Capítulo 3

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El sonido del despertador resonó con fuerza, sacándome bruscamente del sueño.

—¡Maldito despertador! —maldije mientras intentaba apagarlo. ¿Quién le cambió el horario? Claramente fui yo, si no hay otra persona en este departamento. A menos que Scarlet se las haya ingeniado para entrar y cambiarlo. No sería la primera vez. Ella y Nora, la ama de llaves, parecen tener un complot contra mí. Me parece tierno que se empeñe en molestarme en mi propia casa.

Estuve desvelado toda la noche pensando en el día de hoy. Era un día importante. Para empezar, tenía que elegir una secretaria. Hace rato que no tengo una, y si bien puedo con todo el trabajo, ya que soy un poco adicto, cabe recalcar que si un cuarto de lo que hago pudiera delegarlo, me aliviaría un montón y podría concentrarme en otras tareas más importantes. Además, estaba el proyecto con Horizon Enterprise, el cual necesitaba toda mi atención y dedicación para asegurar que todo saliera perfecto. No podía permitirme ningún error en esa negociación crucial.

Por otro lado, contratar a alguien que tenga la suficiente inteligencia y sea apta para cumplir las tareas, y el plus de darle celos a Scarlet, me mantenía en un estado de nerviosismo. Ya lo he hecho varias veces, verla enojada por coqueteos leves me encanta. Pero hoy quería que todo fuera perfecto, tanto en lo profesional como en lo personal.

Me di una ducha rápida, saludé a Nora, quien recién había llegado para empezar a acomodar las cosas, y me dirigí directamente a la empresa. Al dejar el auto en el estacionamiento particular de la empresa, al cual se puede acceder con una tarjeta de identidad específica, decidí pasar primero por la recepción para verificar que todo estuviera en orden. Era esencial para mí asegurarme de que la empresa proyectara una imagen de eficiencia y profesionalismo a cualquier cliente que pudiera entrar, sin importar lo que estuviera ocurriendo internamente. Saludé a algunos empleados mientras me dirigía al piso 15, donde teníamos nuestras oficinas, Scarlet y yo.

—Buenos días, señor Kèldysh —me saludó Sarah con una sonrisa profesional.

—Buenos días, Sarah —respondí, tratando de mostrarme cordial.

—¿Quiere que le traiga algo para desayunar? —preguntó, notando probablemente mi expresión cansada.

—Sí, por favor. No he desayunado nada. También necesitaría una copia de todos los currículums de las personas que vienen hoy dentro de una hora. Quiero revisarlos antes de las entrevistas.

—Claro, en un momento se los traigo.

Me adentré en mi oficina y me abrumé al ver la cantidad de trabajo pendiente. Había cosas por revisar, planos y diseños de autos, y otros documentos importantes. Lo primero que hice fue entrar al banco para verificar que los pagos del día hubieran entrado y que los cheques estuvieran en orden. Necesitaba asegurarme de que las finanzas estuvieran bajo control antes de sumergirme en el caos del día.

Sarah llegó con mi café y los currículums. Noté que el café era doble con crema y una pizca de cacao, justo como me gusta tomarlo.

—Gracias, Sarah —dije, genuinamente agradecido.

—De nada, señor Kèldysh. Si necesita algo más, estaré en mi escritorio.

Mientras tomaba el café, empecé a leer los currículums para estar mucho más preparado a la hora de la entrevista. Por más que tuviera intenciones ocultas, no iba a dejar que cualquier persona tuviera control sobre datos e información importante. Mientras revisaba los documentos, me di cuenta de que Scarlet no llegaba y eso era raro en ella. Así que decidí enviarle un mensaje de texto para hacerla enojar.

"Cielos Scarlet, hoy tenías que llegar temprano y aún no apareces. Después no te quejes que hago las cosas sin tu consentimiento."

Pasó un rato y aún no tenía respuesta de Scarlet. Al fijarme en el mensaje, noté que lo había dejado en visto. Si hay algo que me molesta es que me dejen en visto. Podría haber respondido con un simple "yendo" y listo, pero no. Ahora no sabía si le había pasado algo, si estaba atrasada o si se había quedado dormida. No es muy difícil mantener una cierta comunicación con una persona con la que trabajas para saber cómo manejarse, pero claramente no me contestó solo para hacerme enojar.

Química ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora