Capítulo 27- Todo vuelve

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-Edward...

Elizabeth estaba paralizada. En blanco. Su nombre retumbaba por todos los centímetros de su cuerpo tembloroso y no había espacio para más. Nunca podría llegar a acostumbrarse a la sensación de vértigo, nunca se acostumbraría a sus ojos fijos en ella o a la musicalidad embriagadora cuando él pronunciaba su nombre. No era justo. Su presencia nunca lo era pero esa injusticia formaba parte del encanto. De pronto y sin previo aviso el fugaz recuerdo del beso con Theo la eclipsaron y se sintió culpable de nuevo tanto por haberlo besado, como por haber disfrutado de ello.

-Quería verte a solas para pedirte perdón.- no se atrevió a acercarse más y aguardó con aires de decepción. Al ver que Elizabeth arrugaba la frente y parecía no encontrar sentido a sus palabras continuó en tono más bajo y despacio.- Me refiero a que debería haberme puesto en contacto contigo, no te pregunté cómo estabas. Lo lamento de verás pero no me sentía con fuerzas de mirarte u oírte.

-No importa.- articuló aclarándose la voz por la agitación.- No tenías motivo, tú y yo ya no... Quiero decir que no tienes que sentirte obligado, lo entiendo.

-Eso no incluye que me preocupe menos por ti, es imposible no hacerlo.- esta vez sí se acercó y algo frío continuó.- Somos amigos.

Elizabeth asintió y se percató que Edward dirigía breves pero furtivas miradas a la pulsera.

-¿Un regalo de Navidad? ¿De tu hermano, quizá?- inquirió algo impaciente pero con el gesto despreocupado-.

-Sí y no.- apresurándose redirigió la conversación.- ¿Lo has pasado bien estos días?

-Se podría decir que bastante.- contestó dibujando en su rostro media sonrisa.

-Ya. Esto, tengo que entrar.- se mordió levemente el labio y atusó el pelo mientras se giraba.- Nos vemos en los entrenos.

Edward no hizo ademán de moverse y por el contrario le sujetó con suavidad la muñeca para detenerla.

-Si necesitas algo házmelo saber, estaré ahí.- la miró fugazmente y se fue hacia al vestíbulo susurrando unas breves palabras que solo él pudo entender.- Siempre estaré ahí. No renunciaré a ti, Elizabeth. Y respecto a lo de esa persona, te aseguro que descubriremos quién es antes de acabar el curso. 

Edward y Theo habían estado hablando aquellas Navidades. Más de una vez. El primer paso lo dio Edward, que tuvo que tragarse su orgullo y arrogancia, para solventar el problema del acosador. No había pasado un día en el que no la tuviera metida en la cabeza. Todo le recordaba a ella y odió comprobar que a Theo le ocurría lo mismo. Salvando las distancias geográficas y personales llegaron a una especie de pacto que principalmente se centraba en mantenerla a salvo. Sí era cierto que ahora parecía estar bien de nuevo pero también era seguro que otro repugnante suceso como los que se habían sucedido bastaría para volver a consumirla y desestabilizarla. Ninguno mencionó jamás su relación con ella pero ambos sabían sus límites y posibilidades y estaban dispuestos a hacer lo que fuera para conseguirla. No se soportaban y de no tener la absoluta certeza de que eran imprescindibles nunca hubieran contactado. Su objetivo era dejarla sola el menor tiempo posible, Gale y también Ben, Emma, Cristina y Robert procurarían tenerla mínimamente controlada. Esta última iniciativa era orden directa de dirección, que a pesar de iniciar ciertas investigaciones con las pocas pruebas que Edward pudo aportar no habían avanzado sobre la autoría.

La noche antes de irse del Castillo, Gale le había recriminado a Edward que hubiera estado tan cercano y cariñoso con varias chicas en presencia de Elizabeth. Aquel comentario fue la mecha que provocó una fuerte discusión entre ellos. Edward defendía su derecho de hacer y deshacer a placer y Gale contradecía que su posición no era más que una muestra de despecho y que en vez de acercarse a ella la estaba perdiendo. Tuvo que admitir que era cierto y que su ausencia en la vida de Elizabeth servía a Theo para poder ocupar más y más espacio en ella. Se enfurecía cuando recordaba. Era tan taciturno que aún pensaba que la conseguiría por medio de los celos.

 Edward consideraba, pues, que a ojos de ambos y aparentemente eran compañeros que se tenían aprecio y que a menos que ella le viera con otras no posibilitaría la opción de volver. Por desgracia, ignoraba que era algo mucho más complicado y que en contra de todo por lo que luchaba conseguía lo contrario. Ya lo había conseguido. Había dividido a Elizabeth y todavía quedaba por descubrir quién tenía la mayor parte.

Las clases empezaron con normalidad al día siguiente. A primera hora tenían filosofía avanzada. Clase que compartían todos y que solía ser siempre la más incómoda para los dos grupos pero la más morbosa para el resto, quienes estudiaban más que las teorías del conocimiento de Nietzsche los gestos, miradas y comentarios.

-Las vacaciones han terminado, espero que todos lo tengan presente y no divaguen.- el profesor comenzó con su habitual discurso sobre la importancia de los hábitos de estudio que todos los presentes parecían tenían memorizado.- Para empezar con el ritmo intenso que les tengo preparado aprovecharan esta semana para hacer una comparación entre la filosofía de los autores clásicos que estudiamos el mes pasado. Háganlo por grupos de tres, a su placer pero con la condición de que los equipos tienen que estar formados por distintos colores. Quienes el viernes me entreguen el mejor trabajo tendrán un punto adicional en el parcial, no desperdicien la oportunidad.

Se tardó un poco más de lo habitual en distribuir el aula puesto que algunos alumnos no estaban familiarizados a trabajar con gente de distintos grupos, especialmente los Azules. Ben, Gale y Elizabeth fueron los primeros a formarse, seguidos de Theo, Emma y un Amarillo y de Robert, Edward con una chica Verde.

Elizabeth estaba visiblemente aliviada puesto que entre Ben y Gale había cierta afinidad y podría librarse de comentarios y preguntas comprometidas, como las de Emma o Robert, y de largos períodos de observación a los que era sometida pero a su vez sometía también.

-¡Tengo que contarte tantas cosas! África ha sido la mejor experiencia que jamás he tenido.- susurró un entusiasta Ben.- Por otro lado, me obligaron a compartir habitación con Emma en el hotel, eso fue lo único fastidioso.- puntualizó mirando a su prima de reojo que sin duda por su expresión había captado el comentario.

-Quéjate de mí otra vez y cuento todos tus ataques de pánico, lo que hacías con tu exagerado kit de primeros auxilios y tus muchos intentos fallidos de hablar con cualquier turista mínimamente agraciada.- sus palabras provocaron una carcajada general y el bochorno de Ben, quién no volvió a hablar en toda la hora.

No obstante y mientras todos estaban concentrados se produjo al unísono un cruce de miradas que intentaban pasar inadvertidas y resultaban todo lo contrario. Gale miraba a Cristina y Edward, estos a Gale y a Elizabeth, ella a nadie, Emma y Ben se miraban y también a Theo, que se fijaba cada pocos segundos en todos. Hablaron toda la hora sin necesidad de palabras.

Por la tarde tocaba entreno de natación y básquet. Elizabeth llegó a los vestuarios del Lago con tiempo y fue la primera en meterse en el agua. El contacto provocó que todo su cuerpo se relajara de golpe y con intención de alargar esa sensación se sumergió por largos segundos. David estaba preocupado por los campeonatos al ver la poca distancia que separaban los Azules de los Rojos.

-Nuestra estrategia será la eficacia y la competitividad. Me gustaría empezar con algo suave pero el tiempo nos va en contra. Empezaremos con tres series de cien metros. ¡Vamos!

El agua y el cansancio la ayudaron a desahogarse, nadaba con fuerza y voluntad. A las dos horas, cuando David anunció que para un primer día era más que suficiente, Elizabeth estaba agotada. Se vistió tan veloz como pudo pero no evitó que ya hubiera anochecido al salir. David la acompañó hasta el vestíbulo como nueva medida de seguridad aunque ella se opusiera.

No fue hasta la mañana siguiente cuando se percató de que ya no tenía el reloj plateado que Will le había regalado.

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Intentar recompensaros es justo lo que intento, así que aquí tenéis un nuevo capítulo. No seáis demasiado duros, por favor. Espero que os guste y disfrutes de la lectura.

No olvidéis votar, comentar y recomendar si así lo consideráis. Después de tanto tiempo ausente ansío de saber vuestras impresiones y opiniones, que además son un modo de aprendizaje y una subida de moral literaria.

Besos y abrazos (y más disculpas)

Alejandra.


P.D: ¿Dónde estará el reloj de Elizabeth?

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