Tres semanas habían pasado después de ese "accidente" con Aaron. Me estaba volviendo loca. En ese momento, quería que me besara, lo deseaba, que me hiciera suya ahí mismo una y otra vez.
Aaron se había convertido en mi propia adicción, y no una adicción muy buena que digamos, sino una irresistible y difícil de sacar de mi propio organismo. Admito que siempre lo fue, siempre en el fondo sentí algo por él, incluso cuando estaba con otras personas. Incluso después de que nos alejamos, seguía sintiendo algo, pero ahora la atracción física era inevitable después de ese momento en que se acercó tanto y rompió un poco las barreras que tenía levantadas con él. Cada vez que Aaron entraba en una habitación, parecía como si la sala estuviera incendiándose. La temperatura aumentaba rápidamente, era difícil controlarse con más de 20 ojos mirándote en una reunión. Cuando él hablaba, no podía dejar de mirarlo, siempre lo miraba embobada, pero esta vez era distinto. El deseo que sentí ese día quería que él lo saciara y apagara el incendio que provocaba en mí, y más con esos fabulosos trajes a medida que lucía todos los días en la oficina. Esto iba a ser cada vez más difícil de soportar.
En todos esos días que pasaron, Aaron evitó tener contacto alguno conmigo. Ese día, luego de decirme esas palabras que me generaron tantas dudas, huyó del lugar, dejándome perpleja y excitada a la vez. Quería que regresara y me explicara por qué había dicho eso. ¿Qué significaban esas palabras? Verdaderamente lo extrañaba, odio admitirlo, pero me acostumbré al trato que teníamos, a esas peleas o provocaciones de todos los días. Me divertía, aunque me hacía enojar la mayoría de las veces. Ahora eran solo saludos a lo lejos y pequeñas miradas o charlas en el momento que había una reunión. Ni siquiera nos juntábamos para debatir algún proyecto o nuevas sugerencias de algún modelo como usualmente hacíamos antes. Ahora todo era por escrito o por email. Se encargaba de que su secretaria me entregara sus ideas, y si yo estaba de acuerdo con alguna, entonces se mandaba directo a producción, sin discusión u objeción de su parte.
—Disculpe, señorita McGregor —mencionó Melanie, la secretaria de Aaron, entrando a mi oficina —El señor Kèldysh le envía este contrato. Dice que lo leyó y está de acuerdo con las condiciones que se especifican, tanto en la cláusula 3, sección B, como en la norma de seguridad, sección 8. Solo necesita su firma si usted está de acuerdo, y me encargaré de enviárselo a los proveedores.
—De acuerdo, señorita Clark, ahora mismo lo releo y en cuanto lo tenga terminado se lo alcanzo —mencioné tomando el contrato que Melanie me estaba alcanzando en mi escritorio.
—¿Se le ofrece algo más? —dijo ella antes de irse —Tal vez, ¿Algún café? ¿O algo para el señor Kèldysh que quiera que le alcance?
—No, gracias. Estoy bien. Puedes retirarte.
Y así pasaba toda mi semana, sin contar que Aaron comenzó a hacer horas extras y sale mucho más tarde de lo que salgo yo del trabajo, seguramente para no encontrarse conmigo. Porque una vez que estoy en el estacionamiento, él comienza a irse de la oficina. ¿Cómo lo sé? Porque lo miro desde la cámara de seguridad que veo desde el celular, y seguro él me ve a mí y espera hasta que esté afuera para irse.
Era casi la hora de cerrar. Estuve todo el día pensando en confrontar a Aaron, preguntarle por qué ese cambio repentino de actitud o ver si pasaba algo. Tal vez era buena idea ir ahora a su oficina y preguntarle. Sacándome de mis pensamientos, suena mi teléfono.
—Scarlet McGregor, ¿Quién habla? —dije al contestar el teléfono.
—¿Cómo que quién habla? ¿Ya no reconoces la voz de tu mejor amigo? —respondió Chris del otro lado de la línea.
—Perdón, Chris —suspiré. —Estoy muy distraída últimamente y no vi quién era el que me llamaba.
—Tu distracción tiene nombre y apellido, Scar. Solamente porque ahora se calmaron las aguas entre ustedes, no significa que andes desganada todo el tiempo. Deberías ver el lado bueno, al menos ya no se pelean más y estás más tranquila.
ESTÁS LEYENDO
Química Imperfecta
RomanceCuando los padres de Aaron y Scarlet deciden retirarse, les confían el mando de la empresa a sus hijos. Ellos se ven obligados a trabajar codo a codo, enfrentando el desafío de mantener el legado de sus familias, sin embargo, las cicatrices emociona...