XXIX. La Terapia

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XXIX

La Terapia

Empezamos a conversar en su sala, de a pocos, como si nos volviéramos a conocer desde cero, pero lo estábamos haciendo. Hablamos sobre mis errores, el cuanto lo estimo y, sobretodo, cuán valioso es él como persona. Desde el inicio, Samuel entendió que era una charla entre Raúl y yo, por lo cual, fue a la cocina a traernos algo ligero para que comamos y acto seguido, con una excusa improvisada, nos dijo que se tenía que ir. Ya en la puerta se despidió de Raúl con un fuerte abrazo, diciéndole que todo había salido bien con el trabajo grupal y que mañana se reúna con los chicos para estudiar dado que la próxima semana serán los exámenes finales. En cuanto a mí, acariciando el borde izquierdo de mi rostro, me dijo que no dude en contar con su ayuda para lo que sea y me dió un cálido beso en la mejilla derecha.

Estuvimos toda la tarde y noche conversando, pero aún así, nos ha faltado tiempo para hablar de muchas cosas más. No será sencillo para él aprender a reconocerse y quererse a sí mismo, no solo por su orientación sexual, sino por todo lo que hay dentro de él, con sus virtudes y defectos, sus miedos y habilidades. Tiene que interiorizar la idea de que él no es el problema, de que si otros lo discriminan son ellos los que están mal. Poco a poco debe intentar retomar el contacto con su madre, ya que ella también está dolida, incluso ha vuelto a viejas adicciones como el cigarrillo. Creo que ambos se necesitan en este momento, para entender lo que ha pasado, apoyarse y salir adelante ya que sus futuros no dependen de un matrimonio, sino de ellos mismos, de cada uno y de los dos como equipo.

Pensar que todo esto es clarísimo para él y que comenzaría a hacer estas cosas desde el día siguiente es una gran mentira, un error que mucha gente tiende a pensar. Nada de esto es fácil, es un largo y lento proceso tanto interno como externo. Habrán momentos donde las cosas irán bien y otras donde se van a complicar, incluso le he recomendado que su mamá o él busquen apoyo profesional en caso sientan que lo necesitan. Ana me había enseñado eso y creo que es algo que todos deberíamos tener presente.

Una de las cosas más complicadas es dar el primer paso y, en ese sentido, me llena de esperanzas ver que Raúl está decidido a comenzar. Sus ojos mostraban su temor, a lo cual yo le respondí con una frase que me enseñó mi mamá, cuando era pequeña: <<¡Hazlo! Y, si tienes miedos, hazlo con miedo, pero hazlo>>.

Al día siguiente, cuando nos reunimos todos, aún había cierta incomodidad por mi presencia, pero, al poco rato se fue disipando conforme nos íbamos enfocando en estudiar. Incluso al final empezaron a aparecer algunos comentarios graciosos. Lo bueno es que a todos nos unen dos cosas importantes, una creciente amistad y el pánico por los exámenes finales.

Dicen que la manera de iniciar la reorganización de tu mundo, después de todos los problemas en los que te hayas podido meter, es cambiar algo de ti, ya sea un nuevo peinado o ropa nueva. En mi caso, mi cabello tiene el mismo corte desde que comencé el colegio, ya es parte de mí y creo que nunca lo cambiaré. En cuanto a mi apariencia en general, soy malísima para toda clase de maquillaje y nunca estoy segura de que ropa comprar que sea distinta a la que tengo. Creo que el look de ratita de biblioteca se quedará por un buen tiempo todavía.

Sin embargo, si hice algo nuevo. Intenté remodelar un poquito mi nuevo cuarto. Sé que me he mudado recién hace unos pocos días, pero solo había guardado mi ropa y tendido mi cama, nada más. Ahora, realmente no sé cuánto tiempo voy a estar aquí, así que creo que pintar las paredes y poner colgar cuadros sería algo exagerado, aparte, no creo que me vayan a dar permiso para ello. A las finales, lo que hice fue básicamente mover la cama de lugar, pero lo más importante fue que logré botar todo lo que ya no me sirva, sobretodo las cosas que me recuerdan a ese otro departamento y de esa maldita oficina.

Llegados los días de exámenes volvemos a ser el grupito de los más odiados y envidiados de la facultad por nuestras calificaciones. A pesar de las diversas cosas que ha pasado cada uno, nos hemos esforzado mucho pasando todas las tardes leyendo e investigando más sobre cada tema. Aparte, el apoyo que nos hemos tenido de distintas formas y en varios momentos nos ha ayudado. Ojo, no solo me refiero a los cursos, sino también en nuestra vida.

Incluso Rolando, nuestro chico rebelde del grupo, había mejorado en muchos aspectos. Él mismo nos contó que también había estado hablando con Ana sobre algunas cosas que le incomodaban, malos hábitos que tenía y que, tras varias charlas, había podido reconocer algunas ideas y formas de pensar que venía arrastrando de sus familiares y que terminaban haciendo que él se critique muy fuerte y de manera innecesaria cada vez que se equivocaba en algo o cometía el más mínimo error. Poco a poco va cambiando su forma de pensar y creo que todos los chicos lo estamos haciendo y eso es parte de nuestro crecimiento como personas.

Así llega el viernes, terminando los exámenes finales y el ciclo con múltiples idas y venidas. Ahora comenzará un breve periodo de descanso y relajación, bien merecido, dicho sea de paso. ¿Y qué hace una ratita de biblioteca como yo cuando no tiene que estudiar? Pues seguir leyendo, obvio. A veces leo un poco de filosofía, poesía o alguna novela de fantasía, así de diversos son mis gustos. Aparte de eso, volver a mi rutina de una hora de entrenamiento diario y a mi alimentación saludable, los que me han ayudado mucho, no solo para mi cuerpo, sino a mi tranquilidad. También estarán las reuniones con los chicos, eso es infaltable para conversar de todas nuestras cosas, hacernos bromas y apoyarnos entre nosotros. Por las redes sociales, un promotor de eventos promociona una fiesta en un club con jardín y piscina. Como es de esperarse el único que está emocionado por ir es Raúl, aunque debo admitir que a mí también me da algo de curiosidad saber cómo será esa fiesta.

Acompaño a los chicos al paradero para que cada uno tome su respectivo bus, hace tiempo que no hacía esto.

Luego de haberme despedido del último de los chicos, cruzo la pista para esperar el bus que pasa cerca de mi nuevo cuarto. A los pocos segundos, un auto se detiene justo a un par de metros de donde estoy parada. Doy un paso atrás, llevando las manos hacia adelante, como en señal de defensa y me quedo completamente congelada. Ese vehículo lo conozco muy bien, así como a la persona que sale de este y va a mi encuentro, es él nuevamente, es Jonathan.

Derecho de piso: Diario de una sumisa [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora