III. La Ciudad

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III

La Ciudad

Conforme nos acercamos más y más a la estación de llegada, la emoción se va haciendo cada vez más fuerte y me invade una gran cantidad de sentimientos encontrados. Miedo, por estar sola, sin nadie que me pueda apoyar; serenidad, ya que he podido escapar de mi padre y de aquella casa que tanto daño le ha hecho a mi mamá y a mi; inseguridad, pues la capital es un nuevo mundo para mí, he escuchado comentarios buenos y malos sobre ella; esperanza, de que todo me irá bien, que podré llegar a tener la tranquilidad de que todo funcionará y nostalgia, por mi madre, por cuánto la quería y la quiero, es un tema que hasta ahora no he podido asimilar ni aceptar del todo, me duele muchísimo. Siempre la voy a extrañar.

Una cosa que mi, recientemente concluida, vida escolar me enseñó es la habilidad para despertar minutos antes de llegar al paradero destino, sin importar que tan cansado haya estado tras un largo día en la biblioteca general de la escuela. Aunque, en este caso, mi dormitar no impuso mucha resistencia que digamos y pude, de un amplio bostezo, despertarme y prepararme para el arribo.

Tras un tumultuoso descenso de los pasajeros, en donde casi se llevan una de mis maletas, llego a mi paradero final, la capital.

Revisando el mapa en mi celular, veo las posibles rutas para ir a la universidad central. Si me apuro podré almorzar algo de camino a sus oficinas. No es que el camino sea muy largo, incluso una parte es en bus, sin embargo, el hecho de aún llevar las maletas conmigo hace que me demoré un poquito más. Pensando en positivo, es parte de mi primer paseo turístico a esta zona que desde hoy será mi nuevo hogar.

Fuí a un restaurante, uno frente a un parque, debo admitir que por el apuro no pude saborear la comida con tranquilidad, así que, apenas acabé, pagué la cuenta y me fuí corriendo a la universidad.

Digamos que tanto apuro fue en vano, pues en la universidad me tuvieron como dos horas más antes de hacerme pasar al área de recursos humanos, el cual iba a ver la validación de mis documentos, de mi beca y mi posterior matrícula. Obviamente, para cualquiera que me lo pregunte, mis padres estaban de viaje o algo así.

Tras unas horas más de espera, pude salir de esas oficinas como la nueva alumna de psicología de la universidad central. Parte uno del plan: Completado.

Ya es tarde, por lo cual, decidí hospedarme en un hostal cualquiera que queda cerca a la universidad, no es la gran cosa, es muy modesto a decir verdad, al fin y al cabo es solo por una noche, ya mañana buscaré un mejor lugar donde vivir. Ahora lo único que quiero en una cama, al menos un poco más suave que el plástico de los asientos del bus, para poder dormir, por lo menos, hasta la hora del almuerzo.

Dicho y hecho, me desperté casi al medio día, me dí un baño, me cambié de ropa y salí a buscar un nuevo departamento, sin esos sonidos raros que se escuchaban a media noche.

Habiendo almorzando, ya con más tranquilidad esta vez, me dediqué a ver cuartos en distintos lugares, comparando precios y comodidad, no es que me haga un mundo de todo, pero, esto era complicado.

Termino decidiendo, de entre tantas opciones, por un cuarto en la casa de una señora que vivía con su nieto de siete años, parece que es un barrio tranquilo, algo transitado, pero acogedor, se ve que la señora es muy buena persona y el niño no es nada travieso, al menos eso parece.

Ahora solo falta la parte más complicada, conseguir trabajo.

Derecho de piso: Diario de una sumisa [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora