Capítulo 29

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Justo cuando me disponía a abrir la puerta, escuché una voz familiar llamándome.

—Scarlet, espera —dijo Aaron, acercándose rápidamente.

Conocía esa voz a la perfección; no podía confundirla. Mi corazón comenzó a latir con fuerza.

—¿Qué pasa, Aaron? Estoy algo cansada —respondí, tratando de sonar tranquila.

—Solo llevará un minuto, quiero que me dejes hablar. Luego puedes echarme, golpearme, insultarme, lo que quieras, pero por favor, escúchame primero, ¿sí? —su voz era urgente y desesperada.

Suspiré, resignada a escuchar lo que tenía que decir.

—De acuerdo. Te escucho.

Aaron tomó aire y empezó a hablar, su voz temblando ligeramente.

—Te amo, Scarlet. Estoy loco por ti desde que tenía ocho años, desde el día en que se te perdió tu peluche y te ayudé a encontrarlo. Me quedé contigo para que no tuvieras miedo de los monstruos. Te amo desde el día en que iba a declararme y te vi besándote con Chris. Ese día sentí que iba a morir. Ver a la chica con la que quería casarme y tener hijos besar a otro me destruyó. Te traté mal durante la secundaria, lo sé, y me arrepiento, pero era porque quería olvidar, olvidar ese beso que te diste con Chris, ese beso que debería haber sido mío si tan solo hubieras esperado cinco minutos más.

Aaron continuó, su voz cargada de emoción.

—Sé que fui un idiota, y me odio por haberte hecho daño. Cuando fuimos a Seattle y nos besamos, quería hacerte mía en ese mismo momento, pero luego Melanie llamó y... Dios, no quiero ni pensarlo. Con todas las que me acosté, siempre me imaginaba que eras tú, Scarlet. No podía sacarte de mi cabeza ni de mi corazón. Por favor, dame una oportunidad para demostrarte que sigo siendo el chico de ocho años que te protegerá de todos los monstruos del mundo.

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. No sabía qué decir. Había amado a Aaron durante tanto tiempo, y escuchar su confesión me dejaba sin palabras. ¿Podía confiar en él después de todo lo que había pasado?

Aaron se acercó y secó mis lágrimas con su pulgar.

—Por favor, Scarlet, dime algo. No llores, preciosa. No me gusta verte así, y menos por mi culpa.

—¿Cómo sé que todo lo que dices es verdad? —pregunté, mi voz quebrada—. ¿Cómo puedo confiar en ti después de todo lo que ha pasado?

—Solo tienes que creer en mí —respondió con sinceridad—. Si quieres, me arrodillo aquí mismo y te pido que seas mi esposa, porque no hay nadie más en este mundo a quien quiera llamar señora Kéldysh. Sé que he sido un idiota, pero no quiero dejar pasar más años sin decirte lo que siento.

Tomé una profunda respiración, tratando de ordenar mis pensamientos. Mi corazón estaba dividido entre el miedo y el amor.

—Oh, Aaron —dije finalmente, mi voz apenas un susurro—. Yo también te he amado desde que tenías ocho años. Salí con Chris porque pensé que no te gustaba y quería olvidarte, pero nunca pude. Con Liam... solo somos buenos amigos. Nunca pude sacarte de mi cabeza.

Antes de que pudiera decir algo más, Aaron me besó. Fue un beso lleno de sentimientos reprimidos, de años de amor no correspondido y de lágrimas. Nos fundimos en un beso apasionado pero lleno de ternura, un beso que definía nuestro amor.

Aaron se detuvo de repente, sus labios apenas rozando los míos.

—Espera, Scarlet. No puedo seguir. Si lo hago, subiré a tu habitación y te haré el amor toda la noche, y aunque es lo que más quiero, no lo haré. Quiero demostrarte que soy ese chico que te protegerá de todos los monstruos.

Química ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora