C A P I T U L O 9.

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Me senté en la cama a pensar un momento en que podía hacer con Delia. No podía dejarla simplemente ahí tirada.

—¡Astrid! No me puedo parar—gritó Delia y regresé con ella.

—Tienes un charco de sangre, los empleados del hotel no pueden ver esto— Abrí la regadera del baño y la cargué para mojarla en el agua, para que toda la sangre se fuera.

—¡No tengo ropa limpia!—Delia aún no paraba de llorar.

—¡Me da igual! Tú eres la que hiciste este puto desastre— cuando se fue la sangre agarré otra toalla limpia y seca y se la amarré en su muñeca. Le quité la ropa mojada a excepción de su ropa interior y la llevé a la cama— Quítate la ropa interior y tápate.

—¡No! No quiero que me veas.

—¡No te voy a ver, por eso tápate!

—¡No me grites!— lo dijo gritando y llorando.

—¡Sólo hazlo!

Ella se quitó todo estando acostada y después se tapó con la cobija.

—Ahora no puedo ir a la maldita farmacia a comprar algo por el miedo a que te hagas daño.

—Ya no lo haré.

—No te creo...

—¡Que no lo haré!—lloraba cada vez más.

—¡Ya deja de llorar!—Traté de tranquilizarme, me sentía enoja y frustrada, pero tenía que tranquilizarla a ella también —Deberíamos de calmarnos las dos ¿De acuerdo? Es de madrugada y todos están dormidos, no queremos hacer un escándalo —Tomé un cigarro de mi mochila y lo encendí —Si quieres te puedes desahogar conmigo, así que me puedes contar por qué hiciste eso.

—No te voy a decir.

—Bien, no me digas, pero deja de llorar ¿si?—Me acosté a lado de ella con mi cigarro entre mis labios.

—No me gusta el olor a cigarro—Se calmó un poco.

—No me importa, seguiré fumando.

—Apaga tu cigarro—Dejó de llorar.

—No lo haré.

Se volteó hacia a mi y subió una de sus piernas a mi cuerpo, me tomó una mejilla con su mano derecha, logrando que me tensara.

—Apágalo ¿si? —Hizo la voz mas tierna y mi corazón empezó a latir más de lo normal.

¡Idiota! ¿Por qué hacía eso? ¡Estaba usando mis técnicas conmigo!
Pero no le dije nada y simplemente la obedecí.

—Astrid, en serio quiero que me cuentes más sobre ti—me masajeaba mi mejilla.

—¿Para que quieres saber más?

—Te lo digo si me contestas—bajó su mano a mi cuello y también lo masajeó.

—Y... ¿que más quieres saber sobre mi?

—¿Qué más te asusta aparte de las arañas?

—No me asusta nada más.

—Hablo en serio, conmigo puedes ser tú misma, no tienes que fingir.

—No me asusta nada aparte de eso, es en serio.

—Si claro—dijo sarcástica— Entonces dime cuál es tu comida favorita.

—No tengo idea.

Experta en ilusionar (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora