Ángela Brown, ante los ojos de la gente siempre ha sido la chica perfecta, ahora en la universidad tiene todo lo que siempre ha deseado; vive con su mejor amiga, estudia en una de las universidades más prestigiosas del país, tiene un grupo de amigos...
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Ángela Brown
Después de que Marcus no dejara de llamarme hasta el cansancio decidí cambiar de número. Algo drástico lo sé, pero primero bloqueé su número y él simplemente me marco de otro. Eso pasó un par de veces, incluso uso el número de Rolland (su mejor amigo), de Roxanne (su hermana) y de otros amigos que tenemos en común.
También a petición de mis amigas, Tamara y yo nos instalamos en el departamento cerca de la universidad. Según ellas la casa me estaba deprimiendo, tal vez tenían razón. Las últimas dos semanas fueron una mancha borrosa en mi mente. Pamela nos visita casi todos los días después de sus entrenamientos y Natalia trabaja en una florería cercana, pero no venía tan seguido. Tamara de vez en cuando va la universidad a practicar y pasa mucho tiempo con Sebastian. Mis dos mejores amigos salen juntos y está excelente si no fuera porque yo no tengo nada bueno que hacer.
Dejé de llorar después de la primera semana y me convertí más que nunca en un puto robot que solo se desplaza de un lugar a otro por inercia. Lo que fue mi vida durante 3 años ya no está, pero si lo pienso bien nunca fuimos totalmente parte de la vida del otro. Toda nuestra vida en pareja giraba alrededor de su departamento y eventos que él escogía, ahora todo tiene sentido, por eso últimamente rechazaba ir con mis amigos a lugares públicos, no debí ser tan estúpida. Aunque todo el mundo supiera que éramos pareja, a ella le dijo que eso era solo de nombre. Por eso los paseos por la ciudad se acabaron, al igual que ir al cine y las cenas en lindos restaurantes. Lo único que no entiendo es el por qué no terminar conmigo y continuar con su vida, tal vez lo de que sus padres nos querían juntos no era del otro falso.
—¡Que ya pare de estar triste, nos va a deprimir a todas! — grita Pamela desde la sala, mientras yo estoy en mi cuarto.
—Cállate Pamela— la reprende Natalia — es normal que esté deprimida.
Escucho decir a morena mientras me acerco a la puerta, la entre abro y las puedo ver en la sala, Tamara sentada en el banco de la cocina, Natalia en el sillón con las piernas cruzadas y Pamela recargada en la barra.
—Lo sé, pero no me gusta verla así, además no lo quería tanto— comenta Pame restándole importancia a sus palabras.
—¿No quererlo tanto? Duraron tres años, la cosa ya iba en serio— informa Tamara muy seria.
—El tiempo no tiene nada que ver con, si lo quiso mucho o no, no era para ella y punto, fue una señal del universo— contesta Natalia.
—Pues valla señal, encontrarlo con otra en la cama—dice Pamela sarcástica. —Más bien en vez de señal sutil fue un derechazo en la cara— comenta la rubia.
—No es gracioso, Pamela— le reclama Tamara.
— Ya lo sé y no me estoy burlando—dice Pamela en tono de disculpa y agrega un poco más seria—es solo que Angy siempre nos ha ayudado en cuestiones del amor no es justo que le haya pasado a ella—termina de decir en un suspiro.
Todas se quedan calladas analizando las palabras de Pamela que rara vez dice algo sin jugar.
—Que me esperaba que le pusieran los cuernos más a Natalia y no a ella— admite Pamela como para cortar el silencio incómodo de su comentario anterior.
—Créeme ella tampoco se lo esperaba—susurra Tamara.
—Fue lo mejor, no que se enterara de esa manera, pero por algo pasan las cosas— contesta Natalia al tiempo que se para del sillón — mejor voy a ver cómo está.
Todas sus palabras resuenan en mi mente y tal vez tienen razón fue lo mejor, él no vale la pena para hundirme así. Y si quise a Marcus muchísimo, todavía lo quiero, esos sentimientos no desaparecen de la noche a la mañana, pero la verdad es que siempre sentí un vacío como que algo no encajaba, a veces me sentía como si interpretara un personaje, pero no era mi verdadero yo.
Cuando Natalia entra al cuarto yo estoy escribiendo en mi escritorio que esta del otro lado de la habitación.
—Angy, pensamos que podríamos ver una película de Terror o algo así y pedir comida china del lugar que te gusta —dice la voz de Natalia desde la puerta.
Termino de escribir y volteo a verla. Esta parada en la entrada de la puerta con una blusa blanca holgada con mangas grandes y un short verde militar.
—No gracias, mejor hagan algo ustedes— me disculpo — yo voy a leer un libro y en un rato más salgo por algo de cenar.
—No, ya basta— dice Tamara entrando a la habitación— pido un voto de amistad.
—Tami, en serio me gustaría... — comienzo a decir, pero no me deja terminar.
—No, ya no quiero más excusas, ¿Recuerdas en día del festival de navidad de 6 grado? — pregunta mi mejor amiga.
Suspiro porque ya sé por dónde va y no gano nada en contradecirla.
—Estabas llorando porque tu mamá no había podido llegar para nuestra presentación.
—Sí y me dijiste que si me pasaba la vida llorando no iba a poder ver las cosas divertirás de la vida— explica Tamara a Pamela y Natalia que ya están cerca de la mesa— ¿y qué fue lo qué pasó?
—Dejaste de llorar y vimos como la prefecta perseguía a un perro que se metió en la presentación de los 4to— conteste.
—Ahora te toca a ti dejar de llorar—dice Tami. —Yo sé que es difícil, pero tienes que hacer un esfuerzo hazlo por mí, hazlo por nosotras— continúa mientras volteaba a ver de reojo a Pamela y Natalia que están atrás de ella.
—Oigan estoy bien, yo voy a superar no se preocupen solo estoy siendo dramática primero— le informo, aunque sea medio cierto.
— Bueno, solo te queda para ser dramática el día hoy porque mañana te vas a arreglar y vamos a salir de fiesta — declara Pamela y ella nunca juega con eso de salir de fiesta. Estoy jodida.
Creo que Tamara me lee la mente o no sé si fue por la cara que puse, pero me recuerda:
— Lo haces por mí.
Nos vamos a la sala a ver cualquier tontería en la tele, yo continúo pensando y analizando todo lo que hice mal durante los pasados 3 años y para mayor tortura también analizo los años antes de eso, porque de verdad me merezco esa clase de amor. De todos los hombres que estuvieron tras de mí, ninguno llenaba mis expectativas y al parecer a los que, si les entregue mi amor, traicionaron mi confianza.