Capítulo 38 parte 1

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Nota:

Primero que nada pido perdón por haberme tardado un milenio en actualizar (si es que alguien sigue leyendo a estas alturas).
Segundo, este capítulo es extremadamente largo, por lo cual tuve que partirlo en dos (en un momento subo la parte 2), considérenlo una mini compensación por el abandonó.
Tercero, spoiler de lo siguiente: fiesta de Halloween.

Los quiero, si siguen aquí gracias, si no pues nos vemos en otra historia ja, ja, ja rio para no llorar. Besos bye.

***
Ángela Brown

—Ángel, estás loca si piensas que hoy a ir contigo, tanto café te está dañando las neuronas.

—Dijiste que harías lo que fuera por volver a ser mi amigo y esto es lo que te estoy pidiendo para ganarte de nuevo ese puesto.

Gil está sentado enfrente de mi escritorio y como ya se le hizo costumbre con la silla volteada, sus piernas a los lados y sus brazos en el respaldo.

— A mi todo eso se me hace una pésima idea ¿Por qué no se lo pides a tu zanahorio?— Trato de no poner los ojos en blanco con la mención el estúpido y nada creativo apodo que Gil le puso a Carter, y según él no está celoso.

—Porque él no sabe todos los detalles y necesito alguien de más confianza que me dé apoyo. Eres el único que me puede ayudar en esto— mencionó mirándolo a los ojos y tocando su brazo que sigue en la silla.

Baja la cabeza, pero me ve de reojo. Sé que ya gané el argumento con esas palabras. Suspira con pesar y yo sonrío por dentro.

—Está bien, te acompañaré con la familia Moster a una noche de horror, pero no voy a afeitar.

—Sabía que podía contar contigo— le sonrió —y claro que te vas a afeitar.

Después de la inesperada vista de Marcus ayer, no me quedo de otras más que pedirle a Gilberto que me acompañara a la fiesta de compromiso, no es que confíe plenamente en él, pero no quiero involucrar a Erick en mi drama. Además todavía sigo sin hablarle a Tamara y necesito a alguien que me acompañe, no soy lo suficientemente valiente para enfrentarlo sola.

Me paso los siguientes 3 días, estudiando, trabajando y preparándome psicológicamente para lo que me espera. Lo peor de todo es que ya solo falta un día y todavía no tengo idea de que ponerme. La ansiedad me vuelve superficial y más si se trata de el círculo social de los Prescott. Soy un desastre.

—¿En qué tanto piensas?— pregunta el pelirrojo que me tiene tomada de la mano.

Levanto la misma para encontrarme con sus hermosos ojos color ámbar que me miran con curiosidad. Esta ha sido nuestra rutina los días anteriores, nos vemos en las mañanas para que me acompañe al trabajo, nos saludamos entre clases, en las tardes estudiamos y terminando me trae a mi departamento.

—Nada, cosas del trabajo— digo restándole importancia, insistió que no quiero meterlo en mis problemas, ya que estar con él es como tomar un respiro después de tantas preocupaciones.

—Ya pensé en nuestra siguiente parada turística y al terminar podríamos cenar en mi departamento.

No conozco donde vive, solo sé por donde queda el edificio. La idea de él y solo en su departamento me da unas cuantas ideas, que no son precisamente ver Netflix, tal vez comer si mientras él sea el postre.

—Suena estupendo— concuerdo imaginando cosas indecentes mientras paramos enfrente a mi puerta. No sé cómo no hemos pasado de besos cortos de despedida con las ganas que tengo de saltarle encima.

—¿Entonces nos vemos mañana después de clases?

—¿Mañana?... Tengo un compromiso— me lamento con amargura, él tampoco se lo esperaba viendo su cara de desilusión—es algo se puede decir familiar, y tengo que ir.

—Es una lástima— comenta acercándose a mi boca —con las ganas que tenía de...— deja la frase a la mitad mirando mis labios — de que me llevaras a conocer la ciudad.

Mis labios se mueven solos terminando con el espacio que nos separa. Su boca es suave al igual que sus besos, siempre se toma el tiempo para saborearme, como si me fuera a evaporar y quisiera tener todo lo que pueda de mí o eso pienso hasta que, como siempre se termina separando.

—¿No te gustaría pasar?— no es muy romántica mi pregunta, pero la expectativa de lo que puede pasar con nosotros dos solos en un espacio cerrado me está matando.

—Me tengo que ir, será para la próxima Nena— responde Erick pegado a mi boca, que me hable con ese apodo me pone más.

Suspiro con pesar, nos despedimos con un beso breve y entro a mi departamento.

Estoy metida en mi closet viendo que rayos me voy a poner mañana cuando unos toques en mi puerta me ponen alerta.

—Adelante— grito para dejar pasar a Tamara, solo ella puede ser.

No hemos hablado desde que me fui del salón de música y la he estado evitando desde entonces. No es que esté realmente enojada con ella, entiendo sus razones para hacer lo que hizo los que me molesta es que fuera a mis espaldas.

—¿Lista para mañana?— averigua desde la puerta adentrándose poco a poco.

—Eso intentó— le indicó con la cabeza los dos vestidos que sostengo contra el espejo.

—Si no sabes que usar, mi mamá mando un vestido nuevo que te puedes poner si quieres.

Dejo las prendas en la cama y la volteo a ver, se frota el brazo con nerviosismo sin verme directamente a la cara.

—¿Quieres comprar mi perdón? Es una táctica sucia, aunque efectiva. ¿Quién eres y qué hiciste con la mujer de bien con la que crecí?

Sus ojos me miran con cautela, como si no supiera si estoy jugando o no.

—Lamentó no habértelo dicho, no sabía cuando era el momento adecuado y después las cosas estaban mejor que lo olvidé.

Palmeo la cama para que se siente a mi lado. Puedo ver su cara de arrepentimiento y sus ojos tristes. No puedo culparla porque yo soy igual de sobre protectora con ella, supongo que sufrimos del mismo mal.

—¿Sigues enojada conmigo?— pregunta como niña regañada.

—No estaba molesta, solo quería asustarte un poco con una de mis salidas dramáticas — ella me abraza a punto de echarse a llorar. —Oye está bien, solo a la próxima cuéntame las cosas a tiempo— sobo su espalda para que se calme — entonces ¿si me vas a prestar el vestido?

Tamara se separa de mí limpiando sus lágrimas con la maga de su suéter y me sonríe con ternura.

—Te prometo no volverte a ocultar nada— asegura antes de ir a su cuarto por el vestido.

*****

Entre besos y engaños. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora