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~ Varios años atrás. ~

— ¡Eres un inservible! — Akaashi jadeó con terror antes de sentir como era golpeado contra la pared con fuerza sobrehumana por su padre.

— ¡Por favor, detente! — Su madre comenzó a llorar a causa de la desesperación, intentando alejar a su esposo de Keiji quien se encontraba en el suelo, mareado, intentando ponerse de pie nuevamente. — ¡No lo golpees a él, golpéame a mí, desahógate conmigo, pero no con él! — Rogó la mujer entre llantos.

— Ambos son unos inútiles. — La mano de su padre golpeó la mejilla de su madre con fuerza, Keiji frunció su ceño. Podría ser un omega inútil, pero a su madre no la volvería a tocar, nunca más.

El ojiazul se puso de pie aún mareado y tomó un jarrón cercano a la puerta. Se acercó por detrás de su padre, y antes de que se diera vuelta, lo golpeó con todas sus fuerzas en la nuca, mas su padre no se inmutó.
Keiji gimió por lo bajo al verle voltearse y observarle con sus usuales aires superiores, mientras tomaba una botella de alcohol que trajo consigo como todas las noches que volvía ebrio, molesto, en busca de desahogar su ira con las únicas dos personas que, podría decirse "Le querían".

— Tú bastardo... Solo trajiste problemas a esta familia... ¡Debiste de haber muerto desde un comienzo! — Gritó el beta, golpeando la cabeza del azabache con la botella de cristal.

Su madre gritó horrorizada al ver a Keiji caer al suelo inconsciente, con una herida que comenzaba a sangrar incontrolablemente, pareciendo que moriría en cualquier instante.

Se escucharon las sirenas de la policía, los vecinos, tras el bullicio en la casa de los Akaashi decidieron que era momento de tomar cartas en el asunto de una vez y librar a aquella pobre familia del sufrimiento que llevaban viviendo desde hacía varios años, desde que el hijo de la pareja había llegado a este mundo.

— ¡Maldita perra! ¿Fuiste tú? — El hombre se acercó a la azabache, quien negó varias veces.
Antes de poder actuar en su contra, dos policías armados entraron a la vivienda.

— ¡Alto ahí! — Exclamó uno de ellos, acercándose al hombre, quien levantó sus manos.

Él estaba consciente de que esta vez no habría escapatoria. Fue esposado, y llevado con los oficiales mientras una ambulancia se acercaba desde las lejanías al rescate del Akaashi menor, quien yacía aún en el suelo, perdiendo incalculables cantidades de sangre.

~❃~

Keiji abrió sus ojos lentamente, sintiendo un detestable dolor de cabeza apoderarse de él. Las luces blancas del hospital sólo lograban que el dolor aumentará, definitivamente el que propuso la idea de esas luces era un idiota desconsiderado.

— ¿Ma...dre...? — Akaashi frunció su ceño, mirando a todos lados antes de jadear y sacar las sábanas de encima suya.

Antes de salir corriendo, notó la intravenosa en su antebrazo, maldijo, y sin importarle mucho la sacó de él, saliendo finalmente del sitio sintiendo su corazón palpitar con fuerza. Debía de salir de ahí, debía de buscar a su madre, debía de asegurarse de que ella estuviese bien.

— No puede salir de su habitación. — Una enfermera se acercó, levantando un brazo para tomar su hombro. Akaashi la miró aterrado antes de retroceder unos pasos y caer al suelo sentado, gimoteando a causa del dolor, mientras temblaba.

— Por favor... No... — hundió su cabeza entre sus piernas, temblando ante la idea de volver a ser agredido. La enfermera se agachó frente a él y acarició con cuidado su hombro, sintiendo como Keiji se tensaba y sobresaltaba ante su toque, desconociendo lo que era la empatía de un completo extraño.

𝑶𝒏 𝑴𝒚 𝑺𝒊𝒅𝒆 - 𝑰𝒘𝒂𝑶𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora