Capítulo 38: La Mansión Malfoy

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No tardamos mucho en llegar a destino. La escoba desciende lentamente y Malfoy aterriza. Una vez siento el suelo en mis pies, lo empujo y salgo corriendo por el camino que lleva de la entrada de la Mansión a la verja principal. Me cuesta trabajo correr ya que me clavo las piedras del terreno en el pie descalzo, el cual esta así por perder el zapato en el callejón, cuando me atrapó.

No tarda en alcanzarme, girarme y ponerme de nuevo en su hombro. Camina a paso rápido hacia la Mansión y yo no dejo de gritar, golpearle en la espalda y patalear.

- ¡Suéltame Malfoy! ¡Suéltame! ¿Pero qué te has creído? – le grito insistentemente y él no deja de caminar.

- ¿Qué me he creído? ¡Qué te has creído tú! – me acusa. – No aceptas la invitación a mi cumpleaños, pero si le preparas una cena romántica y un baile pegadito a Potter - dice con tono enfadado.

- Tú no eres mi amigo y él si – le protesto sin dejar de moverme. - ¡Au! ¡Deja de pegarme en el trasero! – le grito molesta.

- Yo no soy tu amigo ¡Soy tu novio!... Y me debes más atenciones que al estúpido de Potter – me recrimina. – Así que ahora me voy a cobrar mi regalo -

- ¿Qué? – le pregunto sin recibir respuesta.

Cuando pasa junto a la escoba que está en el suelo, extiende la mano y esta sube hasta ella. Una vez llega a la puerta, esta se abre y cuando paso el umbral, veo a un elfo domestico muy feo y con cara de pocos amigos, sujetando la escoba de Draco.

- ¡Suéltame! ¡Te he dicho que me sueltes! – le sigo gritando, pegando y pataleando. El jaleo que estoy formando se oye en toda la Mansión. – ¡Hola! – le digo al elfo, parando mis movimientos. – ¿Me ayudas, por favor? - le suplico.

- Yo solo sirvo al amo – me contesta con cara de asco.

- No me simpatizas - me quejo entornando los ojos. – Prefiero a Dobby -

- Él ya no sirve al amo – me dice enfadado.

- Lo sé Ahora Dobby es un elfo libre – le digo irónica y el elfo me mira mal. Siento otro azote en el trasero que me hace dar un respingo.

- ¡Deja de pegarme en el trasero! – le grito ya que siento escozor en el mismo.

- ¡Deja de incordiar! – me grita molesto.

- Cuando me sueltes y me dejes ir a casa – le protesto.

- Ya estás en casa, Cenicienta – me suelta irónico.

- ¿Qué? – pregunto alucinada. - ¡Suéltame idiota! – le vuelvo a gritar.

Atraviesa el vestíbulo y, cuando llegamos a las escaleras y empieza a subirlas, puedo ver a Narcissa y a Lucius al pie de las mismas.

- ¡Draco! – exclama la Sra. Malfoy asombrada por la escena.

- Estaré en mis aposentos Ocupado ¡no quiero interrupciones! – le dice sin dejar de subir las escaleras y sin mirar atrás. La sangre se me hiela.

- Sra. Malfoy, por favor ¡Sra. Malfoy! – le grito suplicando.

- Draco, hijo, llévala a la habitación de huéspedes que está preparada para ella – le indica su madre.

- ¡Gracias madre! Pero Sophi duerme conmigo - le suelta sin mirarla y sin dejar de subir escaleras.

- ¡Lucius! – exclama perpleja mirando a su marido, el cual me está mirando con esa sonrisa suya que hiela la sangre.

- Veo que has aceptado, al fin, la invitación - me dice irónico.

- ¿Invitación? Yo lo llamaría secuestro - le reprocho con una sonrisa irónica desde mi posición.

A través del Multiverso (Draco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora