"Sé lo que estás haciendo. Deja de investigar, de intentar descubrir quién soy. Os creéis muy valientes ahora pero no tengas la menor duda de que le haré daño. La atacaré. Yo conozco sus secretos. Y también los tuyos."
Esta vez la nota iba grapada junto a cuatro fotografías. Cuatro fotografías de Elizabeth que habían sido tomadas en el Castillo sin que ella se diese cuenta. Edward comprendió que a pesar de que el anónimo hubiera estado un tiempo desaparecido, escondido en la sombras, nunca se había marchado.
Se le heló la sangre al contemplar las imágenes ya que eso demostraba que era cierto, no era solo una broma para vengarse o una manera de asustarles. Alguien la seguía a todos lados, alguien quería hacerle daño, alguien sabía su pasado. La frustración iba en aumento y ya no sabía cómo acabar con todo, a cada minuto que pasaba veinte ideas realmente estúpidas le tentaban a actuar y para serenarse se recordaba mentalmente que era por ella.
Las fotografías mostraban a Elizabeth en cuatro situaciones distintas: en la primera, ella y Robert estudiaban en la biblioteca y por la perspectiva que se mostraba la captura no se había hecho desde muy lejos; en la segunda Elizabeth, Ben y Emma desayunaban en el Comedor, Ben les explicaba algo y ellas escuchaban divertidas; a continuación se la veía en el Lago entrenando con David; la última foto fue la que más le dolió e impactó. En la imagen se veía a Elizabeth apoyada en el hombro de Theo con una sonrisa relajada y a este leyéndole un libro de poesía. Sintió muchas cosas, ninguna de ellas fácil de explicar. La envidia por ser incapaz de hacerla sonreír de esa manera, la ira por no ser el hombro en el que ella reposaba tan plácidamente, la impotencia de ver cómo un loco la seguía a todas partes y le robaba su intimidad y vida personal y la tortura de no saber qué hacer para ayudarla.
Respiró hondo un par de veces y volvió a concentrarse. Se sentó en el escritorio para leer una y otra vez el papel y memorizar cada centímetro de las imágenes. Recordó la carta que un día le escribió pero que jamás tuvo el valor de entregar, la cogió de su escondite y la leyó de nuevo para aclararse las ideas y mantener la calma.
En otra parte del Castillo, Elizabeth, Theo y Robert estaban en la terraza de los Rojos cada uno concentrado en algo. Ninguno de ellos sabía ahora cómo comportarse frente a Elizabeth después de conocer su dramática historia y su actitud era bastante peculiar. Ella lo estaba notando pero no decía nada al respecto porque entendía la incomodidad de sus amigos.
Theo, que estaba dibujando en su cuaderno, recordó de pronto como Elizabeth y Edward habían discutido y terminado con su relación aparentemente perfecta y feliz, si los dos estaban enamorados, y él sabía que así era, habría un motivo de peso para discutir y hablarse de aquel modo en su última conversación como pareja. Él era extremadamente detallista y solía deducir cuanto se proponía gracias a las pequeñas cosas sin importancia aparente. Pensó, recordó, revivió y llegó a una conclusión no mal encaminado.
Will. El cementerio. Edward y Gale. Nicki. El pasado de Elizabeth y una pelea. Era un puzzle y todas las piezas minúsculas encajaban solo tenía que averiguar cómo y de qué modo.
Lo descubrió. Después de varios minutos de profunda reflexión y conjeturas adivinó que era lo que ocurría y se lamento muchísimo por no haberlo descubierto y ayudarla antes. Theo descubrió muy generalmente que un individuo la amenazaba desde hacía tiempo y sospechó que a Edward también. Supo que Nicki tenía algo que ver y por eso Edward y Gale habían ido a hablar con ella. Por como Elizabeth había hablado por primera vez de su tormento, creyó también que eso era el origen de todo y que su amiga lo prefería llevar en silencio y cargar con todo el sufrimiento y amargura.
Theo fue el único que por sí solo había logrado descubrir el misterioso enigma. Theo fue consciente desde aquel momento que Edward estaba enterado y quería ayudar, por eso se enfadó ella: por entrometerse. Sin pensarlo y levantándose muy rápido salió del Centro dejando sorprendidos a quienes estaban en el lugar. Nadie imaginaba dónde iría con tanta seguridad e ímpetu. Nadie menos Elizabeth. Elizabeth había visto en los ojos de Theo un brillo especial y nuevo; Elizabeth no era ninguna ingenua, sabía que lo había averiguado y que ahora iba a contárselo a Edward. No se puede explicar qué es lo que la hizo comprender. Son aquellas pequeñas cosas de la vida que no tienen explicación, aquellas miradas que hablan y aquellas palabras que sobran. Algo en él le había dicho lo que estaba pensando. Y está misma de algún modo se sintió aliviada y no enfadada o nerviosa porque Theo fuera a contárselo a Edward.
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Elizabeth
RomanceElizabeth ha conseguido una beca de dos años para estudiar en la prestigiosa escuela "El Castillo de Pierce". El Castillo, sin embargo, tiene una manera muy peculiar de organizarse y en más de una ocasión traerá problemas a nuestra protagonista. Amo...