Capítulo 40

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Ángela Brown

Me despierto un poco aturdida, desnuda y con un sentimiento de vacío. Uno de mis costados se siente más frío que el otro, huele a perfume de hombre. Alargo mi mano tentando la cama y siento el calor que debería estar acompañándome, pero no hay nadie ahí.

Abro los ojos lentamente, entonces lo veo, su pálida espada descubierta y su cabello anaranjado despeinado.

Solamente trae puesto su bóxer blanco y se ve increíble.

Me levanto poniéndome mi bata de dormir para cubrir mi desnudes y observar lo que está haciendo mi novio.

—¿Con qué te gusta husmear entre mis cosas?

Su risa ronca y sexy hace eco en la habitación.

—Tienes una colección impresionante— comenta pasando sus grandes manos por mis libros.

—Sí, es más grande que la de mi cuarto en el campus.

—"Tú no perderás tu sangre fría, porque por tus venas no corre más que agua helada, — toca suavemente mi cuello tirando de mi bata para tener acceso a mi piel — pero mi sangre está hirviendo y tu frialdad me excita hasta lo inconcebible."

—¿Cumbres Borrascosas?— averiguo no del toda segura con sus labios sobre mi recién expuesta zona.

— Es mi libro favorito— responde con un beso húmedo.

Gimo entre sus brazos por qué me encanta sentirlo tan dominante y yo tan suya. Sin embargo, me suelta dejándome extrañada.

—Tu amiga toco la puerta hace poco por qué no te encontraban— comenta retrocediendo y sentándose en la cama.

—Supongo me estuvieron marcando, no sé donde rayos deje mi celular— veo el despertador de mi mesa y me doy cuenta de que son las 3:15 a.m. — Es temprano deberíamos dormir un poco más.

Me contempla fijamente unos segundos. La pintura de su cara ya no está, por lo que de seguro se la quito en mi baño.

Me acerca a él sin romper la conexión de nuestros ojos, me acuna la cara y yo cierro los ojos para disfrutar de su caricia.

No dice nada, pero nos mete a mi cama, nos tapa y me abraza por atrás. Huele a pasta de dientes, su loción y a tabaco.

Sus caricias me relajan de nuevo al punto de casi olvidarme de todo.

—Cuando me duerma puedes seguir husmeando en mi cuarto.

Se ríe en mi oído y suspira.

—Oh Ángela, que nos has hecho.

***

Cuando despierto ni Carter ni sus cosas están.

Escucho escándalo en el piso inferior así que me alisto rápido para bajar a desayunar. El clima ya es frío por lo que me pongo una medías gruesas con una falda y un suéter. Espero ver a mi novio con nuestro demás amigos en el comedor, sin embargo, solo están los últimos sin señal del pelirrojo.

—¿Mary, viste a Carter irse?— le pregunto a la señora de edad avanzada que está a punto de darle un tick en el ojo viendo cómo Diego y Christian, el hermano mayor de Pamela, que están lanzando pedazos de pan tostado, ni siquiera sabía que el rubio había venido a la fiesta. Natalia, está también sentada en la mesa, riendo por las ocurrencias de ambos.

—Se fue temprano antes que todos bajaran, le ofrecí café, pero no quiso. Me pareció extrañamente serio.

A decir verdad
Yo también lo noté extraño.

Entre besos y engaños. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora