Recuperación. 2.18

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Enterarte que tu hermano mayor comprometió a tus amados sobrinos con las hijas del hombre con el que te ibas a casar cuando eras adolescente, no es algo lindo de escuchar al despertar de un coma.

Su marido estaba llorando de la alegría por su despertar, pues había trasnochado durante varios días esperando a que ella abriera los ojos.

Le hicieron una serie de pruebas para saber si el coma no había afectado alguna parte de su cerebro, por suerte, no fue así.

Finalmente conoció al pequeño Dylan, su bebé más pequeño. Su hija también estaba contenta, su hermano mellizo y su cuñado también fueron a visitarla.

—Ahora que todo está bien, ¿podrían explicarme, cómo es eso de que QingHen comprometió a A Huan y A Zhan?—tenía ganas de levantarse, su pequeño hijo ya se encontraba en brazos de su padre, y su hija, sentada a un lado.

—Antes, debes recuperarte un poco, cabe la posibilidad de que sea demasiado para asimilar—habló Wen RuoHan—te lo digo como médico, no te sometas a un gran nivel de estrés apenas despertaste—ella sólo asintió.

. . .

—Entrega para Lan WangJi—el Lan sostuvo las cajas y las metió con cuidado—firme aquí—señaló el cartero—gracias—Lan WangJi asintió.

Él no podía salir porque su hermano lo castigó, gracias las quince bolas de pelo que invadían la casa.

Los rescató de ser comidos, liberándolos de la cocina de un restaurante, de manera inesperada, la pequeña conejera lo estaba siguiendo a casa. Y ahora vivían con ellos, y eso lo hacía sentir más cómodo en el departamento, aunque su hermano mayor temía por sus plantas.

Lan WangJi caminó con cuidado hasta llegar al sofá, donde dejó las cajas, los conejos lo seguían de un lado a otro, mientras que él iba por el estilete.

Abrió las cajas y sacó con cuidado su guitarra, que estaba dentro del estuche, mismo que abrió un poco y luego cerró, su guitarra estaba en buenas condiciones.

Después sacó la cámara, la observó por un instante y luego observó a los conejos.

Dejó la cámara en la caja y tomó su celular.

Agregó a su carrito un montón de accesorios para sus conejos.

. . .

Lan Xichen jamás se enojaba con su hermano menor, incluso se sintió mal por haberle castigado, pero esa conejera era un peligro para sus amadas plantas.

Su defecto era su infinita amabilidad.

Y se odiaba por eso.

Por un instante comenzó a centrarse más en su proyecto, la impresión se haría en tan sólo unos meses, aún debían promocionarlo y aumentar la, -ya enorme-, fan base que tenía.

Lo mejor que podía hacer, para calmar su ansiedad, era dibujar.

. . .

Cuando Lan Xichen salió del cuarto, dispuesto a revocar el castigo, se encontró con una escena que lo llenó de nostalgia.

Lan WangJi estaba durmiendo, y a su alrededor estaban acurrucados los conejos, tal y como esa vez. El día que su pequeño hermano iría con él y con sus tíos, desde la casa de su tía en Pekín hasta Shanghai.

Cuando él y su prima política se adentraron en esa gran casa, donde encontraron a un berrinchudo niño de seis años aferrándose a las sábanas de la habitación de la mujer que consideró una madre, con el montón de conejos acogiéndolo.

¡Que difícil es ser hermano mayor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora