-¿Pusiste algo en la estufa?- pregunté separándome de sus labios. La peligris abrió sus ojos a más no poder y me bajó de su regazo, teniendo cuidado de no lastimarme. Se levantó del sofá lo más rápido que pudo, dándole poca importancia a su desnudez y corrió hacia la cocina. Miré hacia mi costado y reí al ver su toalla, tomé esta y me acerqué a ella para envolverla.- ¿Otra vez se quemó?- pregunté burlona y ella asintió.- ¿Y supongo que otra vez es mi culpa?
-No, ahora sí es mi culpa.- respondió, vertiendo un poco de agua en la olla quemada.- Ve a terminar de alistarte, yo me encargo de esto.- pidió, dejando un casto beso sobre mis labios.
-¿No me dirás a dónde iremos?- pregunté. Bajé mis manos hasta mis bragas y las acomodé, notando como mi novia me miraba de reojo, por lo que bajé un poco estas y acaricié mi cadera, la cual ahora tenía dos pequeñas venitas moradas.
-¿Mmm? No.- contestó.
-No sabré que ponerme entonces.- contesté sin más.
-No importa como te vistas, siempre te ves muy bien.
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-¿Un estudio de baile?- pregunté y Lisa asintió.
-Ya verás que va a gustarte.- dijo tomándome por la cintura.- Aquí nadie podrá vernos y descuida, he apartado el lugar sólo para nosotras.- una mujer pidió nuestras identificaciones en recepción, una vez que revisó en su computador, se levantó de su silla y nos guió hasta el tercer piso de aquel edificio. Cuando entramos a la habitación, encontramos a la que supusimos sería nuestras instructora de baile.
-Buenos días.- saludó la mujer. Miré a mi alrededor y me sorprendí por lo espacioso que era el lugar.- Mi nombre es Carmen y hoy seré su maestra de baile.- saludó amable. Carmen parecía ser una mujer entre los veintiséis y veintiocho años, su cabello rojo como el fuego estaba atado en un moñete despeinado, algunos mechones rizados adornaban los costados de su rostro, haciendo que este luciera muy pálido. No tenía rasgos asiáticos, pero sí que tenía ciertos rasgos latinoamericanos bien pronunciados. La profesora caminó hacia una repisa y de este tomó un par de zapatos con un poco de tacón, para después acercarse a mí y tendérmelos con una gran sonrisa.- Esperaremos a que estés lista para comenzar.- observé a Lisa de reojo y noté que ella ya se había deshecho de su barbijo y su chaqueta. Me hinqué en el suelo y me puse aquellos tacones bajo la atenta mirada de ambas mujeres.
-¿Estás segura que no vas a querer un par?- le preguntó a Lisa.
-No, yo... Veré como ella baila.
-Bueno, necesita una pareja, si gustas puedes serla.- Lisa asintió y me tendió su mano cuando vió que ya estaba lista.
-Dame eso.- pidió amable, llevando sus grandes manos a los botones de mi abrigo.
-Espero que la temperatura sea de su agrado.- mencionó la mujer mirando la pantalla de su teléfono.
-Lo es, gracias.- contestó Lisa agradecida. Cuando estuvimos listas la profesora nos guió hasta quedar a una altura considerable de uno de los espejos y comenzó a indicarme paso a paso lo que debía hacer.
-Si no te molesta, vendrá otro profesor para enseñarte los pasos del acompañante.
-Descuide, está bien.- respondió mi novia. Seguí ensayando hasta que unos minutos más tarde alguien se asomó por la puerta, haciendo que me llevara un gran susto. Lisa como siempre, comenzó a reírse de mi desgracia, contagiando así a los otros dos.
-Lo siento.- se disculpó el otro profesor ingresando al estudio.- No quería asustarte de esa manera.
-Estoy bien.- me excusé acercándome a mi novia para pellizcarle el brazo, aún así, ella no dejó de reír.
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Para siempre, Mi primer gran amor (Lisa y tú) (+18)
FanfictionDe pequeña creía que los cuentos de hadas tenían mucho que ver con la realidad, lástima que cuando aquella etapa culminó y yo fui creciendo, la realidad simplemente me tomó por sorpresa; como si alguien hubiera tenido el atrevimiento de lanzarme un...