Capítulo 37

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-El vuelo sale pasado mañana a las tres de la mañana, estaré contigo hasta entonces para no perderlo.- esas habían sido las palabras que Christian me había dicho por teléfono.



Hace dos días que había regresado a mi departamento en Corea, el tan solo pisar el piso de este, hizo que me invadieran los recuerdos y secretos que ocultaban esas cuatro paredes. Por primera vez descubría que era el amor en realidad, nunca antes me había enamorado tan perdidamente de alguien, Lisa fue la primera en todas las formas. Había creado sentimientos tan hermosos dentro de mí, que tenía unas inmensas ganas de arrancar estos de raíz. Tenía ganas de beber cuanto alcohol pudiera para poder ahogar a todas esas mariposas, que por alguna extraña razón, aún revoloteaban en mi vientre. Se me hacía tan difícil de aceptar que los labios de la mujer que tanto amo, besaron los labios de la que ella algún día amo con todo su ser. Todo lo que sucedía era demasiado para mí, no podía soportar todo el dolor que sentía mi corazón, no cuando sabía que vivía a unas cuantas calles de ella y que ambas trabajamos en el mismo edificio. Es por eso que con todo el dolor de mi corazón, decidí partir. Regresar a Los Ángeles sería algo difícil, pero supuse que con el pasar del tiempo volvería a adaptarme y seguiría siendo la misma chica solitaria que vivía en ese gran departamento. Dejar Corea sería difícil, estaría dejando atrás un sin fin de recuerdos y sentimientos, estaría dejando a Jisoo y a Rosé y la idea me entristecía demasiado porque ellas se habían vuelto mis mejores amigas, ellas eran como dos hermanas más que no sabía que tenía. Ayer por la tarde cancelé todo lo que tenía programado para las siguientes tres semanas, no era mucho a decir verdad, así que pensé en que tal vez un descanso sería bueno para mí. Tenía en mente llegar a mi departamento en California y empacar una maleta con ropa ligera para partir a mi tierra natal, después de todo, tenía una familia la cual necesitaba de mí.

Observé con detenimiento toda mi habitación y me puse manos a la obra, debía empacar todo para después mandar todos los paquetes por paquetería. Gracias al cielo que Christian se había encargado de sacar espacio en la agenda de la Ceo, por lo que tenía reunión con ella a las dos de la tarde. Miré mi muñeca y chequé la hora en mi reloj, todavía faltaban tres horas para la reunión, por lo que con prisa comencé a empacar todo. Saqué toda la ropa de las gavetas y las aventé al suelo e hice lo mismo con todo lo que tenía en las perchas. Cuando llegué a Corea solo llevé una maleta conmigo y ahora tenía ropa como para llenar más de seis maletas. Era demasiada ropa, sin contar toda la que dañe en la lavadora por confundir colores o por ponerlos a lavar en agua caliente, un asco la verdad, pero me daba mucha pereza leer las instrucciones de lavado. Cuando tuve la primera caja lista suspiré frustrada, ya que aún quedaban muchas prendas por ser dobladas y empacadas.

-No volveré a mudarme, lo juro.- susurré, mientras tomaba todos los jerseys de lana y los doblaba. Cuando terminé con estos me percaté de la pijama celeste con gatitos blancos que reposaba bajo mi pierna derecha, miré con nostalgia aquella prenda y la retiré con cuidado. Aquella era la pijama favorita de Lisa, me lo dijo un sin fin de veces, y ahora la tenía entre mis manos. Claro que tendría que devolverle todas las cosas que tenía en mi clóset, la idea de volver a acercarme a ella me aterraba bastante, pero tenía que hacerlo, ya que en su departamento había dejado una maleta con ropa.- Si nada hubiera pasado, tal vez en estos momentos estaría entre tus brazos.- sonreí nostálgica y llevé la tela de la blusa de su pijama hacia mi nariz.


Olía a ella.


Rápidamente limpié mis mejillas y coloqué a mi costado toda la ropa de Lisa. No era fácil tener que estar alistando mis maletas para dejar atrás algo que en su momento fue tan bonito. Después de lo que pasó esa mañana en el hotel decidí tomar el primer vuelo con destino a Seúl, estaba con los nervios de punta y con el corazón destrozado, por lo que fue comprensible mi actitud con el resto de las personas. En tanto a Lisa, no la pude ver después de aquella charla en la habitación, le pedí de favor que no me buscara porque eso solo empeoraría más las cosas. Lily hizo acto de presencia en la pequeña habitación, llorando porque tal vez ya no tenía más comida en su plato.

Para siempre, Mi primer gran amor  (Lisa y tú) (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora