V. Él

16.5K 399 6
                                    

V

Él

¿En verdad fue un accidente? Preguntó con cierta inseguridad cuadras más adelante.

-Si realmente te importa saberlo, no, no fue un accidente. Se lo peligrosas que son esas calles, así que, cuando escuché tus gritos estuve alerta y cuando te vi en la esquina antes de cruzar solo aceleré en el momento exacto- me responde con firmeza. - Y no, si es que te preocupa, no lo maté, pero digamos que ya no podrá correr tras indefensas señoritas por un muy buen tiempo-

Aquella respuesta me sorprendió un poco, no me atreví a preguntarle más, aunque esta vez fue él quien me cuestionó a mí. ¿Qué hacía una niñita como tú a estas hora por esos lugares de mala muerte? Bajé la mirada tragando un poco de saliva, no sabía que responderle, le comenté que se me había hecho tarde pues estuve todo el día buscando trabajo. A lo que él, viendo mi cara de desilusión atinó a decir que mi búsqueda parece que no había terminado aún. Lo cual afirmé suavemente con un movimiento de cabeza.

-Llegamos a su casa, señorita...-

-Carolina, Carolina Izaguirre, para servirle - respondo

-Bien Carolina, soy Jonathan, aquí te dejo mi tarjeta con mi número -

No sé por qué apenas baje del auto me metí rápido a mi cuarto, digo, el chico me salvó la vida y me llevó a mi casa, lo mínimo que debía haber hecho era darle las gracias o portarme amable con él. Soy una estúpida, bueno, al menos me dió su tarjeta. Jonathan Palacios, abogado y viene con su número y todo.

Por suerte llevo mi celular siempre en mi cintura, al menos de esto no se dieron cuenta los ladrones.

Bueno, ahora sí, a ponerse la pijama y a dormir, necesito relajarme después de todo lo que me ha pasado.

Amanece un nuevo día, otra larga jornada de búsqueda de empleo, sin éxito nuevamente, sin importar cuánto me esfuerce, sigo sin encontrar nada. Ya se me está acabando el dinero, he buscado trabajo de todo, hasta de limpiadora de baños y ni en eso me aceptan. A este paso, no tendré con qué comer, ni con qué mantenerme, todo se irá al carajo si no consigo nada.

¡Quiero llorar! ¡Rayos! No sé qué hacer, necesito desahogarme, necesito ayuda, estoy sola en esta vida. Me ahogo en mi almohada pensando en qué hacer con mi vida. Necesito respuestas y no tengo a nadie con quién hablar ¿O sí?

Gateando por toda mi cama busco entre mis cosas la tarjeta que me había dado el chico de la otra noche, Jonathan.

Me secó un poco las lágrimas con el borde de mi pijama, dígito su número y después de pensarlo por unos diez minutos, me decido a llamarle.

El teléfono suena y suena, mientras a cada segundo me voy arrepintiendo más y más de esta loca idea de llamar a un chico que recién acabo de conocer. - Sí ¿Quién es?- Me contesta con una voz ligeramente más gruesa que la que recordaba, me intimidó un poco al escucharla. Tartamudee un poco en mi respuesta - Soy Ca... Ca... Carolina, la chi... chi... chica que salvaste la otra noche-

-¡Ah! La pequeña niña, pensé que nunca me llamarías -

-¡No soy una niña!- le respondí.

Así comenzó la conversación, la cual, sin darnos mucha cuenta, llegó a durar por poco más de una hora, tiempo en el cual le empecé a contar un poco de lo que me pasaba, así cómo conocer un poquito de quién es este muchacho, que de la nada se atrevió a salvarme la vida.

En verdad es muy interesante, por las cosas que me comenta, los temas de conversación, sus opiniones, pero, de todo ello, lo que más me sorprendió fue lo calmado y centrado que fue al escuchar mis preocupaciones, me tranquilizó una vez más y me hizo sentir un poquito más segura.

Al final, y sin que yo se lo pidiera o insinuara, él me dijo que había una forma en la que me podía ayudar, y me indicó que lo viera mañana en la tarde saliendo de su oficina. Eso sonó más a reto que a propuesta, pero estando en la posición en la que estoy hoy en día, sin trabajo, sin dinero y apunto de iniciar la universidad, creo que aceptaría lo que sea.

Se despidió deseándome buenas noches, propio de todo un caballero, eso me gustó mucho, a lo que le respondí de igual manera, pero me explicó que en su caso, por motivos de trabajo le esperaba una larga, larga noche revisando archivos, documentos y otros papeleos varios. Eso fue algo un tanto confuso y creo que hasta alargador de su parte que, sabiendo que tendría mucho que hacer, se haya dado el tiempo de hablar conmigo. Me parece un chico realmente interesante y lindo.

Pero ahora no sé de qué tratará la ayuda que me ofrecerá, aunque, cómo dije, estaría dispuesta a todo contal de conseguir algo de dinero para mantenerme. Aparte tengo la emoción de que en unos pocos días comenzaré mi vida universitaria, ya compré los cuadernos y útiles de oficina que voy a necesitar. Espero que todo me salga muy bien.

Derecho de piso: Diario de una sumisa [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora