Capítulo 18- Solo sentimientos

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Cinco días habían pasado ya desde la discusión de Edward y Elizabeth. Theo, Gale y Nicki habían estado presentes y los dos primeros intentaron en la medida de lo posible poner paz a todo aquello y evitar males mayores.

Elizabeth se mostró en todo momento decepcionada, miraba a Edward con pena y lo escuchaba con aflicción. Él se esforzaba por hacerla creer que todo era por ella y que no había más intención que ayudarla y evitarle más sufrimientos y preocupaciones. Sin embargo, y a pesar de sus nobles impulsos era cierto que él había roto la promesa de no contar nada a nadie y de no ir a hablar con Nicki bajo ningún concepto. Entendió con profundo dolor y desconsuelo que solo había empeorado las cosas y que si Nicki aún tenía contacto con el anónimo todos se verían más afectados, especialmente ella. Dejó de encontrar argumentos o justificaciones que pudieran hacer plausible o al menos comprensible sus actos. Tuvo la suerte de que Gale jugó en su favor y le secundó al explicar cuan alarmados estaban por esto y que su objetivo siempre había sido ayudarla. Theo no acababa de entender todo lo que sucedía y por tanto prefirió no intervenir más de lo estrictamente necesario, salvo cuando apoyaba a Elizabeth. A medida que la conversación se iba alargando y alargando Theo vio que algo muy gordo, muy horroroso y muy injusto le pasaba a su mejor amiga. Algo relacionado con Nicki, con Edward y alguien cuya identidad nadie salvo una sabía.

 Al ver Edward que se había equivocado, que estaba acorralado por las ciertas razones de Elizabeth y en parte ahogado por sus errores, al ver Edward que se estaba ahogando, que no podía salir victorioso y que sus acciones habían provocado de nuevo dolor y decepción en un ser tan querido como ella hizo lo que mejor sabía, hizo lo que durante todos aquellos años había hecho: dar la espalda al asunto y parecer de acero.

-Mira, yo ya te he dicho todo lo que tenía que decirte. Si no quieres entenderlo no es mi culpa, no voy a perder más el tiempo hablando si ya sé que no me vas a creer. Piensa y haz lo que quieras. Pero déjame decirte que a veces parece que te guste todo lo que vives, si hubieras querido pararlo ya lo habrías hecho. Habrías ido a hablar con un superior o te habrías enfrentado a Nicki como yo estoy haciendo por ti. Pero veo que es inútil, en vez de recibir gratitud me chillas y me recriminas. – fue una de las últimas frases que Edward le dirigió.

-¿Qué me estás diciendo?- no tardó en contestarle. No lloró, no presentó ningún matiz, ninguna sensibilidad. Era una estatua que hablaba.- ¿Hablar conmigo es perder el tiempo? ¿De verdad crees que esto me gusta? ¿Te tendría que estar agradecida por contarlo y por ir a ver a Nicki? ¡¿Enserio crees que debería mostrarte gratitud y más aún después de las idioteces que me has dicho?!

-Estáis diciendo cosas de las que más tarde os arrepentiréis. Callad y dejarlo ir. Elizabeth, cuando todos estemos más calmados te lo contaré todo.- dijo Gale intentando sonar tranquilizado, aunque estaba bastante convencido estaba de que ambos ya habían explotado y no pararían hasta decírselo todo y desahogarse.

Efectivamente Gale tenía razón. Durante los tres últimos minutos de la conversación los dos, testarudos y orgullosos, defendían su posición incriminando al otro. En una de estas, Edward incontrolado y nervioso pasó el límite. Se dio cuenta al instante e inmediatamente retiró las palabras y se disculpó sin atreverse mirarla a la cara. Elizabeth con la tez roja y los ojos muy abiertos, sin poder creer que le hubiera dicho aquello, le propinó una bofetada y salió corriendo. Detrás de ella, un abrumado, confundido y furioso Theo salió en su busca no sin antes decir.

-No tengo la más remota idea de que es lo que ha estado pasando en su vida pero te aseguro que no va olvidar lo que has dicho.- suspiró con desprecio y desafío.- Das asco. No sé cómo ha podido quererte tanto, no sé que ha visto en ti. Eres destructivo, contigo mismo y con los que te rodean. Una bomba, que en los peores momentos arrasan a todo aquel que está cerca y no tiene miramientos o contemplaciones.

ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora