35 - FINAL

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Tōru se miró una última vez en el espejo antes de sorber la nariz, mirando a su madre detrás de él, dándole un suave apretón en su hombro, animándolo a salir.

— Padre, no me dejes caer. — Rogó, girándose y mirando al mayor, quien se encontraba de espaldas, sonando la nariz en un pañuelo.

El mayor de los Oikawa simplemente no podía no llorar al ver a su hijo mayor vistiendo un perfecto vestido blanco que se ajustaba a su precioso cuerpo. No podía evitarlo al saber que su querido hijo oficialmente ya no sería suyo, sino del hombre que esperaba frente al altar. Y Oikawa estaba orgulloso de su hijo, totalmente orgulloso al verle a punto de contraer matrimonio, con un hombre decente, fiel, amoroso, responsable –sin hablar del dinero–.

— Padre, no llores o yo lloraré. — Los ojos de Tōru se llenaron de lágrimas, mientras tomaba las manos de su padre y sonreía. — Padre... Jamás dejaré de ser tu niñito, siempre lo he sido ¿No? No importa si ya no estoy en casa, siempre serán mis padres, yo siempre seré su hijo, nadie cambiará eso.

— Mi niño. — Su madre fue quien comenzó a derramar lágrimas primero. — Anda, rápido, Iwaizumi espera por ti.

Sonriente, Tōru tomó el brazo de su padre, mientras su otra mano sostenía un ramo de preciosas flores. Fueron a la entrada del sitio, momento en que comenzó a sonar la música de fondo.

Las miradas de los invitados fueron hacia Tōru, quien tragó duro, cabizbajo, intentando no entrar en pánico.
Comenzó a caminar lentamente hacia el altar, siendo sostenido por su padre, quien miraba hacia el frente.

Sentía los nervios comerle vivo, aún no veía a Iwaizumi, porque sabía que cuando lo hiciera le sería imposible retener esas lágrimas que aguantaba desde el momento en que se puso aquel traje.
Shōyō cubrió su boca con sus manos mientras lloraba silenciosamente, al igual que Akaashi, siendo ambos los más sentimentales en el sitio después de la pareja y los padres del castaño.

Oikawa observó el final del camino, y un escalofrío recorrió su espalda. Su mirada se elevó lentamente hasta toparse con unos ojos verdes llenos de lágrimas. Jadeó, observando al moreno. Siempre vestía de traje, y estaba acostumbrado a verle así, pero ese día, ese día Iwaizumi se veía totalmente diferente.

Hajime sintió un par de lágrimas descender por sus mejillas al ver a su pareja frente a él, tomando del brazo de su padre, mirándole de la misma forma en que él lo hacía.
El padre del castaño estiró la mano de su hijo hacia el azabache, quien la tomó con delicadeza.

— Iwaizumi. — El padre de Tōru le miró a los ojos. — Cuida de mi niño, sé que eres un buen hombre, y un buen padre.

— No dude que lo haré, hasta el fin de mis días. — Oikawa sonrió, acercándose al lado de su pareja, quien sonrió, mientras observaba al menor morder su labio con fuerza, luchando por no derramar las lágrimas acumuladas en sus ojos.

La ceremonia dió inició, mientras la pareja se tomaba de la mano, dándose ánimos entre sí, escuchando cada palabra que decía el padre, jurándose amor eterno, jurando estar para el otro siempre, en las buenas, en las malas, en la salud, en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la abundancia y en la escasez, hasta el fin de sus días, hasta que el destino decidiera separarlos, así como los unió un simple día en una cafetería en el centro de la ciudad.

Tōru miró al mayor, mientras prometía amarle y respetarle, colocando el anillo en el dedo del mayor. Iwaizumi sonrió e imitó su acción, colocando el anillo en el dedo de Tōru.

— Porque la vida me ha permitido amar, y ser amado. — Susurró el castaño. Iwaizumi sintió su corazón doler antes de escuchar las últimas palabras del padre, permitiendo besar a su pareja.

𝑶𝒏 𝑴𝒚 𝑺𝒊𝒅𝒆 - 𝑰𝒘𝒂𝑶𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora