Líder de APOLO. 3.4

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Muchos dicen que vivir con tu mejor amigo es algo muy gratificante, además de conveniente, dado que se dividen los gastos y pueden crear una rutina funcional.

Pero cuando tienes a Luis Guerra como mejor amigo, y como mánager, tu vida no es tan aburrida o rutinaria.

Ahora estaban en las oficinas de tránsito, tratando de recuperar el auto, ya que iban tarde.

—Te dije que no provocaras un problema—su amigo se rió—bueno, no fue mi culpa que el idiota de la camioneta se atravesara cuando íbamos a avanzar—se excusó, Lan WangJi suspiró y observó su reloj—llegaremos tarde al ensayo, tú le explicarás esto a Hao Han—Luis bufó ante sus palabras.

—Hao Han me la pela—observó a su amigo.

. . .

Después de unos minutos, gracias a la conocida labia de Luis, lograron recuperar el auto y llegar al estudio donde iban a ensayar, el bailarín principal, Hao Han, ya los estaba esperando.

—Perdón, perdón—antes de siquiera soltar un regaño, Luis se adelantó y se disculpó.

—Líder, el CEO y el estilista lo esperan adentro, por eso se retrasó el ensayo—se le quedó viendo a Luis—a ti también te llaman, Akbal—Luis parpadeó y se dirigió al Lan—¿le dijiste mi nombre Maya?—Lan WangJi negó.

—¿Cómo sabes de—Hao Han lo empujó dentro de la oficina, y detuvo a WangJi—mucha suerte ahí adentro, líder—seguido de eso se fue.

En su posición, Lan WangJi tenía demasiadas responsabilidades, aunque no tantas como su amigo, quien era el manager del grupo.

. . .

—Creí haberle dicho que no moviera sus influencias, tía—regañó a la mujer a través del teléfono—respóndame—oyó una ligera risa.

—- No moví mis influencias, sólo le cobré un favor a un viejo amigo.

—¿Por? Ya tenemos un estilista, ¿necesitamos otro?—probablemente los cambios que incitó su tía al cobrar su favor, le traerían unos cuantos problemas.

—- No tengo nada contra Lu Peng, pero siento que él no debería de vestirlos siendo un grupo reciente, no sobresalen mucho.

Lan WangJi suspiró—tía, ¿no cree que las apariencias son sobrevaloradas? La ropa no tiene nada que ver con que no nos hagamos conocidos—quiso salir pero volvió a encerrarse al sentir el picante humo que salía de la cocina.

—¡No salgas wey, estoy asando chiles!—dicho esto, abrió su ventana.

—Como le decía—tosió un poco—lo que debería hacernos más notorios deben ser nuestras habilidades, no la ropa que usamos—observó a través de la ventana.

—- Y pienso que es perfecto, pero la ropa también es importante. No voy a discutir más contigo, ya cobré el favor, aunque el mismísimo Rafael Brambilla no tiene tiempo, me aseguró que su sobrino iría en su lugar.

—Tía—suspiró.

—- No protestes, casi nunca cobro favores.

—Si, tía—

—- Te quiero.

—También te quiero, tía—dicho esto colgó.

. . .

—Hice lo que pude con los ingredientes que tenemos—le mostró el recipiente.

—¿Hiciste salsa?—Luis asintió.

—Compré un poco de carne y conseguí harina de maíz—sonrió—me hice unos tacos—rió.

—Y te hice una ensalada, adivina dónde están las vitaminas—se rió.

¡Que difícil es ser hermano mayor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora