Toda la semana había sido una tortura. La frialdad de Scarlet era palpable cada vez que coincidíamos en el mismo espacio. Solo me respondía lo mínimo necesario para mantener la profesionalidad, pero el muro que había levantado entre nosotros era impenetrable. Lo entendía, sabía que estaba enojada conmigo, pero no dejaba de molestarme esa barrera invisible.
Hoy decidí intentar algo diferente. Me puse el traje azul que sabía que a Scarlet le gustaba, con la esperanza de que al menos pudiera mantener una conversación más personal con ella sin recibir respuestas monosilábicas.
Al llegar a la empresa, la vi en el lobby, organizando los nuevos stands y las publicidades del lugar. Parecía concentrada, como siempre, pero no pude evitar acercarme.
—Buen día, Scarlet. —dije con una sonrisa, intentando sonar casual.
Ella levantó la vista por un momento y asintió brevemente antes de volver a lo suyo.
—Buenos días, Aaron. —respondió, su tono neutro.
Me acerqué un poco más, observando los arreglos que estaba haciendo. —Los stands se ven bien. Creo que este cambio será positivo para la imagen de la empresa.
—Gracias. Espero que así sea. —dijo, sin apartar la mirada de su trabajo.
Suspiré internamente. Decidí recordarles la reunión de la tarde. —No te olvides que a las 15:00 tenemos la reunión con recursos humanos para evaluar a los empleados.
—Lo tengo presente. —respondió de manera cortante.
Asentí, sabiendo que no sacaría más de esta conversación. —Bien, nos vemos luego.
Me dirigí a mi oficina, frustrado por la frialdad continua de Scarlet. Me recordé a mí mismo que hoy tenía que enfocarme en el trabajo, así que dejé el contrato de Global Motors terminado sobre el escritorio de Sarah, para que Scarlet lo firmara.
En mi oficina, el día transcurría con los típicos problemas y responsabilidades. Recibí una llamada del equipo legal, quienes intentaban rastrear a una persona que estaba intentando estafar a la empresa con una compra falsa. Me sumergí en la conversación, detallando los pasos a seguir y asegurándome de que todo estuviera bajo control.
Luego de la llamada, me comuniqué con el banco para autorizar el pago a los proveedores. Era un procedimiento engorroso que siempre me molestaba, pero era necesario para evitar cualquier tipo de fraude. La cantidad de seguridad y autorizaciones requeridas para transacciones grandes era agotadora, pero no había otra opción.
Después de finalizar esas tareas, sentí un leve alivio, aunque el constante pensamiento de la reunión de la tarde seguía presente en mi mente. Sabía que sería crucial para evaluar y planificar el futuro de nuestra empresa, y también una oportunidad para intentar, una vez más, romper el hielo con Scarlet.
El tiempo parecía pasar volando mientras trabajaba en mi oficina. Miré mi reloj y noté que ya eran las 14:30. Decidí ir a la sala de reuniones para preparar la conversación sobre los empleados, una oportunidad que también aprovecharía para intentar romper el hielo con Scarlet.
Entré en la sala de reuniones y vi que varios representantes de recursos humanos ya estaban allí, incluyendo a Marta, Carlos y Patricia. Nos saludamos y nos sentamos alrededor de la mesa ovalada.
—Bien, tenemos varios puntos a tratar hoy. —comencé, tratando de mantener la reunión lo más profesional posible. —Primero, evaluaremos a los empleados y decidiremos a quiénes podemos despedir y por qué razones, así como también a quiénes podemos ascender.
La discusión fue intensa y detallada. Todos aportaban sus opiniones y evaluaciones sobre los empleados. Hablamos de rendimiento, actitud y potencial de crecimiento. Era una tarea ardua, pero necesaria para mantener la eficiencia de la empresa.
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Química Imperfecta
RomanceCuando los padres de Aaron y Scarlet deciden retirarse, les confían el mando de la empresa a sus hijos. Ellos se ven obligados a trabajar codo a codo, enfrentando el desafío de mantener el legado de sus familias, sin embargo, las cicatrices emociona...