-Hola.- contesté adormitada. Nunca sabré si el conejo de mis sueños se comió mis galletas.-Hola linda.- contestó la suave voz de la tailandesa, logrando despertarme por completo.
El conejo podía esperar.
-¿Lisa?- bostecé, logrando qué ella riera.
-La misma.- afirmó alegre.- Veo que te desperté, pequeña perezosa.- me levanté a rastras de mi cómoda cama en dirección al baño, la luz apenas y era visible en la habitación.
-¿Pasó algo?- pregunté alarmada.
-No, que yo sepa.- puse el teléfono en altavoz y abrí el grifo del lavamanos.- Quería invitarte al estudio de danza.- dijo, causando que me atorara con el enjuague bucal, traté de controlar mi respiración, pero fue en vano. Su risa rebotó en las cuatro paredes del baño, haciendo que me enojara por ello.- Tranquila, tampoco es como si te hubiera invitado a una cita.- dijo burlona. Me miré en el espejo y noté un leve sonrojo en mis mejillas. Lisa ¿Qué estás haciendo conmigo?- ¿Aceptas?- preguntó animada, sequé mis manos y caminé de regreso a la habitación.
-No lo sé.- respondí dudosa.- Ya te dije que no soy buena bailando.- susurré y ella volvió a reír. Podía imaginarmela negando y mordiendo su labio como comúnmente suele hacer.
-Mejor aún.- contestó pícara.- Puedo enseñarte.
-No lo sé, aún es muy temprano.- miré la hora en mi despertador y me sorprendí por lo temprano que era.- ¡Lisa! ¡Son apenas las cinco!- la tailandesa rió, logrando contagiarme.
-¡Es perfecto! No habrá nadie que pueda interrumpir.- pensé en su tentadora propuesta, estaba agotada, ya que me había desvelado escribiendo. No sabía que cara pondría al verla, porque después de lo que sucedió en su departamento, no hemos vuelto a vernos.
-Esta bien.- acepté- Pero solo voy a observar.
-Bien.- contestó.- ¿Podrías abrirme? Estoy a dos pisos de tu departamento.- pidió, y no hice más que sorprenderme con ello. ¡Diablos! Ni siquiera estaba arreglada.
-¿Qué? ¿Cómo sabías que aceptaría?- arreglé mi cabello lo más rápido que pude y corrí hacia la sala.
-Verás, soy Lalisa Manoban. Nadie me dice que no.- comentó, y aquello me hizo reír.
-Querida, es mejor que te bajes de tu nubecita. Puede que esta chica mala reviente tu hermosa burbuja.- contesté burlona.
-Ya llegué.- avisó y en ese preciso instante sonó el timbre, colgué la llamada y caminé hasta la puerta.
-Buenas madrugadas, Señorita Manoban.- saludé, dejando un casto beso en su mejilla.- ¿Por qué el barbijo?- pregunté, dejando que entrara al departamento.
-Buenos días.- saludó.- Vine caminando y no quería que alguien me reconociera. Ya sabes, es muy temprano para tomarme fotos.- Lisa se sentó en el sofá y miró todo a su alrededor.
-Ese ego Manoban.- me senté frente a ella, llamando por completo su atención. Su mirada hizo un escaner completo de mi cuerpo, logrando que me sonrojara al instante.
-¿No te da frío dormir así?- preguntó con voz grave. Negué y reí divertida, ya que sabía que estaba tentando al diablo con este tipo de prendas. Llevaba puesto unos shorts demasiado pequeños en color rosa y una camiseta sin mangas del mismo color.
-Iré a cambiarme.- avisé, levantándome del sofá.
Hoy sería un largo día.
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Para siempre, Mi primer gran amor (Lisa y tú) (+18)
Fiksi PenggemarDe pequeña creía que los cuentos de hadas tenían mucho que ver con la realidad, lástima que cuando aquella etapa culminó y yo fui creciendo, la realidad simplemente me tomó por sorpresa; como si alguien hubiera tenido el atrevimiento de lanzarme un...