XIV. La Persecución

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XIV

La Persecución

Los chicos me llevan directito a la biblioteca, mi hábitad natural desde pequeña. Yo, atareada por completo por la conversación que acabo de tener con la asistenta social, solo atino a seguirles el paso. Cómo no les comenté nada sobre lo sucedido recientemente, sino que tan solo les mostré una sonrisa fingida que, según yo, no convence a nadie; ellos no me preguntaron más, en cambio se están poniendo a hablar de un chisme. Seguro que es uno muy interesante dado que los noto emocionados hablando rápidamente y dándole una entonación especial a lo que cuenta, como para dramatizar lo sucedido. Sin embargo, yo no estoy prestándoles mucha atención, estoy pensativa, con este asunto de la llamada dándome vueltas en la cabeza, aunque a su vez intentando no pensar en nada.

Es confuso, lo sé, eso de pensar mucho en algo y a la vez no querer pensar en nada, pero mi mente está así en este momento.

Llegamos a la biblioteca, entramos como si fuéramos dueños del lugar y es que venimos aquí casi a diario. La señora encargada del lugar ya nos conoce de nombre y hasta tenemos nuestra propia mesa, bueno, es un decir, como siempre nos sentamos en la misma mesa, cada uno en su silla específica, no sé porque, pero así somos, es parte de nuestra organización a la hora de estudiar.

Nos posiciomamos en nuestros respectivos lugares, sacamos nuestras cosas y empezamos a leer nuestros apuntes o al menos se supone que yo debería estar haciendo eso.

No les ha pasado que están leyendo y de un momento a otro sus ojos vuelven a pasar por la línea de texto que acababan de leer, perdiendo por un segundo la hilación de la lectura, solo para darse cuenta al instante siguiente de que no han captado nada del párrafo en el que están. Bueno, eso está ocurriendome justo ahora, llevo releyendo y dándole vueltas a la misma hoja, una y otra vez. Por ratos, al acabar una parte, me quedo mirando el espacio de interlineado, con la mente nublada, inmóvil, completamente fuera de este mundo.

Llegado el momento de conversar sobre lo leído y hacernos preguntas (si, es una manera muy útil de sintetizar lo estudiado y sacar conclusiones) al inicio solo asiento con la cabeza a cada afirmación que decían mis compañeros, hasta que Adriana me hace una pregunta de teoría, finjo que me detengo a pensarlo por un rato, para que a las finales y de mala gana, le respondo que no sé, esto hace que ellos reaccionen sorprendidos y algo confundidos. Debo suponer que la pregunta es algo fácil por lo cual les extraña que no la sepa, se me quedan viendo por un rato más hasta que les digo que no me siento muy bien, que me duele la cabeza y mejor me voy a mi casa. Cosa que en parte es verdad pues tantas cosas en mi mente hasta hacen de que me sienta algo mareada, a esto sumarle que no he almorzado nada. Creo que es lo mejor ir a mi casa, despejarme un poco y ya más tarde estudiaré por mi cuenta.

Casi lo olvidaba por completo, aunque por suerte hoy no veré al amo pues estará entrevistándose con un cliente para un nuevo caso y los documentos de la oficina que debía hacer para los reportes y demás papeleos burocráticos ya los había terminado ayer, por lo cual no habrá problema si no voy al trabajo hoy.

En el bus de camino a mi casa me puse los audífonos para escuchar música y distraerme, aunque no funcionó para nada, al igual que con los libros, no le prestaba atención a las canciones que sonaban y por poco me paso de mi paradero.

Al entrar, la señora que me alquila el cuarto me saluda, a lo cual le respondo de una forma muy desanimada, como si lo hiciera por cumplir, me siento un tanto culpable por ello, pero es que realmente estoy fuera de mi misma, no tengo cabeza para nada, ni para nadie.

Me acuesto en mi cama tapándome la cara con una almohada, todo me da vueltas hasta el punto de que me duele un tanto la cabeza. 

Pienso en todo y a la vez en nada, haciéndome mil preguntas en mi mente, ¿Qué quiere? ¿Para qué me viene a buscar ahora? ¿Cómo sabía que estaba en la universidad? ¿Qué será de mí ahora? ¿Cómo haré? Me cuestiono estás y demás interrogantes hasta quedar dormida o inconsistente por saturar mi mente, no lo sé.

Derecho de piso: Diario de una sumisa [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora