iba diciendo con un asco incomparable- y para eso necesito tu ayuda -señalé al único abogado ahí presente.
-Cuenta conmigo. Va a pagar. -estiró una mano en el aire y yo a ella estreché.
Albert entró en la sala haciendo resonar su porra en los barrotes.
-Ya es la hora, Marconi.
-Nos vemos en unas horas -comentó Emilio cogiendo mi mano el suficiente tiempo como para dejar un cálido beso en mis nudillos.
-¿Te vas a quedar el tiempo que me queda controlándome tú? -le pregunté de la nada.
-Marconi, no hables de esa forma que nos es momento de cagarla. Mejor disfruta de estas paredes que en cuanto vuelva salimos a ver a la directora.
-¿Crees que saldré? -dije ya asustado de lo que podría pasar.
Sonrió de lado mientras me veía entrar a la celda.-Eres de los pocos que va a conseguir salir de aquí y todo gracias a tu buena conducta.
-Me da pena Ivar. -cambié de tema.
-¿El abogado?
Asentí con la cabeza.
-Bueno, quizás tenía que suceder así. Poco a poco lo irá superando.
-Espero que no me guarde rencor por esto… -murmuré girándome para dirigirme a la cama de David. Lo iba a extrañar demasiado.
Ya solo me quedaba pensar en que tendría mi libertad tan ansiada. Estaba seguro de que a David le encantaría verme salir de aquel sitio con mis pertenencias en una vieja mochila colgada al hombro.
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
●●●●●●●●●●●●●●●●●●●Llevaba una semana pensando que más poner, y entro y resulta que solo quedaban dos palabras para acabar el capítulo JSJSJSJJAA
Pd: 🧻🧻🧻
Anyways, espero que os haya gustado 🧚♀️✨
Fin del mini comunicado, bitches 😙💖
ESTÁS LEYENDO
Mi perdición [EMILIACO]
أدب الهواةJoaquín Marconi, hijo del jefe de la mafia más poderosa de México, es solo un chico de veintitrés años, pero ya ha visto y cometido más de uno y de dos delitos graves. Su padre tiene algunas cosas sin resolver con los Gressorio, por lo que su mayor...