XXX. El Grito

3.3K 101 6
                                    

XXX

El Grito

Vino a mí de forma algo apurada, como si mi cuerpo petrificado por su aparición pensara en escapar. No podía y no sabía si debía hacerlo.

-Carito, te he buscado por todos lados, quiero hablar contigo sobre lo que ha pasado- me dice con un tono suave y hasta un poco dudoso.

-Jonathan, de verdad no quiero hablar contigo. Por favor, retírate- lo interrumpo tan pronto mi mente reacciona. Se lo pido de manera calmada, pero un tanto seria.

-Mira, entiendo que estés incómoda por lo que pasó, no fue mi intención hacerlo. Vamos a intentarlo de nuevo, los dos juntos. Yo sé que me has extrañado después de todo lo que hemos vivido- da un paso hacia adelante, acercándose a mí

-¡No! O sea, si hemos pasado buenos momentos, pero también hemos tenido peleas y me has tratado mal de distintas maneras, hasta el punto de golpearme y eso es algo que no puede volver a suceder- bajo la mirada y mi voz termina mostrando cierta inseguridad en mis palabras. Realmente no sé, creo que, a pesar de todo, aún siento algo por él.

Se acerca aún más, envuelve mis manos con las suyas. Exhalo con un poquito de fuerza y en mi mente salta una duda: ¿Y si el golpe solo fue un mal impulso descontrolado y realmente está arrepentido? ¿Acaso no podría darle una segunda oportunidad?

Sus manos llevaron a las mías hacia su pecho y, luego, con una intentó llevar mi mentón hacia su rostro en busca de un beso, pero yo aún estaba llena de dudas.

-Tranquila, que esta vez será diferente. Tú solo tienes que hacerme caso, dejar de hacer tus tonterías y ya no habrá ningún motivo para que peleemos- por su tono de voz se sintió la confianza que tenía en cada una de sus palabras, quizás demasiada.

-¿Qué?- le digo mientras volteo a verlo y alejo mis manos de él.

-¿"Dejar de hacer mis tonterías"? ¿Qué estás diciendo? Nadie me puede menospreciar, ofender ni prohibir que vea a mis amigos o haga las cosas que yo quiero. ¡Eso es inaceptable!- esta vez alzando un poquito la voz aunque su rostro no se muestra para nada sorprendido.

-Mira "niñita", tú tienes un acuerdo conmigo, firmaste un contrato ¿Recuerdas? Por lo cual te ordeno que te calles y vengas conmigo- pareciera por como se expresa que está convencido de que le terminaré haciendo caso.

-¿Por quién me tomas? Sabes que ese papel no tiene ninguna validez. Esa firma que tiene mi nombre nunca ha sido registrada, por lo cual no es oficial- me paro firme frente a él. No puedo dejar que me quiera forzar a volver a esa relación.

-¿Qué? ¡Ven para acá! Tú no eres nadie para pretender jugar así conmigo ¿Me entiendes? Además, sabes muy bien de las cosas que soy capaz con mis influencias y contactos, así que no te conviene en lo absoluto tener algún problema conmigo, "querida"- agarra mi brazo con bastante fuerza, intentando hablarme en dirección a su auto y, con su voz arrogante, busca someterme.

-Tienes razón, sé muy bien sobre tus influencias y contactos, así como de las falsificaciones, los sobornos y los "arreglos" que hacías bajo la mesa. Yo misma manejaba toda esa información y ahora tengo las pruebas para destruirte, así que suéltame- lo miro directo a los ojos, con una seguridad que nunca había tenido antes. Agarro su mano que presionaba mi brazo y lo tiro a un costado.

-¡Estás mintiendo! ¡Tú no serías capaz de hacer eso! Además, ¿Acaso quieres que tu papito salga libre de la cárcel?- su tono ha cambiado ligeramente, intenta mantener su arrogancia inicial, pero ya no puede.

-La condena de ese maldito fue por el asesinato de mi madre, en cambio, las otras acusaciones, las cuales se desestimaron por la corte, fueron hechas con evidencias falsas, así como en muchos otros juicios. Cuando se hagan públicas todas estas irregularidades, no solo te prohibirán volver a ejercer la profesión sino que te enviarán varias décadas a la cárcel. ¿Crees que esos mafiosos que te contrataron se expondrán para protegerte o solo te dejarán joderte mientras buscan a otro que te reemplace? Ah, y, como es obvio, si me pasa algo, tú serías el único sospechoso ¿Quieres correr ese riesgo? No lo creo, así que vete y no me vuelvas a joder nunca más- todas estas palabras salieron de mi boca sin pensarlas, solo me dejé llevar mientras veía a la preocupación invadir poco a poco el rostro de Jonathan.

Pasaron unos segundos en absoluto silencio en donde su ceño y sus labios evidenciaron como él me insultó y me maldijo de todas las formas posibles en su mente, pero, al final, lo único que pudo hacer fue girar y largarse en su auto. Mi corazón late como si se me fuese a salir del pecho, sin embargo, estoy segura de que nunca volveré a ver a ese tipo.

Es recién ahora que mis manos empiezan a temblar por unos segundos. Mi mente está en blanco. Respiro profundamente para tranquilizarme, me acomodo el cabello, veo a mis costados como buscando alguna cosa hasta aclarar mi mente. Ya en calma, voy caminando a la casa donde me estoy alojando intentando distraerme sin pensar demasiado en lo que ha sucedido.

Sus amenazas eran ciertas, de eso no tengo dudas. ¿Y las mías? En verdad, no estoy segura. Cuando remodelé mi cuarto, mientras botaba las cosas que ya no quería, me dí cuenta que la practicante había guardado mis cosas en la caja donde ocultaba los documentos que tenía miedo de llevar a la trituradora de papel. ¿Es información suficiente para denunciar a Jonathan? No lo sé, solo vi las carpetas, eran varias, pero no me detuve a revisar ninguna.

Llego a mi cuarto y echándome boca arriba en mi cama, intenté procesar todo lo ocurrido. Volteo a mi izquierda, para ver la caja que está al costado de mi armario, solo quiero ver qué folios había realmente para saber si realmente puedo hacer aquello que dije sin pensar.

Todos los documentos estaban relacionados a cuatro casos de corrupción entre altos funcionarios y empresas privadas, excepto un grupo de papeles engrapados. Estos últimos son de un caso en particular, el de los policías que pusieron evidencias falsas. Nunca llegué a revisar de que se les acusaba, hasta este momento, pero no me imaginaba lo que iba a encontrar.

El informe era muy claro, artículo 181-A del código penal, de treinta a treinta y cinco años por explotación sexual de menores. No podía creerlo, ellos prostituían a niñas de once y doce años a cambio de conseguir que su padre salga de prisión. ¡Dios mío! Las fotos que habían ahí me destrozaron por dentro. El informe no lo afirma, pero en las imágenes se ve como las pequeñas habían sido ultrajadas momentos antes de la intervención policial que las encontró y eso cambia la condena a cadena perpetua. Lo peor de todo esto es que yo hice que a esos desgraciados  no les pasara nada.

Tiré los papeles al suelo, llena de rabia. Grité de impotencia y me quebré. Caí al suelo y lloré pensando en mi maldito egoísmo. Pensaba que Jonathan era un maldito, pero resulta que yo termino siendo tan mierda como él.

Derecho de piso: Diario de una sumisa [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora