Capítulo 30

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Tamara Rawlins

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Tamara Rawlins

El primer dormitorio de Sebastian y su compañero era solo eso, un dormitorio. Un cuarto de 6x4 metros con un baño que compartían con otros dos chicos. Los becados de nuevo ingreso llegan a ese tipo de dormitorios, el año pasado Pamela y Natalia también les asignaron uno, pero gracias a Ángela se movieron a uno un poco más grande y con baño para ellas solas. Esta vez mi amiga no tuvo que usar sus influencias, ya que gracias mi novio y a Benjamín, su compañero, la escuela ganó el primer partido de la temporada y como agradecimiento los movieron a un mejor alojamiento.

El departamento cuenta con dos habitaciones con camas matrimoniales, un baño para los dos, una cocina decente y una sala de estar amplia. Creo es más grande que el de mis amigas, pero menos que el mío con Ángela que no pertenece a la universidad. Me gusta más este lugar para mi novio no solo por el espacio, sino por la privacidad eso sin contar que es más cercano a donde vivo que el anterior.

Ángela entra junto a Carter, los dos sonriendo como enamorados.

<<Al fin.>>

Esos dos en serio se gustan y ella merece ser feliz.

Sebastián está en la cocina preparando algo, él es el único que hace algo en este sitio.

—Ya llegó Ángela— le digo poniéndome enseguida del viendo como le pone sal a no sé qué cosa.

—Qué bueno ya solo faltaba ella, espero que les gusten mis tostadas— comenta mi encantador novio.  Con que eso es lo que está haciendo con tanto esmero.

—¿Qué? — pregunto por qué me está viendo fijamente.

—¿Ya te dije que te ves preciosa hoy?

—No— susurro tiñendo mis mejillas de un ligero rosado.

—Tamara Rawlins— anuncia muy solemne tomando mis manos entre las suyas como si me fuera a pedir matrimonio— te ves sumamente hermosa hoy, eres la chica más bonita de esta fiesta, que digo de esta fiesta, de todo el campus y son tan afortunado de ser tu novio.

Nos damos un cálido beso en los labios y luego otro y luego otro. Cuando menos lo pienso ya tengo su lengua en mi garganta, me aferro a sus grandes brazos pidiendo más. Besar a Sebastian es adictivo, tanto que quiero hacerlo en todo momento, pero es él el que siempre me termina apartando.

Sus manos están en mi cintura creo que son su lugar favorito para ponerlas. Me siento tan delgada y pequeña entre sus brazos, algo que no pasa con regularidad. El beso sigue haciendo que mis terminaciones nerviosas se pongan alerta por todo lo que estoy sintiendo en mi cuerpo. El beso sigue, pero alguien se aclara la garganta detrás de mí e interrumpimos nuestro intercambio de saliva.

—Perdón por interrumpir, pero Ángela la llego y los está buscando—anuncia Natalia sin percatarse de la situación en la que nos encontramos, para luego salir de la cocina.

Entre besos y engaños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora