Capítulo 22- El pasado de Elizabeth

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Habían pasado tres días, era miércoles. Por la tarde tenían su último examen, el de Lengua Inglesa y el que más preocupa a todos. Aquella era una materia común para todos los alumnos, independientemente de su edad y curso todos se examinaban a primera hora de la tarde.

Edward había preferido esperar a ese día para empezar a investigar, era cierto que estar en el Castillo resultaba caro para los padres y él era consciente de eso. Por eso, esos días los había dedicado íntegramente a estudiar y entrenar. Estudiar y entrenar se habían convertido en su rutina. No se quejaba ni lamentaba como otros alumnos porque estar ocupado le distraía y le servían de excusa para no pensar.

Gale le había aconsejado que aunque supieran que Nicki conociera el origen del asunto no le dijeran nada ni la presionaran ya que lo más probable sería que ella siguiera negándose o en el peor de los casos que se lo contara al verdadero culpable. Después de las clases no tenía entreno ni nada importante que hacer así que iría a hablar con Robert, Emma y Cristina acompañado por su amigo.

No se sacaba a Elizabeth de la cabeza y eso cada día le consumía más y más. Cuando la veía en clase, en los pasillos o en el Comedor sentía un ardor en el vientre que apenas podía controlar y sus instintos le llevaban a acercarse a ella y volver a tenerla entre sus brazos. A volver a sentir el máximo placer y que su cuerpo y alma dependían de ella y solo de ella. Pero cuando eso le pasaba leía mentalmente la carta que había escrito y conseguía serenarse de nuevo.

Sin casi darse cuenta ya había llegado la hora y se fue junto con un par de Azules más a la clase que los de séptimo y sexto tenían conjuntamente asignada. Se sorprendió porque la mayoría de sitios ya estaban ocupados y no tuvo más remedio que colocarse en segunda fila, como siempre su mirada se fue hacia todos los presentes con la ilusión de verla por algún lado y conseguir robarle una mirada, una sonrisa o una palabra.

No la vio pero Elizabeth no tardaría en llegar.

Theo, Robert, Ben  y ella se habían pasado hasta altas horas de la madrugada estudiando en el Centro junto con otros estudiantes. La asignatura no era fácil y los exámenes tampoco solían serlo, de hecho Lengua Inglesa era la materia con más suspensos de todas.

Llegaron al aula y se decepcionaron al ver que no quedaban escritorios cercanos y por tanto tendrían que separarse bastante. Elizabeth se quedó en una de las últimas filas pegada a la pared y los demás corrieron para coger un sitio mediantemente decente.

Elizabeth lo buscó un tanto desesperada. Era como si le necesitase, como si necesitara saber de él y tenerle cerca para saber que estaba segura, y que juntos podrían con cualquier cosa. Desde su encuentro en el cementerio algo había cambiado. Estaban más cercanos el uno del otro y eso les gustaba. Le gustaba saber que Edward hablaba de ella en casa y con su abuela. Le gustaba. Mucho. Quizá demasiado.

-Buenas tardes. El examen empieza ahora mismo, guarden sus apuntes y otros materiales. Encima de la mesa solo un bolígrafo y corrector.- la profesora entró decidida y travesó todos los escritorios para llegar a su sitio correspondiente y alzar la voz.- Se supone que esto ya lo saben pero me veo en la obligación de recordárselo: prohibido hablar con los demás o mirar sus hojas, cualquier comportamiento dudoso será motivo de suspenso y si les veo copiando de cualquier modo les retiraré el examen y solo se corregirá la parte que tengan hecha.- espero un par de segundos para asegurarse concienciar a los estudiantes.- Ahora, voy a repartir los exámenes de sexto curso. Levanten la mano. Los de séptimo esperen un minuto.- una vez todos lo tuvieron la profesora dio su última objeción.- A partir de este justo momento tienen noventa minutos. Suerte y piensen bien antes de escribir.

Empezaron a escribir. Era largo y muchos dudaron de que sí el tiempo establecido era suficiente para acabarlo.

Elizabeth se concentró y pudo sacar adelante la primera mitad sin excesiva problemática. El tiempo pasaba y los ejercicios se iban complicado, aunque al entregarlo fue una de las últimas apostó por una nota no inferior al siete pero tampoco mayor que el ocho y medio.

ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora