Capítulo 24- Un beso

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A pesar de que la entrada de Edward había templado a Elizabeth, las tres enfermeras decidieron al unisono que mejor sería dejarla en la cama y desde ahí administrarles los sedantes y tomarle la presión. Los dos profesores, ayudados por Ben, Theo y Edward, retiraron las fotografías y barrieron el suelo. Emma llamó al servicio de mantenimiento para que se llevara la puerta del armario pintada y Elizabeth no tuviera que volver a verlo de nuevo.

Theo y Edward salieron un momento para hablar sin ser oídos por nadie. Justo cuando aquella chica Roja llegó a su residencia para avisarle de la atrocidad, Theo estaba acabando de contarle los últimos detalles del accidente y ambos ponían juntos posibles conjeturas.

-Si podemos sacar algo de esto, es que el autor ha dejado más pruebas de las que nunca hubiéramos podido imaginar.- murmuró Theo mirando desde el pasillo la cama donde se encontraba Elizabeth.- Además, ha cometido un error al exponerse tanto porque ahora todo el mundo sabe de su existencia y sus intenciones.

Edward, sudado e inquieto, se pasó la mano por el pelo varias veces antes de contestar. El solo hecho de ver a Elizabeth de tal manera le había perturbado hasta el punto de no poder pensar con coherencia y claridad.

-Ha sido culpa mía.- confesó hundido.- Esta mañana, he encontrado otra nota y cuatro fotografías de Elizabeth en el Castillo.- Theo tragó saliva y parpadeó como si no acabara de asimilar lo ocurrido.- Gale y yo hemos estado investigando para tratar de averiguar su identidad. Ha sido culpa mía, ella está así por mi culpa.

-No digas eso, no es verdad. Eso demuestra que está asustado y que necesita ir más allá para darnos miedo. Quién sea ha cometido un gran error porque ahora el profesorado y los encargados tomaran medidas para desenmascarar a ese loco y ellos tienen infinidad de recursos más que nosotros.

-¿Pero a qué precio? ¿Has visto cómo estaba? Hemos querido jugar al gato y al ratón y hemos perdido. Hemos perdido el bienestar de Elizabeth, después de esto quién sabe si le quedaran secuelas. ¡Han pegado la fotografía de su familia en el espejo y de rojo han tachado las caras de sus padres y rodeado las de Will y ella!- la última frase la pronunció lo suficientemente alto como para que un grupo de estudiantes, testigos del momento, le oyeran.

-Baja la voz. Te aseguró que estoy tan enfadado como tú y tengo la misma sed de venganza, Elizabeth no me es indiferente y daría cualquier cosa por ser yo quién tuviera que sufrir y no ella. Perdiendo los nervios y gritando no ganamos nada.- contestó malhumorado. A pesar del acercamiento que estaba habiendo entre ellos Theo y Edward nunca se habían llevado bien.

Edward le iba a responder cuando el señor Pierre asomó la cabeza.

-Señor Theo, la señorita Elizabeth quiere verle.

-¿Está bien?-se adelantó Edward.- ¿Qué ha pasado?

-Nada. También le han puesto calmantes y parece que empiezan a hacer efecto pero ha reclamado por usted.

Theo se apresuró a entrar en la estancia mientras que Edward se reconcomía por los celos. Elizabeth trató de reincorporarse mínimamente y arrastró a Theo hacia ella hasta que solo les separaron cinco centímetros de distancia, sus respiraciones se cruzaban y sus cuerpos se rozaban.

-Theo, sé que has hablado con Edward. Necesito que me ayudes. ¿Recuerdas que dije que cuando Will se estampó contra otro coche había un niño un año mayor que yo?

Asintió sin saber que le querría decir.

-Es ese niño es quién me amenaza. El problema es que jamás llegué a verle y no sé su sexo ni aspecto.

-¿Qué puedo hacer yo?- le susurró rozándole una oreja.

-Está en el Castillo. Tiene que haber alguien de quinto, sexto, séptimo o octavo que sufriera un accidente de coche diez años atrás.- los ojos de Elizabeth empezaron a cerrarse a causa de los medicamentos, Theo iba a darle espacio pero ella siguió sujetándole con la poca resistencia que tenía. Probablemente las últimas palabras que dijo fueron fruto de divagaciones producidas por los analgésicos pero nadie podría decir que no las dijo.- Quédate conmigo, no te vayas. Quédate conmigo.

Y sus labios se encontraron antes de que Elizabeth cayera dormida en la cama con la mano de Theo apretada entre las suyas y con su aroma impregnado. Se habían besado. Un beso dulce, inesperado, sincero.

-Siempre estaré a tu lado.- Theo sabía que Elizabeth ya no podía oírle pero le daba igual, tenía que decirlo y quedar en paz consigo mismo.- Te quiero. Te quiero, Elizabeth.

La puerta había quedado entreabierta. Edward había visto el beso. Su corazón se agitó violentamente. Gale apareció. La cara de Edward era dolor. El dolor que se siente por amar y no ser correspondido. El dolor que se siente al ver que tu mundo se desmorona, al saber que ya nada será igual y darte cuenta de que quizá no has luchado por ella tanto como se merecía, que no has sabido conservar lo único bueno que pasaba por tu vida, consumirte por dentro y entender que ya nada te sostiene.

Gale llegó. Edward ni siquiera le miró pero supo que estaba.

-He llegado tarde. Como siempre, he llegado tarde.- se le quebró la voz y se fue casi corriendo. Gale sospechó de que tal vez y solo tal vez un par de lágrimas se asomaran a sus profundos ojos marrones.

Con una rápida ojeada lo vio. Theo y Elizabeth. Era de esperar.

Theo había querido a Elizabeth desde el primer momento. Tal vez no se había dado cuenta hasta transcurrido un tiempo, pero enseguida lo supo. Nunca había encontrado el valor de decirle que la quería, que la necesitaba, que la adoraba y que la amaba a pesar de saber que no podría tenerla nunca.

Recordó su recuerdo más amargo. El recuerdo de saber que ella estaba con Edward. Odiaba saber que nunca estaría con ella, para Theo Elizabeth había sido la primera chica. La primera. Sin embargo, se juró que la dejaría ir y que jamás se interpondría en su felicidad o sus deseos. Se juró que sonreiría cada vez que los viera juntos y fingiría alegrarse, que la ayudaría, consolaría y seguiría hasta el fin del mundo. Se juró que con su amistad se conformaría.

Hasta entonces. Elizabeth le había besado. Elizabeth le había pedido que estuviera a su lado y que no se marchara. Y no lo haría. Lucharía por ella, lucharía para conseguirla.

Elizabeth y Theo. Elizabeth y Edward. Elizabeth cada vez más confundida y dividida. ¿Quién? ¿A qué mitad rendirse?


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Edward o Theo. Ambos han conseguido a Elizabeth. Ambos la han seducido y cautivado. ¿El poeta o el intrépido? Son polos opuestos pero la quieren y la quieren de verdad. A partir de ahora la historia va a girar entorno a dos tramas paralelas: descubrir quién ese niño o niña y descubrir a quién pertenece el único amor de Elizabeth.

A pesar de sus diferencias y de los mundos que les separan, los tres tendrán que unirse para acabar con las notas. Theo va cobrando protagonismo y su mayor secreto a quedado al descubierto.

Sé que es muy corto pero estaréis de acuerdo en que es muy intenso también. Antes del miércoles intentaré actualizar.

Besos y abrazos.

Alejandra.


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