C A P I T U L O 23.

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Narra Delia

Notaba a Astrid comportándose algo extraña. No me prestaba atención, se mordía constantemente las uñas, fumaba más, se le quedaba viendo a todos embobada y cualquier tontería la hacía enojar más de lo normal.

—Si no te mueves en cinco segundos, yo misma te quitaré —Astrid amenazó a una chica que estaba sentada en su lugar —¡Largo! —La chica se fue y Astrid se sentó.

—¡Tú ni siquiera vas en esta clase! —gritó Ana y Astrid se volvió a levantar para ir hacia ella, yo la seguí para detenerla.

—Llegará en cualquier momento un profesor, así que te pido de favor que no hagas nada —Le supliqué estando frente a ella.

—¡Púdrete! —Le mostró el dedo del medio a Ana y nos volvimos a sentar.

Sospechaba que Astrid estaba actuando de esa manera por su falta de relaciones sexuales, después de todo habia pasado mucho tiempo desde que no las tenía, al menos eso esperaba. Pero no sabía que le estaba pasando exactamente, tal vez estaba a punto de enfermarse o había pasado algo en su familia.

Por lo menos tenía una manera de descartar la primera sospecha.

—Oye —Le hablé para que me volteara a ver —acércate.

Se me acercó y le di un beso corto en los labios, ella me volvió a besar suave y lento al principio, pero después de unos segundos parecía que quería devorar mis labios, chocó su lengua con la mía y agarró mi cuello para hacer más profundo el beso.

—Espera —dije entre sus labios —Estamos en el salón —La detuve y ella se molestó.

—Iré al baño —dijo frustrada y salió de clases.

Al menos había descubierto que estaba enojada por su abstinencia.

Admitía que estaba evitando tener sexo con Astrid, pero tal vez había llegado el momento de hacerlo, lo cuál me ponía muy nerviosa, había pasado tiempo que no lo hacía con nadie.

Pasó una hora, se había acabado otra clase y Astrid todavía no llegaba, lo que me preocupó. Salí del salón para buscarla por toda la escuela pero no la encontraba, me iba a dar por vencida hasta que por último salí al estacionamiento, me acerqué a su carro y ahí estaba sentada en el suelo recargada en su auto mientras fumaba un cigarro.

—Te estaba buscando —Le dije y me senté a lado de ella.

—Sólo quería fumar un maldito cigarro, no te podía invitar porque no te gusta el olor —aún se veía molesta.

—Astrid... Estaba pensando en que hoy podríamos dormir en tu casa —Le sonreí levemente.

—No Delia, no tengo ganas, hoy prefiero dormir sola —Se levantó y aventó el cigarro —Volvamos adentro —Me dió la mano para que me parara.

Creía que le gustaba dormir junto a mi, pero seguro sólo era que estaba muy molesta conmigo, lo que provocaba que me sintiera triste.

En toda las clases que siguieron, Astrid se quedó dormida en su asiento, hasta el final la tuve que despertar.

Mi castigo del día era barrer y trapear ciertos salones, Astrid me ayudó a barrer un poco pero después se entretuvo hablando con una maestra, a la cual le sonreía mucho, incluso logró hacerla reír. Sabía que era una profesora, pero aún así no podía evitar sentir celos, y más porque era la misma maestra a la que Astrid se le quedó viendo como tonta.

—¡Astrid! —Le grité —¿No me vas a ayudar?

—Si... Ya voy —Se despidió de la maestra con una sonrisa y se dirigió a mí.

Experta en ilusionar (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora