XXVII

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Seis meses después...

En este sitio el tiempo pasa más rápido de lo que parece. Al tenerlo todo estrictamente organizado, no recuerdas qué hiciste en qué día ni a qué hora.

Hoy hacía medio año en prisión y mi relación con la gente había mejorado; sobre todo con David.

Estaba intentando quitarse las pastillas y aquello hacia que estuviese excesivamente sensible ante todo. Parecía que había dado cientos de pasos atrás y volvía a ser el niño de pesadillas y ansiedad descontrolada. Volvía a tener miedo de salir él solo por la cárcel por inseguridad. Pasó de ser el líder al que solían temer al marginado del que nadie se acordaba.

Al cuarto mes de mi estancia tras las rejas, Ivar consiguió un juicio, pero fue en vano. Ni siquiera pudo reencontrarse con su hermano porque dijeron que es demasiado agresivo como para estar en un sitio así y mantener la compostura. Igualmente, no hubo éxito, por lo que no se perdió mucho.

Llevábamos un par de semanas con una vieja radio en la que solo funcionan tres emisoras que estuvieron dando a las mejores celdas. No creí que nos darían una.

En la celda solo nos encontrábamos David y yo, ya que tanto Marcel como Ardam había sido trasladados y Emilio consiguió que nadie más entrase, por lo que quitamos una de las literas y nos quedamos con más sitio. Aún no sabía cómo consiguió hacerlo, pero tampoco me gustaba darle muchas vueltas a ello ya que, viendo su economía, no era difícil de imaginar.

Estábamos buscando nuestra emisora favorita cuando escuchamos que en otra cadena estaban hablando sobre una liberación de presos.

«Hace unas horas se han reunido los grandes soberanos para renovar ciertas leyes y por ello se ha decidido ceder una amnistía a las personas presas antes de dicha renovación, las cuales, en los últimos meses hayan tenido una conducta envidiable...»

No escuché más ya que rápidamente miré a David, a mi lado, con los ojos muy abiertos.

-¿Sí oíste? -dije sin dar crédito.

-¡Una amnistía! -exclamó con una sonrisa en el rostro. Hacía mucho no se le veía así.

-¡Sí!

-¿Cuándo se empieza?

-Shh, lo va a decir ahora -le subí el volumen al aparato.

«Mañana mismo empezarán en la prisión Jackson, dirigida por la señora Jackson»

-¡Vamos a salir! -grité emocionado al escuchar el nombre de nuestra cárcel.

-Primero tienen que ver nuestro expediente -me señaló con un dedo.

-¡Ay, David! -le puse una mano en la cara empujándole- ¡Vamos a salir y ya!

-Bueno, primero tienes tu visita con Emilio. Tendrás que celebrarlo con él y luego hablamos cuando vuelvas -golpeó su pierna con la mía.

Justo al decir aquello, una guardia me llamó avisándome de salir.

-Esperáme para comer, ¿Va?

Salí de allí y fui prácticamente corriendo hacia la sala de visitas sin importarme lo que la guardia me dijese sobre el reglamento y la velocidad en el lugar.

Había bastante gente cuando entré, pero no importó, yo iba a lo que iba y aquello era avisar a Emilio de la gran noticia y, ya que estaba allí, también a Ivar.

-Hola -dije sin poder dejar de sonreír.

-Bonito -se levantó de golpe y me abrazó levantándome en el aire.

Mi perdición [EMILIACO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora