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— Ryo~. — Tōru sonrió mientras mecía al pequeño en sus brazos. — Creo que tendrás los preciosos ojos de tu madre.

Tomó asiento en el sofá y suspiró, acariciando suavemente los cabellos del pequeño niño. Como siempre, sus facciones no estaban definidas, pero creía que tendría el rostro de Tobio.

— En unos años serás el pequeño que volverá loco a todos, seas lo que seas. — Rió, antes de girarse al escuchar unos pasos.

Observó a Iwaizumi bajar las escaleras mientras bostezaba y revolvía sus cabellos, probablemente acababa de despertar, pues eran tan sólo las cinco de la mañana. Oikawa se había levantado al escuchar al niño llorar, y tras entender que lo que deseaba no era más que comida, le alimentó y se quedó despierto hasta entonces.

Pronto debía de volver a dormirle, pero antes se encargaría de los cólicos. Tomó al pequeño con cuidado y lo recostó sobre su pecho, dando suaves palmadas en su espalda.
Hajime le miró y sonrió, acercándose a depositar un beso en los labios contrarios.

— Buenos días. ¿Dormiste bien? — Preguntó Tōru.

— Lo hice. — Iwaizumi se sentó a su lado y rodeó la cintura del castaño con sus fuertes brazos. — ¿Cuándo volverán Hinata y Kageyama?

— En dos días, el tiempo ha pasado demasiado rápido. — Bostezó. — Y no negaré que ya me he encariñado de Ryo, solo míralo, es tan tranquilo, no parece hijo de Shōyō.

El moreno rió de acuerdo, el pelinaranja era bastante inquieto la mayor parte del tiempo, pero el pequeño parecía ser un bebé tranquilo, más parecido a Kageyama.

— Iré a pedir que preparen el desayuno. — Avisó Hajime, poniéndose de pie.

— Oh, Iwaizumi. — El mayor le miró. — Quizás no es el momento, pero... Uhm... ¿Puedes pedir que preparen pancakes, tostadas con mantequilla y chocolate y un té? — Hajime le observó antes de sonreír y asentir.

— Por supuesto, ya vuelvo. — Sé inclinó y depositó un beso en la frente del menor, saliendo del sitio para buscar a Suzuë.

Oikawa continuó cuidando de Ryo por los siguientes treinta minutos, y tras lograr deshacerse de los cólicos, se puso de pie y fue a su habitación, durmiendo al pequeño. Al asegurarse de que la criatura estaba descansando, revisó que todo se encontrara en su sitio y se retiró, yendo al comedor.
Allí se encontró a Iwaizumi, tomando una taza de café. Abultó sus labios, realmente quería beber café como lo hacía antes, pero sabía lo mal que eso podría hacerle durante el embarazo, o en el parto.

Se acercó al moreno y pasó por debajo de uno de sus brazos antes de acomodarse en su regazo y sonreír a gusto. Hundió su rostro en el cuello del azabache, disfrutando de la calidez que le brindaba.

— Estoy algo cansado. — Susurró Tōru, cerrando sus ojos.

— ¿Quieres que te ayude con Ryo? — El castaño asintió. — Bien, lo haré después de que comas.

— Solo vigila que duerma... Despiértame si comienza a llorar.

— Lo haré.

Tras desayunar, Oikawa decidió que descansaría un poco, fue a su habitación y durmió por unas dos horas antes de poder escuchar nuevamente a Ryo llorar por alguna necesidad. Iwaizumi le despertó tal como dijo que haría, pues a pesar de querer ayudar al castaño, aún no sabía exactamente cómo reconocer lo que el niño deseaba.

— Iwaizumi. — Tōru se giró mientras tallaba suavemente sus ojos. — ¿Me pasas la bolsa?

Hajime hizo lo que pidió, dándole una bolsa de tamaño medio al castaño, quien retiraba cuidadosamente la ropa del menor.
Iwaizumi observó atentamente a Tōru cambiar el pañal de Ryo, intentando memorizar cada mínimo detalle para cuando fuera la hora de hacerlo con su hijo.

𝑶𝒏 𝑴𝒚 𝑺𝒊𝒅𝒆 - 𝑰𝒘𝒂𝑶𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora